Corbata gris, camisa blanca y una chaqueta azul con galones en la manga. En general, nada distinto al uniforme convencional que visten los pilotos comerciales. ¿La diferencia? Ese uniforme de corte militar que hace años fue diseñado sólo para hombres está pasando cada vez con más frecuencia a manos femeninas.
"Ya somos tantas, que seguramente las líneas aéreas tendrán que pensar en una vestimenta más acorde", reflexiona una joven aspirante a piloto comercial en la Academia de Ciencias Aeronáuticas de la Universidad Federico Santa María, que imparte la carrera hace pocos años en Chile y, de hecho, es el único plantel universitario de Sudamérica que entrega dicha instrucción profesional.
La aviación comercial ha sido escenario del creciente interés de las mujeres por la altura y las nubes, pero también hay pilotos de helicópteros, de aviones de carga e hidroplanos.
En Chile hay 86 mujeres con licencia para volar, de un total de 4.000 otorgadas por la Dirección General de Aeronáutica Civil (Dgac). Es decir, sólo el 2,1% de los pilotos en Chile son mujeres. La estadística muestra que existe una mujer por cada 46 pilotos, proporción que en 2001 (fecha del primer ingreso de mujeres a la Fach) era de una cada 500 hombres.
Interés colegiado
"¿Y por qué no? Si Chile tiene una mujer Presidenta, por qué no podíamos ser más", se pregunta Mónica Krassa, presidenta de la Agrupación de Mujeres Piloto de Chile. Además de ser oficial reservista de la Fach, ha organizado operativos médicos y puentes aéreos en diversos puntos del país junto con sus asociadas. "Aquí hay un profundo interés por la aviación. Ha de ser porque las mujeres tenemos facultades especiales para esto, y porque cada vez que podemos, allí estamos", relata.
En este selecto grupo, también figuran Lorena Salas y Constanza Riderelli, las primeras comandantes de tripulación de Lan, que pilotean aparatos como el Boeing 750 o Airbus 350, diseñados para transportar 160 pasajeros y que recorren toda Sudamérica. La primera marcó un hito en enero pasado, cuando debió pilotar y comandar una tripulación completa de mujeres.
Eso no es todo. Madeleine Dupont y María Elena Cristen, quienes en 2004 cruzaron el Atlántico en aeroplano, no son los únicos espejos de las nuevas generaciones: Bárbara Urzúa, ex ejecutiva de Eastern Airlines, es una de las únicas dos pilotos licenciadas para helicópteros en el país.
Ella recuerda que "fue muy simpático cuando fui a obtener mi primera licencia, en la Dgac la persona que me atendió estaba muy impresionada de una mujer civil que fuera piloto de helicóptero y, de hecho, revisó todos los registros para confirmarme que yo era la única piloto civil activa de helicóptero en ese momento. Entiendo que ahora somos dos".
Giuliana Diondo (18), argentina, llegó a principios de la década y cuenta que su interés nació a raíz de un hobby. "Mi abuelo fue oficial de la Fuerza Aérea Argentina, pero yo sólo pensé en esto con seriedad, cuando acompañé a una amiga en su primer vuelo".
La ecuatoriana María José Palacios decidió estudiar en Chile, "porque las escuelas son de lo mejor de Sudamérica".
La chilena Paulina Cornejo es aeromoza y estudia para piloto en el Club Aéreo de Santiago: "Mi papá es piloto y mi tío. Desde chica que ando en avión", dice.