uan Pablo II era conocido por ser el Papa de las sorpresas, siempre haciendo cosas que los pontífices simplemente no habían hecho antes. Con la elección de Benedicto XVI, muchos creyeron que la era del papado de las innovaciones había terminado, considerando que Benedicto siempre había sido un hombre de tradición y que las líneas principales de su papado fueron bastante predecibles, considerando las preocupaciones teológicas y culturales que había expresado a lo largo de su vida pública.

Al final, sin embargo, Benedicto XVI demostró tener la capacidad de verdaderamente sorprender, convirtiéndose en el primer Papa que renunció voluntariamente en siglos y en ser el primero en hacerlo en una era saturada mediáticamente.

Reconociendo lo que él llamó su "incapacidad para ejercer adecuadamente el ministerio que me habían encomendado", Benedicto anunció que renunciará a las 20 horas de Roma el 28 de febrero.

Inmediatamente, la decisión de Benedicto consiguió un amplio elogio, por su acto responsable y humilde, y surgieron una serie de preguntas. La principal: ¿Cuál exactamente será el rol del Papa retirado? Naturalmente, muchos ya han empezado a especular sobre quién podría capturar los dos tercios de respaldo en el Colegio Cardenalicio que se necesitan para tomar el mayor cargo de la Iglesia.

La decisión de Benedicto también significa que el debate sobre su legado está ahora oficialmente abierto y, con todas las cosas, es probable que se realicen diferentes veredictos, dependiendo de quién haga la evaluación.

Considerado como uno de los teólogos católicos más expertos de su generación, Benedicto XVI era lo que los historiadores eclesiásticos llaman un "Papa de enseñanza", más que un gobernador. Su pasión fue invertida en sus documentos de enseñanza, sus discursos en los viajes al extranjero, su regular catequesis en el Vaticano, y los tres libros sobre la vida de Cristo que publicó. Esta enseñanza a menudo impactó a la gente profundamente y, sorprendentemente, sin una visión ideológica.

Incluso, algunos de los más duros críticos del Papa en otros frentes expresaron admiración. Cuando Benedicto lanzó su encíclica Deus Caritas Est en 2005, sobre el amor humano, los aplausos vinieron del teólogo suizo Hans Küng, un antiguo colega de Joseph Ratzinger y una voz destacada para los católicos liberales disidentes.

"Papa Ratzinger asume con su inimitable estilo teológico una riqueza de temas del eros, de amor y caridad", dijo Küng. El llamó la encíclica "una buena señal" y expresó la esperanza de que sería "recibida calurosamente con respeto".

Muchos observadores creen que cuatro importantes discursos oficiados por Benedicto XVI (en Regensburgo, Alemania, en 2006; en el Colegio de Bernardinos en París, en 2008; en Westminster, Londres, en 2010; y en el Parlamento alemán, en 2011) serán recordados como piezas maestras, ya que expusieron la base para una simbiosis entre la fe, la razón y la modernidad.

Benedicto nunca se convirtió en el favorito de los medios como lo fue su predecesor, sin embargo, él consiguió una impresionante plataforma pública. Sus viajes atrajeron multitudes entusiastas y las audiencias de público excedieron a las de Juan Pablo en cifras. Incluso desarrolló un toque popular, lanzó su propia cuenta de Twitter y un inspirador libro para niños escrito supuestamente por su gato, Chico.

Eso sí que, por cada triunfo, el Pontífice se corrió apresuradamente hacia una crisis.

El discurso de Benedicto en Regensburgo desencadenó una protesta islámica, debido a la cita de un emperador bizantino que vinculó a Mahoma con la violencia. Las iglesias fueron atacadas en Cisjordania y en Gaza, mientras que una religiosa fue asesinada en Somalia. En el primer aniversario de este incidente, un sacerdote misionero fue asesinado en Turquía.

Fue un presagio de las cosas que vendrían. En 2011, los periodistas italianos Andrea Tornielli y Paolo Rodari publicaron un libro de 300 páginas documentando las crisis más famosas durante los años de Benedicto, entre las que se incluyeron:

Los escándalos por abuso sexual, que explotaron en Estados Unidos en 2002 y que de ahí se extendieron por Europa en 2010. La segunda oleada implicó una examinación crítica de los antecedentes de Benedicto XVI, entre los que estaba un caso cuando era él era arzobispo de Munich, a fines de la década de los 70, en el que un sacerdote pedófilo fue pasado por alto, y otras instancias bajo su supervisión vaticana. Como Papa, había una crítica persistente sobre que las disculpas de Benedicto y las reuniones con las víctimas no iban a la par con las acciones, entre las que se incluyó que no se declarara responsables a los obispos involucrados en los hechos.

