Salió de Chile en 2006 para ir a Europa a aprender de vinos, y en un año dio media vuelta al mundo persiguiendo prácticas en viñedos de España, Oceanía y Norteamérica. Lo que no sabía Oscar Garrido Lira (36), agrónomo y máster en viticultura y enología de la Universidad Politécnica de Madrid, es que en sus dos últimas paradas lo que conquistaría su paladar no sería el vino de la zona, sino las producciones de cerveza.

Y es a ese negocio al que hoy dedica sus días, a los pies de La Campana, en Olmué, donde privilegiado por los constantes días de sol, produce ecocervezas con uso energía solar dentro de su proceso.

"Me titulé de agrónomo en 2004, trabajé dos vendimias y decidí ir a perfeccionarme a la Universidad Politécnica de Madrid. Hice práctica en la bodega Jiménez-Lando por cuatro meses y surgió una opción de ir a Nueva Zelandia. Me fui pensando en hacer currículo para el vino, tener experiencia, buen ambiente y, además, perfeccionar mi inglés", cuenta el enólogo.

Se instaló en una casa rodante afuera de la viña Akarua, en Cromwell ( Nueva Zelandia), "justo a la altura de Chiloé en el mapa", detalla. Junto a su compañero de internado pasaron cuatro meses y descubrieron que la misma viña producía cervezas. "Era una producción muy pequeñita, tipo boutique, y ahí empezó el acercamiento. Nos arrancábamos a ayudarles, hacíamos el barrido de mostos, mirábamos el proceso, queríamos aprender", dice.

El mismo compañero de internado, que era norteamericano, sería luego su contacto para llegar a California del Norte, en Estados Unidos. "Ahí todas las salidas de la bodega daban a la plaza del pueblo y estaba una famosa cervecería artesanal. Todos salían del trabajo y pasaban por una cerveza, la variedad era inmensa y muy buena calidad, y así fui degustando, probando, hasta que quise seguir en esto", confiesa Garrido.

Al regresar a Chile, en 2008, se insertó como enólogo en la viña Fournier de San Javier, y un año y medio después, en Casas del Bosque y en Viña Quintay, donde se quedó dos años pero con su mente puesta en hacer su propia cervecería.

"Me compré los equipos para hacer cerveza casera y empecé siguiendo lo que había visto en Estados Unidos y Nueva Zelandia. Allá, las cervecerías pequeñas usaban energía solar, entonces postulé a un fondo Sercotec y lo gané", dice. Luego, "fuimos probando, porque es un proceso nuevo, muchos creen que es caro, poco seguro, pero no es así y aquí en Olmué el sol abunda", sostiene.

Hoy, en su microcervecería Granizo, situada en una propiedad familiar a los pies del cerro La Campana y en medio de un verde paisaje, produce cerca de 2 mil botellas al mes de Bohemian Lager (estilo Pilsner 5°), Pale Ale (estilo Extra Special Bitter 5,5°), Imperial Stout (7,8°) y la Indian Red Ale (7°), hoy en proceso de maduración y que será lanzada a fines de este mes.

"Tengo dos colectores solares que me sirven para lavar el grano, la malta. Esto se hace por media hora a 75° entre la maceración y cocción. Aquí ahorro cerca de un 20% de costos por 500 litros de agua, pero sobre todo evito el uso de gas y la emanación de gases al ambiente y a la reserva de la biosfera en que estamos insertos. Somos conscientes y creemos en la producción natural y eso ha sido destacado", explica.

En un día de invierno, la temperatura del agua llega a 40°, y en verano, a 50°, aunque con tres días de sol, que en Olmué son comunes, sube a los 90°. "Eso me permite hacer un cocimiento de 500 litros de agua (para lavar 150 kilos de malta)", señala Garrido. Tras la producción completa de sus cervezas, en un tiempo de 10 horas, dos meses después la bebida llega a su punto exacto de fermentado y maduración. "El embotellado lo hago solo y con mi mujer, y un amigo nos hizo las etiquetas que son paneles fotovoltaicos", muestra.

Con distribución en bares del Barrio Yungay y Brasil, en la Región Metropolitana, y en un bar olmueíno, a corto plazo el enólogo cervecero proyecta convertir la totalidad de su sistema eléctrico solar usando paneles fotovoltaicos.