Antonio Bloise (49 años) tiene dos karmas, dos cosas que no abandona y que, a su vez, son las que más adora: el club de fútbol Everton, de Viña del Mar, y la ciudad del mismo nombre. Nacido y criado en la Ciudad Jardín -donde vive junto a su mujer y sus cuatro hijos-, cuenta que cuando va a tomar un café o pasea por las avenidas de palmeras frente al mar, habitualmente la gente lo reconoce, sobre todo por su participación en el club deportivo del cual es socio, con un 27%, presidente nuevamente desde el año pasado y, según confiesa, un "fanático".
Pero si bien algunos viñamarinos lo saludan al paso por ese vínculo, su nombre trasciende al equipo de "los oro y cielo", pues Bloise encabeza AB Group, un holding que nació en 1996 y que gestiona un puñado de empresas en distintos sectores.
Con ventas estimadas para este año del orden de US$ 50 millones, de ese paraguas diverso lo más importante son los restaurantes de carnes premium que maneja bajo la marca Santa Brasa, El Gaucho y SantaBurger, y uno de corte más masivo: Don Bife. También tiene Santamasa, un recinto de pastas.
Entre todas suman 16 locales y juntas procesan una tonelada de carne diaria. Estas marcas se llevan la mitad de la facturación del grupo -unos US$ 25 millones- y forman lo que algunos han llamado "un imperio de las carnes".
Pastelero, a tus pasteles
Pero los inicios del empresario viñamarino están lejos de la carnicería. Bloise comenzó su vida laboral como ejecutivo de la desaparecida cadena de juguetes Salo, donde conoció de cerca el mundo de las promociones y que más tarde lo llevó a México, donde fue gerente y estuvo encargado de abrir una filial de la marca en ese mercado.
Se independizó en 1997 y aprovechando la experiencia de los años que vivió en México, comenzó a importar productos de Oriente, como, por ejemplo, las clásicas pelotas de plástico, que luego vendía a supermercados. También traía al país saborizantes a través de Importadora Italiana, empresa que creó en 1996.
El giro hacia el negocio de las carnes vino después. En 2000 instaló El Gaucho, una parrilla -tipo de parrillada más top- en Viña del Mar, en Avenida San Martín.
Pero ¿cómo un empresario que comenzó su carrera como ejecutivo de Salo y quiso ser panadero se transformó en carnicero?
La respuesta está en su antecesor. Antonio Bloise padre no sólo era panadero y fanático del fútbol; también de los asados. Junto a su familia solía ir al restaurante de carnes La Armandita, en la Ciudad Jardín, hasta que quebró. Fue así como su hijo decidió ingresar al negocio de las carnes. "Lo hice por darle un gusto a mi papá. Nos fue tan bien, que empezamos con el negocio", recuerda.
De las cinco marcas del grupo, la de más peso es Santa Brasa, con nueve ubicaciones y que representa un 70% de las ventas de los restaurantes (unos US$ 18,7 millones). El último local en abrir fue el del Casino Enjoy de Viña del Mar y este mes cortarán cintas de otra ubicación en Enjoy La Serena, mientras que en febrero inaugurarán en el Mall Plaza Egaña, en La Reina.
Del total de las ventas esperadas para este año, el plan es que US$ 3 millones los aporte un frigorífico que terminaron de construir hace dos meses y en el que invirtieron US$ 2 millones.
¿Crecer en Chile y fuera?
En el corto plazo, el segundo tiempo del negocio apunta al crecimiento en el mercado interno y también externo. "Tenemos propuestas en regiones y también fuera de Chile. Hay que definir si vamos por la internacionalización o por el camino local", precisa Bloise.
Interés no ha faltado, añade. Hace más de dos años el empresario estuvo a punto de abrir un local Santa Brasa en Miami, con el chileno Raimundo Onetto. "No lo descarto. Me encantaría tener uno", confiesa.
En la misma época, relata, la familia dueña de la bodega Trapiche, en Mendoza, quiso abrir una ubicación al interior de la bodega, pero la idea no llegó a puerto.
Y, recientemente, los peruanos dueños del restaurante Amoramar "vinieron a Chile a plantear la posibilidad de hacer una sociedad para abrir la marca en Lima o hacer algo con ellos", detalla el empresario.
Otro proyecto en el que avanza es el ingreso de la marca Santa Brasa a la industria del retail. Primero fue el supermercado Unimarc -con cortes premium de carne (asado de tira, entraña, lomo liso y lomo vetado) y hamburguesas premium- y pronto sumaría Walmart.
Dado lo masivo de la marca, Bloise no descarta estudiar ofertas que le puedan realizar por Santa Brasa en el futuro.
"Enfermo de Everton"
El empresario fue presidente de Everton cuando el equipo de fútbol cumplió 100 años y volvió en junio de 2014 para apoyar al plantel, luego de un año y medio alejado del club.
"Volví a la presidencia, porque soy un enfermo de Everton", afirma, mientras revisa su smartphone enfundado en una carcasa con el logo del equipo de fútbol. Su pasión es, a la vez, tradición familiar: así como su padre fue presidente, su madre jugó básquetbol por Everton.
Un dato de su "campaña" que el mismo Bloise subraya es que encabezó el proceso que finalizó con los "oro y cielo" como campeones en 2008. Ahora, su plan es dar un salto institucional y llevar al equipo a las grandes ligas. "Queremos ascender a Primera lo antes posible y, ojalá, jugar otra vez la Copa Libertadores", anuncia el empresario.
En su regreso a Everton también impulsó la construcción de una ciudad deportiva que albergará al equipo y a las series menores. Este demandará una inversión de $ 1.000 millones.
Es uno de los cuatro accionistas del equipo, un grupo formado por cuatro amigos, todos de Viña del Mar. Sin embargo, no considera al equipo como parte de sus negocios.
Con todo, desde 2006 a la fecha ha invertido $ 5.000 millones en aumentos de capital. En 2014, por ejemplo, pagó el 25% de las pérdidas, por $ 450 millones. Para 2015, "la meta es que termine sin pérdidas", sostiene. Pese a sus esfuerzos, Bloise cree que, en general, el aporte de los empresarios al fútbol "ha sido bajo".