La decisión de Benedicto XVI, en 2007, de desempolvar la misa en latín, incluyendo una controvertida plegaria de Viernes Santo sobre la conversión de judíos. El Vaticano, finalmente, revisó la plegaria, para satisfacer las preocupaciones judías, lo que hizo preguntarse por qué nadie pensó en hacer algo antes de que se desatara la tempestad.

El levantamiento de la excomunión de cuatro obispos en 2009, entre los que estaba uno que negó que los nazis hayan usado las cámaras de gases y que señaló que la evidencia histórica está "inmensamente en contra" de que Adolf Hitler sea el responsable de la muerte de seis millones de judíos. El asunto provocó que un angustiado Benedicto escribiera una carta personal a los obispos del mundo, pidiendo disculpas por la forma en que había sido manejado el asunto.

Los comentarios hechos por Benedicto a bordo del avión papal cuando viajaba hacia Africa en 2009, sobre que el uso de condones hace que el sida empeore. Entre otras cosas, esas palabras provocaron la primera censura a un Papa por parte del Parlamento de una nación europea (Bélgica), mientras que el gobierno español transportó un millón de condones a Africa como señal de protesta.

Es una muestra de cuán mal eran a veces las cosas, y esto está lejos de ser la lista completa.

Los autores también podrían haber incluido el viaje de Benedicto a Brasil en 2007, donde pareció sugerir que las personas indígenas deberían estar agradecidas de los colonizadores europeos; un traspié para un decreto de 2009, en el que se quería santificar al controvertido Papa Pío XII; y el surrealista caso "Boffo" en 2010, en el cual altos asistentes papales habían fabricado documentos policiales falsos para difamar a un periodista católico italiano: los documentos señalaban que él había acosado a la novia de un hombre con el que quería tener una relación homosexual.

Este patrón fue creciendo con el famoso "Vatikleaks" en 2012, que involucró una marea de documentos secretos del Vaticano que aparecieron en los medios italianos. La denuncias más serias que aparecieron fueron de corrupción financiera y nepotismo. Una investigación terminó con el arresto, el juicio, condena y perdón de Paolo Gabriele, un laico italiano casado que había servido como mayordomo de Benedicto desde 2006, por ser espía. Para muchos analistas, el asunto capturó las luchas internas, encubrimientos y desorden del Vaticano.

Para ser justos, los antecedentes de Benedicto como líder también incluyen algunos avances. Principalmente, él designó gente de integridad personal para los puestos más altos; comprometió a la Iglesia a muchas reformas sobre abuso sexual; y lanzó una inspección sobre las políticas de lavado de dinero en el Vaticano. Sin embargo, las historias de disfunción hicieron que esto fuera difícil de explicar.

Benedicto XVI, en gran medida, demostró claridad en geopolítica y rara vez se puso al frente de la historia como Juan Pablo II. Su foco estuvo más en la vida interna de la Iglesia, llamándola a un sentido más fuerte de la identidad católica tradicional frente a una era altamente secular. En ese sentido, Benedicto XVI consolidó la dirección "evangélica" más conservadora establecida por Juan Pablo.

En forma repetida, Benedicto condenó el matrimonio del mismo sexo, el feminismo radical y una "ideología de género", gatillando un impasse con grupos de mujeres, liberales seculares y el ala más progresista de sus propios feligreses. El dirigió la práctica de la liturgia, una pasión especial, de un modo más tradicional. Al mismo tiempo, algunos aspectos de su enseñanza también irritaron a la derecha, entre los que se incluyen su crítica al capitalismo y su fuerte énfasis en el medioambiente, por el que fue apodado "el Papa verde".

El Pontífice podía también ejercitar el músculo de la disciplina. Una fuerte medida fue lanzada en la Conferencia de Liderazgo para las Mujeres Religiosas, el principal grupo para líderes de órdenes femeninas en Estados Unidos; teólogos liberales fueron censurados, entre los que estaban respetados sacerdotes irlandeses y la hermana Margaret Farley en Estados Unidos; el sacerdote estadounidense Roy Bourgeois fue excomulgado por su respaldo a la ordenación de mujeres.

Al final, el primer boceto de la historia se reduce a esto: Benedicto XVI fue un intelectual magnífico, una mezcla de director ejecutivo, introvertido como estadista, y un líder religioso cuya "política de identidad" animó a unos y horrorizó a otros.

Al margen de lo que se pueda decir, nadie disputa que Benedicto XVI fue un crítico cultural agudo. Pidió que se respondieran interrogantes tanto para la Iglesia como para el mundo, y ofreció sus propias respuestas provocativas; de este modo, probó que al catolicismo institucional aún le queda gas intelectual en el tanque. En ese sentido, el primer ministro británico, David Cameron, podría haber entregado el mejor epitafio al momento de hacer la despedida del Pontífice en el aeropuerto de Birmingham, el 20 de septiembre de 2010, tras cuatro días viajando por Escocia e Inglaterra.

"Santo Padre", dijo, "usted nos hizo sentarnos y pensar".