Cuando María Isabel Meléndez les contó a sus padres que dejaría Derecho, donde cursaba primer año, para estudiar Pedagogía, la primera respuesta que obtuvo fue que iba a ser pobre. Ellos no estaban dispuestos a pagarle la carrera. Por eso, la Beca Vocación de Profesor llegó en el momento indicado, dice esta estudiante de la Universidad de Los Andes.
"Cuando me la gané me dijeron 'Ahora haz lo que quieras'", dice María Isabel, quien egresó de un colegio privado, tal como el 14% de los beneficiados con la beca que pretende cambiarles la cara a las pedagogías. Algo que ya se está logrando. Mientras habitualmente entre los postulantes a la carrera el 70% tiene ingresos inferiores a $ 280 mil, entre los preseleccionados con la beca, la cifra cayó a 43%.
Más de tres mil alumnos conforman la primera generación beneficiada con un plan que busca elevar el prestigio de Pedagogía. Todos obtuvieron más de 600 puntos en la PSU y recibieron la Beca Vocación de Profesor, que financia el 100% de la carrera y les entrega, además, $ 80.000 mensuales en caso de haber obtenido más de 700 puntos.
El primer año no ha sido fácil. La mañana del jueves una treintena de estudiantes protestó frente al Mineduc por algunas cláusulas: una de ellas apunta a que si el estudiante se retira de la carrera, debe devolver el costo de lo ocupado de labeca, algo que no sucede con ningún otro beneficio universitario. "La Beca Vocación de Profesor está sustentada en los beneficios individuales, sin potenciar de forma real el sistema público de educación", dice Loreto Fernández, presidenta del Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
Además, el año de movilizaciones ha complicado el avance académico de los becarios. El 53%, 1.748 becados, estudia en planteles que estuvieron en paro o toma.
Uno de ellos es Víctor Ramírez. Egresó de mecánico de un colegio técnico: una carrera corta "para ayudar en la casa", según dice. Pero la pedagogía fue siempre lo suyo: "El profesor forma personas más allá del mercado laboral". Víctor vive con sus abuelos, su mamá, que es dueña de casa su papá; que trabaja como chofer para una empresa, y dos hermanos menores, por lo que pensar pagar un arancel universitario es imposible. "Tenía que ganarme la beca, porque cancelar sólo la matrícula era dejar sin sueldo a mi papá", se queja.
Hoy, con sólo 18 años, ya terminó de aprobar todos los ramos del primer semestre de Licenciatura en Educación en Física y Matemáticas en la Usach.
Según datos aportados por 10 universidades a La Tercera, los becarios aprobaron más del 80% de los ramos en el primer semestre. Sólo la U. de la Santísima Concepción dijo tener tres estudiantes con no más de cuatro ramos reprobados durante el primer semestre.
Con vocación
"Claramente, son alumnos más demandantes en términos académicos, más participativos y más críticos. Se nota, además, que están más informados de lo que ocurre a nivel país con los temas relativos a educación en discusión", señala Pelusa Orellana, directora de la Escuela de Educación de la Universidad de Los Andes. De hecho, dentro de las motivaciones que tuvieron los alumnos para estudiar pedagogía figura en un lugar destacado la importancia que le otorga a la educación. En una encuesta realizada por Elige Educar, el 77% dijo que optó por la carrera, porque "la educación es lo más importante", y un 54% tomó la opción "porque les gusta enseñar a jóvenes".
La encuesta reflejó, además, que son un grupo con vocación. Al preguntarles si seguirían estudiando si perdieran la beca, el 72% admitió que continuaría.
En el caso que se rebajara al 80% la cobertura del arancel, el 65% dijo que de todas formas habría postulado. "Estas cifras demuestran que tienen vocación por la educación", señala Paz Medeiros, coordinadora del área de estudios de Elige Educar.