La belleza fue sin duda su gran obsesión. Claudio Bravo dedicó su vida a crear prodigiosas pinturas y a rodearse de exquisitos objetos y obras de arte en todas las casas que habitó tanto en Chile, España como en Marruecos, donde falleció en 2011, a los 74 años, de un ataque cardíaco. El pintor que brilló desde niño por ser un talento del hiperrealismo, y que consiguió el reconocimiento retratando a la nobleza y aristocracia europea, terminó sus días en su residencia de Taroudant, donde vivía como un príncipe. Sus largas sesiones de pintura culminaban con caminatas por su finca y visitas a su criadero de finos caballos árabes. Tuvo varios empleados, entre los que destacó su brazo derecho y amigo más cercano, Bachir Tabchich, quien heredó la casa y los objetos que la decoraron, incluyendo muebles, esculturas en bronce del siglo XIX que Bravo combinaba con obras contemporáneas de artistas como Picasso, Warhol y Bacon.

El próximo 13 de julio, parte de este acervo será rematado por la casa de Christie's en Londres, en una subasta inédita para los colecccionistas del chileno. "Esta subasta fue iniciativa de Bachir, quien tiene una familia enorme, con nueve niños y que debe hacerse cargo del funcionamiento de la casa. En Marruecos la tierra no puede ser comprada por extranjeros, así que desde el principio todo estuvo a nombre de Bachir. Los hermanos de Claudio también recibieron herencia y, por ejemplo, su hermana Pilía se quedó con las pinturas de su propia autoría que mantenía reservadas para él", cuenta Ana María Stagno, dueña de la galería AMS Marlborough y amiga del pintor.

Además, en el contexto de la subasta, mañana la galerista inaugura en su espacio de Vitacura la muestra El legado gráfico de Claudio Bravo, que reúne un total de 16 grabados traídos desde la galería Marlborough de Nueva York, representante de la obra de Bravo. Hay una serie de litografías en color titulada Semi dioses, que comprende a Eros (rojo), Neptuno (azul), Flora (verde) , Venus (negro), Vesta (sanguina) y Ceres (sepia), y 10 litografías de una original serie de 15, basada en animales nativos de Marruecos, que exhiben la extraordinaria habilidad de dibujante del artista.

"Son obras especiales, porque Claudio no hizo muchos grabado en su vida, y se concentró más en la pintura, debido a que el grabado le tomaba mayor esfuerzo, pues debía moverse a España o EEUU, donde estaban los talleres con los que trabajaba. En este caso fueron impresos en el taller de Antonio Gallo en Madrid", cuenta Stagno. Se suman el emblemático díptico Fur coat (1976), hecho en punta seca y dos trabajos en técnica pastel.

Modelo natural

Una de las características de la obra de Bravo es que nunca utilizó fotografías como base de sus pinturas, sino que siempre copió del original. En la muestra en galería Marlborough destaca su bestiario, realizado a partir de sus propios animales de granja, entre ellos cabras, gallinas, gansos, vacas y por supuesto caballos. Mientras que en el catálogo de la subasta en Christie's se exhiben fotografias de su casa en Marruecos, donde se ven los muebles que decoraban los espacios y que ahora entran a remate, pero también están las pinturas de Bravo, en las que también aparecen como parte de la escenografía de su composición, sus objetosdecorativos preferidos, desde sus bronces romanos hasta arrimos del siglo XIX.

En la subasta hay vajilla de cerámica china de los siglos XII y XIV, una escultura romana de la primera centuria A.C, avaluada en hasta $ 59.000 dólares, y varios bronces, entre ellos un busto de Claudio Bravo hecho por el español Rafael Cidoncha. Los objetos también se han agrupado por lotes según han aparecido en pinturas del artista, como en Mi estudio (1996) y Anunciación (1992), en las que plasmó tres sillas españolas del siglo XIX, una mesa lateral india y un tapiz de Bangladesh de 1900, avaluados entre los 1.500 y 7.300 dólares.

También destaca la serie de piezas de arte contemporáneo que Bravo mezclaba con gran habilidad junto a sus objetos clásicos. Está la escultura Homenaje a los Vkhutemas (2002), del español Jorge Oteiza, cinco litografías de Francis Bacon de los años 70, unos platos pintados por Pablo Picasso de 1956 y la icónica serie de ocho grabados de Marilyn Monroe hechos por Andy Warhol.

Cautivado por la luz dorada del desierto marroquí, Bravo se trasladó en 1972 a ese país, donde vivió por 39 años; tuvo casas también en Tánger y Marrakech. En 2002, sin embargo, llegó a instalar su último taller en Taroudant, donde se rodeó de sus objetos más preciados y donde hoy descansan sus restos.