Si hay un concepto que se repite en el Palacio de Tribunales para definir al recién nombrado presidente de la Corte Suprema es su estilo extrovertido y de trato directo y amable para relacionarse con las personas. A sus 72 años de edad, Rubén Ballesteros Cárcamo aún mantiene vigentes los recuerdos y el estilo de vida que conoció en su natal Chiloé. Nacido en 1932, es casado y tiene dos hijos.

Estudió Leyes en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, ex sede Valparaíso. Su carrera judicial la inició en 1972, como secretario del Segundo Juzgado de Letras de Puerto Montt. Dos años más tarde fue nombrado relator de la Corte de Apelaciones de la misma ciudad y, en 1976, asumió como titular del Juzgado de Letras de Osorno.

Por esos días y en pleno régimen militar le tocaría presidir los denominados consejos de guerra.

"El artículo 85 del Código Militar expresa claramente que los jueces de Letras tienen la obligación de presidir los consejos de guerra", dijo Ballesteros en 2005, reconociendo lo que hasta esa fecha era una interrogante.

En 1978 asumiría como juez de Letras de Valdivia y su mayor salto, hasta esa fecha, lo alcanzaría en 1983, al llegar a convertirse en miembro de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt.

Durante 10 años ocupó este cargo, que dejaría en 1993, cuando fue designado como miembro de la Corte de Apelaciones de Santiago.

En 1998 fue nombrado ministro en visita para investigar el crimen de la asistente social y asesora del Ministerio de Vivienda Viviana Casanueva, donde se investigó como principal sospechosa a la matrona Ema Pinto.

Un año más tarde y mientras se encontraba en prisión, la profesional terminaría suicidándose, sin confesar la autoría del crimen. Ballesteros terminaría cerrando el caso.

Además, su trayectoria como ministro lo hizo cercano a causas de derechos humanos, donde privilegió aplicar la Ley de Amnistía a miembros de las Fuerzas Armadas y de Carabineros que se encontraban procesados, hecho que generó los cuestionamientos de las agrupaciones de familiares de ejecutados políticos y de detenidos desaparecidos.

Las críticas se hicieron aún más fuertes cuando, en 2005, el entonces Presidente Ricardo Lagos propuso su nombre como nuevo integrante de la Corte Suprema, en reemplazo del ministro Humberto Espejo. La decisión del mandatario generó cuestionamientos al interior de la Concertación, especialmente en el Partido Socialista.

Pese a ello, el Senado terminaría confirmando el nombre de Ballesteros, por 34 votos a favor y 10 en contra. Seis años pasaron desde que llegó al máximo tribunal del país para convertirse en su mayor representante.

En 2008 y en el marco de la investigación por el crimen del martillero público Fernando Oliva, la Corte Suprema nombró a Ballesteros para indagar al ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Lamberto Cisternas.

En uno de los correos electrónicos incautados a Dante Yutronic, que fue contratado por Gerardo Rocha, principal sospechoso del crimen de Oliva, éste esbozaba un supuesto tráfico de influencias entre el martillero y el ministro. Ballesteros interrogó a Cisternas y, finalmente, la causa fue sobreseída.

Desafíos

Ayer, tras su primer encuentro con los medios de comunicación, Ballesteros expresaría que uno de sus objetivos que espera alcanzar en su presidencia es "que toda la gente, usuaria del Poder Judicial, todas las personas que tienen inquietudes tengan la plena seguridad de que la presidencia para mí no va a ser nunca un instrumento de denegación ni nada por el estilo en materia de derechos de todos los ciudadanos del país".

Para el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales, Juan Enrique Vargas, la llegada de Ballesteros a la presidencia del máximo tribunal del país no debería marcar mayores diferencias al trabajo desarrollado por Milton Juica. "Creo que Rubén Ballesteros va a ser un buen presidente. Es una persona que conoce muy bien el poder judicial, tiene una larga historia y trayectoria, y va a tener una línea de trabajo bastante similar a la que viene desarrollándose actualmente. No veo que haya cambios muy abruptos", dijo Vargas.

Una posición similar tuvo el diputado RN Cristián Monckeberg, integrante del Consejo de Seguridad Pública. Para el parlamentario, uno de los desafíos más importantes que tendrá la nueva autoridad será trabajar, en conjunto con los otros poderes del Estado, en "mejorar la actual situación carcelaria. Tenemos la reforma a la justicia civil, que es importantísima, por lo tanto, hay una serie de temas que son importantes y que para que salgan adelante tiene que haber buena relación con el presidente de la Corte Suprema".