No recuerda con certeza su edad, pero sí el año en que nació. "1921, toda una vida", responde con seguridad Etelvina Bahamonde a los esporádicos visitantes que recibe en su antigua casona de tres pisos, construida con tejas de alerce en la localidad fronteriza de Paso El León, en la Región de Los Lagos.

De risa fácil y pelo cano, la anciana que, como es costumbre en el sur, dice que se levanta "dos horas antes que cante el gallo", cruza sus manos arrugadas mientras permanece sentada en una silla frente a una estufa a leña que le sirve para resistir las bajas temperaturas que vinieron tras las últimas nevazones en el pueblo.

"A mí no me falta la vista, no me duelen los oídos. Ahora, eso sí, me enfermé del pulmón", cuenta la nonagenaria mujer que desde hace tres décadas tiene su casa en territorio chileno y parte de su patio en Argentina. Y es que a no más de dos metros de una de las puertas de la vivienda, que heredó de sus padres, se levanta una estructura de fierro oxidada por el paso de los años con el número VIII-4 y que es uno más de los hitos emplazados en la zona de difícil acceso que cruza el río Manso.

"Antes no estaba el hito acá, estaba más allá (...) me dejaron ahí la línea los ingenieros y después, el que vino a medir, la corrió más a casito", recuerda.

Pero desde hace unos años, la señora Etelvina cuenta que decidió no salir al patio de su casa. No porque quede en Argentina, sino porque sabe que a su edad un cambio de temperatura podría afectar aún más la enfermedad que sufren sus pulmones.

"A veces me levanto tarde, porque estoy enferma, pero ahí me sano sola de las enfermedades", cuenta.

A no más de un kilómetro del hito que divide a nuestro país de Argentina, la señora Etelvina tiene a sus vecinos más cercanos del otro lado de la frontera, se trata de los funcionarios de gendarmería Argentina que sólo se dejan ver cuando algún helicóptero chileno se posa a ese lado de la frontera, cuenta uno de los ocho carabineros del retén El León, que periódicamente visitan a la anciana, que según dicen, les reprocha cuando la dejan de ir a ver durante algunos días.

"Le gusta que la visiten y cuando uno no lo hace, se enoja y nos hace bromas. Ella es un personaje atractivo de la zona por la historia de la casa", contó el suboficial mayor del Retén Paso El León, Patricio Sánchez.

"No, no he tenido ningún problema con los argentinos, a veces vienen a visitarme, a conversar un rato", cuenta la anciana que sólo está al cuidado de uno de sus sobrinos. Etelvina dice que nunca se casó, que tuvo nueve hermanos, siete de ellos hombres, pero hoy sólo sobrevive Facundo Bahamonde. Lo hace a metros de la casa de la mujer, pero a diferencia de ella, decidió casarse.

"Los (hermanos) mayores y menores están fallecidos. Se casaron y empezó su desgracia", cuenta entre risas, mientras entrega su secreto para llegar a su edad: "Estar tranquila en mi casa y solterita". Y es que, pese al aislamiento y la escasa conectividad de Paso El León, la señora Etelvina se entretiene viendo teleseries, riéndose de los tacos o la contaminación capitalina que ve en un televisor que gracias a una antena satelital le permite estar al tanto de lo que sucede en el mundo. "No conozco Santiago, sólo conozco hasta Valdivia (...) es muy malo lo que veo", dice Etelvina.

Las cámaras no le incomodan a la mujer y es que su historia es conocida por los turistas que visitan la zona y que no dudan en fotografiarse con ella. Incluso entre los cuadros que cuelgan de las paredes de su hogar se encuentra enmarcado un reportaje que hace dos años un medio escrito de Bariloche le hizo dando a conocer la singular anécdota. "Yo soy famosa, no es nada la primera vez que me vienen a ver", cuenta con acento sureño.

Por ahora , Etelvina sigue al cuidado de su sobrino Bernabé, con quienes subsisten gracias a la pensión que recibe la anciana y al trabajo de la tierra que realiza su sobrino. En Paso El León no existe el comercio y por ello Bernabé al igual que los hombres de la zona deben recorrer a caballo por más de un día para ir por alimentos en Bariloche.