En abril de 2009, la superiora provincial de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, sister Teresa Walsh, reunió a los profesores en el auditorio del Villa María Academy. Les informó algo que no esperaban: las religiosas dejarían el colegio. Las únicas tres hermanas de la orden no pudieron contener el llanto. El público presente, tampoco.

El mensaje de la superiora provincial fue suficiente para entender lo que las religiosas sabían desde octubre de 2008. Cada vez quedaban menos sisters en Chile, producto de las escasas vocaciones religiosas, por lo cual no se justificaba que sólo hubiese tres monjas en el colegio. Además, ya no podían hacerse cargo del lugar, debido a que tenían más de 60 años y complicaciones de salud. Ante esto, la decisión de la superiora fue que debían dejar el Villa María Academy e irse a Perú.

Sister Marie Horstmann se emociona al recordar ese momento, cuatro años más tarde: "Lo viví con pena, porque teníamos que dejar Chile. Eso fue como perder parte de mi corazón. Además, teníamos temor de que los profesores y la comunidad del colegio pensaran que los estábamos abandonando".

A nueve meses de su partida, Horstmann junto a otras tres religiosas están de vuelta por segunda vez. El objetivo de su visita -de 15 días- es revisar la dirección espiritual y educacional de las alumnas, luego de que, tras 72 años de administración, el establecimiento quedó en manos de laicos.

"Las sisters pertenecen a una congregación con vocación educativa. Por eso, llegan a Chile en 1940, para fundar el primer colegio católico femenino en Santiago que enseñaría en inglés", explica Ana María Tomassini, actual directora del recinto. Ella, además, es ex alumna y la primera laica en ocupar este cargo, que asumió en 2009.

Desde 1980, las escasas vocaciones religiosas ya eran un tema que se conversaba en la congregación. Oriunda de Filadelfia, sister Marie ya sabía lo que era retirarse de algunos colegios parroquiales o laicos, dependiente de las diócesis de las ciudades. Sin embargo, no había pasado por el mismo proceso con establecimientos de su orden. Este era el caso del Villa María de Santiago: "Fue mucho más difícil, pero la congregación nos dio tres años para una transición tranquila".

Entre abril de 2009 y diciembre de 2011, la orden pasó de tener ocho sisters a contar con sólo tres.

"Cada año mueren 30 sisters y, en igual tiempo, entran sólo tres personas a la congregación", cuenta.

Desde el momento en que se anunció la partida de las religiosas, se conformó un comité compuesto por 22 personas que, durante seis meses, delinearon tres propuestas de trabajo para guiar al colegio cuando ya no estuvieran las hermanas. Ana María Tomassini fue la encargada de presentar el nuevo proyecto ante la superiora de la congregación en Estados Unidos.

La propuesta escogida consistió en crear una fundación que representara los valores de las sisters y, paralelamente, una corporación que se encargaría de los temas metodológicos y administrativos. El directorio de esta última sería nombrado por la congregación.

El planteamiento del comité también contempló que las religiosas visitaran el plantel dos veces al año, con el propósito de evaluar la operación del colegio.

La primera vez fue en marzo. La visita de esta semana es el segundo recorrido que las religiosas hacen por el recinto. Ingresan a las salas, conversan con las estudiantes y se reúnen con los funcionarios y ex alumnas. "La idea es que sigan siempre presentes en nuestro colegio", explica Tomassini.

La mano de las sisters aún se percibe en cada detalle del colegio. Gracias a su raíz norteamericana, las clases se hacen en inglés desde prekínder a cuarto básico. Sólo educación física y lenguaje son en castellano. Además, se celebra la Independencia de Estados Unidos, el 4 de julio.

"Ese día se hace una misa de acción de gracias y más de 150 niñas participan en el show principal", dice Tomassini.

Estos detalles aún se mantienen. "Llegué aquí guagua, gracias a que mi mamá era profesora. Me crié con la tradición de las sisters", explica María Paz Donoso, quien también fue alumna y profesora.

"Se nota que el colegio quiere seguir en esta misma línea. Si las sisters tomaron esta decisión, no fue a tontas y a locas", señala Donoso, quien, además, preside el Centro de Padres. Asegura que no dudó cuando matriculó a su única hija, entre cinco hombres: "Muchos quieren estar aquí, y eso es por algo. Todas quieren volver".