ES mediodía y las Torres de Tajamar huelen a bizcocho recién horneado. Aquel irresistible aroma sale desde un taller de repostería ubicado en los primeros pisos de este emblemático conjunto de Providencia.
Dentro de unos minutos, ese bizcocho se transformará en una tentadora torta de chocolate. El encargado de prepararla es Juan Antonio Gómez (58), el chef repostero español que el año pasado abrió este taller. Ahí, elabora pasteles y postres tradicionales de su país, que endulzan el día a día de los santiaguinos, pero sobre todo de sus compatriotas radicados en la ciudad.
Uno de los más pedidos es la torta San Marcos, hecha a base de tocino de cielo (una especie de flan sin leche) y bizcocho genovés y que también lleva crema y trufas. El otro es el Cardenal, hecho de bizcocho y merengue. "Son recetas típicas de mi país. A mis compatriotas les encantan", asegura sentado en una mesa fuera de su taller.
Su último hit es el roscón de reyes, un bollo grande y redondo, relleno con nata y crema catalana y decorado con fruta confitada, que en España se come tradicionalmente el Día de Reyes, el 6 de enero. Para la celebración de este año, el fin de semana pasado, los hispanos en la capital le encargaron varios de estos pasteles. "Se pusieron felices cuando supieron que alguien hacía el roscón en Chile", cuenta Juan Antonio.
Aunque aún no tiene un local propio, sus pasteles y tortas se venden en el Café del Negro, que está en el local 78 de las Torres de Tajamar, al lado de su taller. También se pueden encontrar en varias otras cafeterías de la comuna, como en Chiaroscuro, ubicado en Costanera Center, y el Jazz Café, de Av. Providencia, y en restaurantes de comida española, entre ellos el Txoko Alavés, de calle Mosqueto, y la Taberna Andaluza Córdoba, que está en el barrio Italia.
Gómez tuvo durante más de 30 años una pastelería en Gran Tarajal, una ciudad de las Islas Canarias. Se instaló ahí tras haber estudiado en la Escuela de Pastelería de Cataluña.
Fue en 2008 cuando conoció a Pamela, una chilena que había viajado a las Canarias para asistir a la boda de una amiga. Se conocieron, se enamoraron y se vinieron a vivir juntos a Santiago. Aquí, un amigo le pasó el dato de un local desocupado en las Torres de Tajamar, donde Juan Antonio abrió, a mediados del año pasado, su taller de repostería.
Ahí, combina recetas españolas con otras más conocidas por el paladar capitalino, como el pie de limón y la torta de hojarasca.
Asegura que hasta ahora le ha ido bien: "En Chile, los pasteles son exageradamente dulces. En cambio, los míos no son empalagosos, por eso creo que han entrado bien. Uno de los secretos de la repostería es respetar los sabores y eso es lo que yo hago".
Santiago, además de ser su nuevo lugar de residencia, lo inspiró para crear un pastel en homenaje a la ciudad. Está hecho de bizcocho genovés, merengue, mousse de lúcuma y de maracuyá y cubierto de chocolate. Tiene la forma de la Cordillera de los Andes y por eso le espolvorea azúcar flor, que simula ser nieve. Se vende sólo en el café Chiaroscuro.