Carlos Carmona es callado, lejano a las cámaras. Bajo perfil. Un cercano al jugador asegura que "lo único que él encuentra malo de ser futbolista es que hay que dar entrevistas". Su personalidad se contradice con un currículum único, pues una vez que debute en Sudáfrica 2010 se convertirá en el segundo jugador chileno en participar de tres mundiales. Hasta ahora, sólo Elías Figueroa ha vivido ese honor, en las citas adultas de 1966, 1974 y 1982. Y el coquimbano tiene años para superar esa marca.

El volante fue a los mundiales juveniles de Holanda 2005 y Canadá 2007 y se perfila como titular para el 16 de junio, cuando la "Roja" enfrente a Honduras. Pero tras ese día, Carmona seguirá siendo el mismo; la fama nunca se le ha subido a la cabeza.

Carlos Emilio Carmona Tello nació en Coquimbo el 21 de febrero de 1987. Comenzó a jugar a la pelota a los cinco años. Chuteaba desde que caminaba, pero fue a esa edad que su mamá, Jacqueline Tello, lo llevó a probarse a Coquimbo Unido. "Lo encontraron muy chico y no lo quisieron recibir, pero yo les dije que lo probaran antes de rechazarlo. Lo vieron y lo dejaron", cuenta su madre. Por esos días, los "Piratas" jugaban la Copa Libertadores.

El mayor de tres hermanos, tuvo en su padre, Carlos, y su madre, grandes apoyos, pero fueron fundamentales también sus abuelos paternos, Norman y Mariluz, con quienes prácticamente vivió toda su niñez, mientras sus padres debían salir a trabajar, así como su tío Roberto Tello, ex jugador de las inferiores del club coquimbano, y quien lo llevó a su escuela de fútbol. Antes jugaba en "Los Piratitas", pero su tío compró el pase en 80 mil pesos y se lo llevó a su escuela de fútbol, en Pan de Azúcar.

Siempre fue "10". Fue llamado por César Vaccia a la Sub 17 con 15 años, pero al final quedó fuera porque era muy pequeño. "A los 12 lo vinieron a ver de Colo Colo. Vino el papá de Marcelo Espina (Marcelino, quien trabajaba para el club), pero tendría que haberse ido a Santiago y estudiar allá y era chico para hacer eso", recuerda la mamá de Carmona.

El salto al profesionalismo

No especialmente hábil en los estudios, cuando salió del colegio pidió permiso para probar como futbolista un par de años. La apuesta fue certera. En el Apertura 2004, aún con 16 años, debutó por el cuadro adulto de Coquimbo Unido. Fue asunto de méritos y de los otros también. Ese año no había plata para refuerzos y a Raúl Toro se le dio la orden de armarse con la cantera. El DT lo puso como volante por la izquierda, porque en la creación el puesto era de Nicolás Corvetto. Se adecuó inmediatamente: "Siempre he dicho que la principal virtud de Carlos es que es muy bueno tácticamente, muy disciplinado, muy dúctil", señala su tío Roberto.

En 2005 fue finalista del Apertura, que ganó Unión Española, campaña en la que Carmona estuvo presente en 13 de los 26 encuentros. Ese mismo año fue su debut mundialista, en Holanda, donde jugó dos duelos. Con 18 años era el menor del plantel.

Dos años después tuvo más suerte: como capitán alcanzó el tercer lugar, en la cita juvenil de Canadá. Allí José Sulantay lo puso como mediocampista por la derecha, otra apuesta acertada. El técnico coquimbano lo conocía desde chico, pues había estado a cargo de "Los Piratitas". Fue el empujón que necesitaba: en 2008 fue segundo en el Esperanzas de Toulon, se fue a Reggina y se ganó un lugar en la adulta, "recomendado" a Marcelo Bielsa por Eduardo Berizzo. El ayudante apostó y no se equivocó.