La reacción del pueblo japonés frente al devastador terremoto grado 9 Richter del viernes 11 de marzo, el posterior tsunami con olas de 10 metros, y la actual crisis nuclear, ha llamado la atención mundial por el temple y resiliencia demostrada por la gente. En conversación con La Tercera, Kozy Amemiya, doctorada en sociología y profesora asociada del Japan Policy Research Institute de la Universidad de San Francisco, señala que el crítico panorama ha sacado a relucir características históricamente conocidas del pueblo nipón, como el honor, el orden, el deber y la estructura.

"Viví en Japón hasta comienzos de la educación media y hacíamos simulacros de terremotos dos veces al año. Nos teníamos que poner debajo de las mesas, después salíamos al patio y luego íbamos hasta los centros de evacuación. Se esperaba un gran terremoto, especialmente en el área de Tokio. En todos los niveles del gobierno se preparó a la gente. Entonces, ellos sabían dónde ir y en la zona costera sabían que los podía afectar un tsunami, tenían una ruta de evacuación para cuando ocurriera. Creo que el sistema los preparó física y psicológicamente", dice.

¿Cómo se explica la templanza que ha mostrado el pueblo japonés tras la tragedia? No se ven escenas de desconsuelo y muchos han vuelto a sus trabajos.

Le contaré una anécdota. Tengo un amigo que trabaja desde su casa en los suburbios, pero su esposa lo hace en Tokio. El día después del terremoto, su esposa le dijo que iba a ir trabajar. El le respondió que ella no era tan importante en su oficina y era mejor que se quedara en casa. La mujer decidió ir a su trabajo, le tomó mucho tiempo llegar y una vez allí no se podía trabajar porque habían cosas destruidas, así es que le dijeron que se fuera a casa y le tomó muchas horas regresar. En japonés la palabra trabajo implica un sentido de responsabilidad, entonces la gente pone este sentido de la responsabilidad en lo que hace. El trabajo no es sólo un medio para ganarse la vida, sino también algo muy cercano a la identidad.

Se tiene la imagen de que el pueblo japonés valora el trabajo grupal por sobre el individualismo ¿Podría eso explicar su reacción tras el terremoto?

Creo que para la gente es importante, en su vida diaria la cooperación dentro de un grupo, ya sea en la comunidad, en el colegio, en el trabajo. Es por eso que se ve un orden en los refugios de evacuación, en la gente cuando se traslada al trabajo, en los centros de distribución. Ahora, creo que esto también puede actuar negativamente, como una presión social para conformar a la tendencia dominante, ya que no se les da a los individuos la libertad para optar o tomar un camino diferente. Aquellos que, por alguna razón, no pueden participar en los actos de cooperación pueden ser considerados ciudadanos de segunda clase. Por eso, en las últimas décadas se ha puesto un énfasis en la individualidad. Pero frente a los desastres, los japoneses pueden usar su sentido de cooperación.

Este énfasis en la individualidad del último tiempo ¿ha ido en desmedro de valores tradicionales de la cultura como el honor?

La sociedad ha sufrido cambios con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Uno ve a muchos jóvenes que destacan su individualidad, mediante la moda y su comportamiento no conformista, hay algunos programas de televisión en los que se humilla a la gente, entonces se puede pensar que el honor y la vergüenza ya no son predominantes. Pero el honor y las obligaciones hacia la familia, los estudios, el empleador, aún guían el comportamiento de las personas. Es así como existe un deseo por los estudiantes por entrar a las mejores universidades y obtener buenos trabajos, así le llevan honor a su familia. No es raro ver que los ejecutivos de las empresas se avergüencen de sus acciones y pidan disculpas en caso de haber cometido errores.

¿Los suicidios de presidentes de compañías o gerentes por la crisis económica fueron un acto de honor?

El suicidio no tiene relación con el honor en estos casos. El suicidio se relaciona con la responsabilidad. Los presidentes y propietarios de compañías que se suicidaron sentían una gran responsabilidad frente al negocio, a los trabajadores y tomaron la decisión por la presión de esa responsabilidad. En algunos actos, en los que se arriesga la propia vida hay honor, porque ahí hay un compromiso.

Pese a este sentido de comunidad ¿cree que la reacción ha sido más bien pasiva, considerando lo que ha ocurrido?

Los japoneses toman los desastres como son y los aceptan. Si hay algo más grande de lo que son, no pueden hacer nada al respecto, tienen que aceptarlo. Esto puede venir en parte del budismo. La mayoría de la gente tiene un respeto por la naturaleza, no se puede pelear contra ésta. La paciencia que ha tenido la gente, pese a las duras dificultades que han debido enfrentar, sorprende. Sólo ahora veo más frustración, porque hace mucho frío y no hay suficiente combustible para calefacción.

Llama mucho la atención que no hayan imágenes de saqueo como tras la tragedia en Chile y en otros lugares.

Se relaciona con la responsabilidad con la comunidad que hay en Japón. Cuando uno se siente un miembro responsable de una comunidad el saqueo no es una posibilidad. Se pusieron máquinas expendedoras de café, bebidas, té y otros alimentos, para que la gente sacara lo que necesitaba, algunas no funcionaban por problemas de energía, pero ninguna había sido rota o quebrada, como sucedió en Nueva Orleans luego de Katrina. Eso no pasa en Japón. En Japón las personas cuidan de los demás, sienten un compromiso con el resto de las personas, por eso no hay saqueos.

¿Cree que la crisis nuclear dañe el orgullo japonés sobre los avances y las capacidades del país?

No creo que el público en general vea dañado su orgullo nacional. Este ahora estará puesto en la reconstrucción. Es de esperar, eso sí, que demanden más responsabilidad de las autoridades, para que no se repita.

¿Qué significa para la población japonesa que el emperador haya hablado tras 22 años?

No lo sé, porque para la gente joven, la realeza y la dinastía no tienen importancia. Cuando el príncipe buscaba una novia, las mujeres de la clase alta que podían ser candidatas de la corona, no querían serlo. Eso es un cambio dramático respecto a cuando se casó el actual emperador, cuyo matrimonio causó gran expectación.