La realidad se le cuela por todos lados a Christopher Murray (30). Es parte de su método de trabajo y es el combustible para que sus guiones caminen y lleguen más allá de la primera escena. Así fue en su primera película, Manuel de Ribera (2010), y también en El Cristo ciego (2016), su segunda cinta de ficción. Entre medio de ambas, además, ingresó a la contingencia con el documental Propaganda (2014), sobre cómo los medios tradicionales cubrieron las elecciones presidenciales del 2013.
Formado en la carrera de Dirección Audiovisual en la UC, Christopher Murray es además el gestor de la plataforma digital Mafi (Mapa Fílmico de un País), que desde el año 2012 incorpora contenidos documentales, de distintos tamaños, objetivos y formas. La curiosidad por el paisaje físico y humano de la realidad le llevó a desarrollar la película El Cristo ciego, que participará en la Competencia Oficial del Festival de Venecia que va del 31 de agosto al 10 de septiembre. Lo hará junto a Jackie, filme de Pablo Larraín sobre Jacqueline Kennedy, con Natalie Portman. Entre otros, en la lucha están las nuevas obras de Terrence Malick, Wim Wenders y Emir Kusturica.
Hace un par de semanas el director del Festival de Venecia, Alberto Barbera, se refirió a El Cristo ciego como el "descubrimiento" de esta versión. "Murray tiene un talento sorprendente para la composición de imágenes y una calidad narrativa nunca vista", decía a Screen International.
En esta propuesta de 87 minutos que debuta en la Mostra el 1 de septiembre se cuenta la historia de Michael (Michael Silva). Es una parábola de un mecánico de 30 años que vive y trabaja en la vulcanización de su padre, en el pueblo de La Tirana, en la Primera Región. Es la misma edad que tenía Jesús cuando salió a peregrinar y Michael dice haber tenido una revelación divina. Se siente un elegido, pero en el pueblo creen que está loco.
Una tarde se entera de que un amigo de infancia agoniza en una localidad cercana, y Michael decide partir a sanarlo. Pretende un milagro y haciéndose eco del peregrinar de los fieles más entregados, va descalzo. En la ruta, conocerá a distintos tipos humanos, desde vagabundos hasta ex drogadictos. Pasará por diferentes pueblos, asistirá a bautizos en el río y habrá un grupo de personas que lo sigan, a la antigua usanza bíblica.
"Empecé escribiendo esta película en el 2011 como una historia sobre una especie de Cristo chileno. Contar una especie de parábola bíblica, pero en el norte del país, que creo tiene conexiones geográficas con los territorios de los mitos bíblicos. Yo no soy religioso, pero me interesa la religión sobre todo por dos razones : es un misterio gigante y está enraizada en problemáticas concretas, en vacíos de la sociedad. En Chile, la religión es una forma de construir sentido ante carencias sociales evidentes", explica Murray sobre una cinta donde las insuficiencias sociales están implícitas en esta trama de contornos místicos.
La cinta se rodó durante cinco semanas en la zona de la Pampa del Tamarugal, entre los pueblos de La Tirana y de Pisagua, pero también con incursiones en la Quebrada de Mamiña. Sólo Michael Silva (Sudamerican rockers) es actor profesional en un elenco conformado por personajes de la zona. Aún más: las historias que acontecen son, muchas veces, casos recreados por sus propios protagonistas. Uno de ellos es un ex sicario que pasó por la cárcel y se reconvirtió en pastor evangélico, hombre de capital importancia en la historia. "El vestuario de la película es la ropa que la gente tenía en sus roperos. Los diálogos son, en varias oportunidades, conversaciones que escuché en una esquina. Los habitantes se incorporaron creativamente a la película, dándonos detalles, sugiriéndonos de qué color podía ser una muralla, que luz había que usar, que árboles mostrar, que conversación tener. Nosotros tocábamos las puertas de las casas y la gente creía que era para pedir que salieran de extras, de figurantes. Y no era eso. Nos interesaban sus vidas", explica el realizador, quien especifica que el guión sólo lo termino tras cuatro años de ir y venir al norte."No tendría la capacidad de crear una película desde cero. Tampoco me interesa".
Con música del compositor ruso Alexander Zekke (El verano de los peces voladores) y fotografía de Inti Briones (Matar a un hombre), El Cristo ciego se inicia con un pasaje casi de fábula: dos niños recorren el desierto y uno de ellos clava su mano en las espinas de un Tamarugal, esperando que Dios cure las heridas en forma milagrosa. Pasan las horas y no llega ninguna señal del cielo.
Lo que sí hay es una ominosa e inquietante banda sonora de cuerdas que aprieta el estómago, y que desaparece tras un corte que nos trae a tiempos actuales. A una época en que Michael ya cree que llegó la hora de salvar a su amigo del alma.