Dominique está ansiosa. Llama al celular de Tomás Cox, el productor de su fiesta de 15 años, y le pregunta si es buen momento para aparecerse. Cox le dice que es mejor llegar cuando haya, al menos, unos 100 de sus 150 invitados. "Estaciónate a dos cuadras con las luces apagadas y yo te aviso", le sugiere. Tras la señal, Dominique sube hasta la alfombra roja y posa con un muro de fondo donde su nombre está repetido mil veces. Ni los flashes ni los focos la encandilan. La chica se maneja con las cámaras: responde una minientrevista y entra a recibir aplausos, regalos y felicitaciones.
"Siempre quise hacer una fiesta de 15, incluso cuando era más chica y no se hacían. Pero ahora hay un un boom y quiero que mi fiesta esté en la boca de todos", cuenta más tarde en su camarín personal que el Centro de Eventos Club Manquehue le preparó y donde guarda el vestido azul que se cambiará a medianoche. "Esa es la idea, que sea una fiesta inolvidable", asiente Cox. La cumpleañera se encargó personalmente de dejarle claro cómo quería su fiesta: "like MTV", describe el productor: alfombra roja, flashes simulando paparazzis y un video grabado el día anterior exhibido en dos pantallas gigantes que precede su ingreso al salón principal.
La producción fue sacada de "Quiero mis Quinces", el programa de MTV que revivió la moda de las fiestas de 15 años entre los adolescentes. El docu-reality sigue a las chicas en los preparativos y su fiesta: vestidos, banquetera, lugar del evento, decoración... "Es que MTV es un vicio para los chiquillos", comenta Cox, quien organiza entre seis o siete fiestas de este tipo al año. No es menor, considerando que celebración de la Domi costó unos 10 millones de pesos.
Preocupadas de cada detalle
"Estas fiestas representaban la presentación en sociedad de las niñas, pues entran en otro estadio de su vida. Pero en la medida que se mete el consumo, lo simbólico queda dado por el poder adquisitivo", explica Clauda Dides, socióloga de Flacso, sobre esta tendencia.
Con menos glamour, en otro salón del Club Manquehue se realiza otra fiesta de 15 la misma noche. El boom de estas fiestas llegó hace casi dos años al club con tres o cuatro eventos al mes. Si no son "like MTV", con Hugh Hefner y los Jonas Brothers de cartón tamaño natural, tienen otras temáticas: brasileñas o tropicales. "También hacen de disfraces o de blanco y negro, pero siempre elegantes", cuenta María de los Ángeles Marín, ejecutiva de CasaPiedra, otro lugar que recibe entre tres o cuatro fiestas al mes en temporada alta. Pero independiente del motivo que elija la cumpleañera, "se preocupan de ir a lugar y de cada detalle".
Una fiesta de 15 cuesta, por lo bajo, un millón y medio de pesos, asegura Víctor Romo, gerente de Club Fusión, en Lo Barnechea. El año pasado tuvo lo suyo con su hija Constanza: "Me pidió medio en broma que le arrendara una limusina... Le dije que no", cuenta. María de los Ángeles dintingue entre sexos: "Los hombres vienen como payasos, pero elegantes: con zapatillas y la corbata en el bolsillo. Pero ellas son súper producidas, como si fuera su estreno en sociedad en tiempos de las abuelas. Estas fiestas son impagables para las niñas", cuenta. Para ellos, no tanto. En el cumpleaños de Domi, ellas bailan solas y los chicos se pasean entre las cabritas, los algodones de azúcar y los caramelos.
En las casas de eventos coinciden: "solo las mujeres hacen este tipo de fiestas. Ellos nada, incluso, los traen casi obligados", cuenta Víctor Romo, gerente de Club Fusión. De hecho, su hijo cumplió 15 años y le pidió arrendar un local para hacer una fiesta, pero en otro estilo: tocata rockera. Cero glamour y mucho cabeceo.
"La mirada de género es tan tradicional que los hombres no están para ser presentados en sociedad, sino para conquistar. Para ellos no tiene ese simbolismo. Son más de amigotes, de club de toby", dice Claudia Dices, socióloga de Flacso.
Un ingrediente ausente en estas fiestas de 15 es el alcohol. Para tomar: primavera sweet, cherry temple o Peter Pan. "Aunque vienen niños de 17 ó 18, no hay alcohol, pero algunos igual hacen la previa con la promo", dice María de los Ángeles, de CasaPiedra. Por eso, en otros sitios evitan a los adolescentes. "Tratamos de no hacer esas fiestas, porque se desordenan un poco. Se curan los niñitos y dejan la embarrá. ¿Que no se reparte trago? Pero llevan igual, pues", cuentan en la Casona de Las Condes.