La jornada de trabajo comienza a las 9 AM, pero probablemente comience sus funciones una hora más tarde. En tanto, se entretiene en las redes sociales, leyendo el diario o tomando un café con los compañeros; bebida que se ingiere con la excusa de estar más despierto y alerta para la jornada laboral que le depara. También es posible que simplemente "saque la vuelta" sin necesidad de recurrir a los divertimentos virtuales. Simplemente, está "en otra", haciendo avioncitos de papel.

Las personas que responden a estas características carecen de la capacidad de mantener la atención. Se desconcentran con facilidad ante estímulos externos, lo que les impide realizar cualquier tarea en un tiempo reducido. Es una condición no exclusiva de los adultos, sino que se incuba desde la infancia, incluso dando nombre a un conocido padecimiento moderno: el déficit atencional.

No obstante, investigadores de diferentes universidades en Estados Unidos, como la de Memphis y Michigan, se han centrado en descubrir los beneficios de no prestar atención, con el fin de mostrar que, aunque genera problemas si resulta excesiva y recurrente, la desconcentración moderada puede estar siendo desestimada como una ventaja.

Sesenta estudiantes de diversos campos, desde las artes hasta las ciencias exactas, fueron parte de la investigación. Se les preguntó si habían sido premiados en alguna materia o si destacaban especialmente en una disciplina relacionada a su área de estudios. Tanto los candidatos del área científica como los del área artística que fueron diagnosticados con dificultades para mantener la atención resultaron tener una ventaja creativa con respecto a sus compañeros más concentrados, además de presentar mejor desempeño. También eran más propensos a la generación de nuevas ideas. A la misma conclusión llegaron investigadores de las universidades de Toronto y Harvard, quienes reclutaron a 86 estudiantes para una prueba que mediría su capacidad para ignorar estímulos externos, como el ruido del aire acondicionado o una conversación a sus espaldas. Una habilidad que podría garantizar un alta productividad y eficiencia a la hora de realizar alguna tarea.

Los estudiantes de literatura fueron los más vulnerables a desconcentrarse. Al revisar su desempeño académico, registraban un historial creativo importante, así como un alto coeficiente intelectual. Esto se debe, según los autores del estudio, a que la incapacidad de focalizar la atención asegura una mezcla más diversa y enriquecida de pensamientos, pues son personas que filtran una gran cantidad de información proveniente de su entorno, al no poder ignorarla.

Además, los investigadores destacan la habilidad de los desconcentrados para considerar muchas más posibilidades en comparación a quienes no les cuesta mantener la atención. A éstos últimos, cuando se les presenta la necesidad de resolver un problema, suelen responder con la primera solución que se les viene a la cabeza y que suele ser la más obvia. En cambio, los distraídos son más propensos a considerar datos que pueden parecer irrelevantes y que les inspiran otros pensamientos: cuando no saben dónde buscar, terminan por indagarlo todo.

Sin embargo, y a pesar de los beneficios cognitivos para los menos atentos, los investigadores destacan que la desconcentración constituye una ventaja para ciertos grupos de personas que logran desarrollar tales beneficios. Para otros, andar con la cabeza en las nubes puede representar una incapacidad de seguir instrucciones y de realizar ciertas actividades. En el caso de los "distraídos creativos" quizás sea mejor dejarlos tomarse su café, ya que pueden estar generando nuevas ideas.