Ha dedicado más de 45 años a arreglar autos Volkswagen en Concepción. Desde su taller, Hernán Bustos cuenta cómo se ha transformado en uno de los últimos mecánicos dedicados íntegramente a la marca alemana. Sus especialidades: el escarabajo y el furgón Kombi.

"La gente viene porque yo soy el único que sabe las mañas que tienen estos motorizados. Con los años que tengo en el rubro, sólo con escuchar el ruido uno sabe el desperfecto que tiene y lo puede arreglar, buscando el repuesto adecuado", asegura este penquista de 68 años, cuyo prestigio, dice, se ha extendido por todo el país. "Ha venido gente de Temuco y Chillán. Incluso desde Santiago, para que les revise sus autos. Para mí es un orgullo y espero continuar hasta que me dé mi condición de salud", dice.

Recuerda que el primer acercamiento que tuvo con estos motorizados (llamados Volkswagen Tipo 1 o Beetle, y que nacieron en la ciudad de Wolfsburgo, en 1938) fue en 1966, cuando lo trasladaron desde los campos de golf de Concepción, donde trabajaba como caddie, a un galpón ubicado en el centro penquista. "Unos germanos que jugaban me llevaron al Taller Ascencio, donde llegaban sólo autos Volkswagen, y me enseñaron el oficio. De ahí comencé a dedicarle mi tiempo y no he parado".

Cuenta que estuvo una década trabajando junto con los teutones y después se independizó. "Les tomé el gusto a la grasa, los motores y, sobre todo, a la marca".

Y, obviamente, el auto en el que se desplazaba era un escarabajo. "Es un clásico y nunca pasará de moda. Dentro de las virtudes que tiene es que son vehículos firmes y estables. Pueden correr hasta 80 kilómetros por hora, por lo que la velocidad no es su fuerte, pues tiene el cambio hasta la cuarta. Son muy especiales y por eso la gente les tiene tanto cariño", cuenta.

Para él, la mejor época fue la década de los 80, pues había cuadras de distintos modelos estacionados afuera de su casa, ubicada en el sector Lorenzo Arenas, esperando que fueran atendidos. "Tuve problemas con los vecinos, pues era mucha la demanda y no cabían en mi hogar. Varias veces, Carabineros me sacó partes, porque no podían permanecer en la calle". Y recuerda que en esos tiempos los modelos Kombi eran furor como furgones escolares.

Sin embargo, la prosperidad tuvo un bajón a mediados de los 90: "Llegaron muchas marcas y estuvieron de capa caída. Fue complicado y tuve que adaptarme, porque a la gente ya no le gustaba. No es como ahora, que la gente los busca bastante y son escasos".

En el círculo de los fierros, le dicen "doctor de los escarabajos". El sólo comenta que gracias a esa pericia pudo criar a sus cuatro hijos. "Sólo uno sacó el cariño por la marca", sonríe. Y agrega que tiene un ayudante que está aprendiendo todas las técnicas para seguir con el legado, que comenzó en 1952, con el primer embarque que llegó a Concepción. "Quiero que la tradición perdure por varias generaciones", confiesa.