Heredera, sucesora, discípula. La palabra cambia, pero el vínculo con Pina Bausch persiste. Sasha Waltz ha sido presentada con esas credenciales durante años. Y con ellas y una carrera de 27 años se ha transformado en la coreógrafa alemana más conocida en el mundo, junto a Bausch, por cierto. De hecho, con ella también fue comparada para su debut en Chile durante la versión 2009 de Stgo. a Mil. Entonces La Tercera le preguntó si le molestaba la compa- ración. Waltz respondió: "Si estoy trabajando no pienso en las etiquetas que están o serán puestas. No trabajo para mantener mi reputación, sino para crear algo que me interesa a mí y al público".
Hoy, su obra vuelve al país, aunque sin ella, que no pisó suelo nacional hace tres años cuando su compañía vino con Körper ni lo hará para el estreno de Diario de viaje I - Veinte para las ocho, en el Teatro Municipal de Santiago, otra vez dentro del festival organizado por Fitam y presentado por Minera Escondida (operada por BHP Billiton). La alemana de 49 años tampoco dio entrevistas esta vez.
Referente en un país de referencia para la danza contemporánea, su compañía, Sasha Waltz & Guests, se ha caracterizado por su trabajo de danza-teatro multidisciplinario. En 20 años han colaborado con más de 250 grupos y artistas de 25 países, justificando el prefijo "multi" con la participación de cineastas, artistas visuales, arquitectos, músicos y diseñadores. Esa compañía es la que desde hoy y hasta el domingo presentará en Chile su hito fundacional: Diario de viaje I - veinte para las ocho, coreografía que a 20 años de su estreno sigue girando por el mundo, junto a otras 17 creaciones de la compañía.
Cinco bailarines en la cocina y la cocina en el escenario. Esta obra aborda lo cotidiano, su belleza, absurdo, imperfección y poesía. "La cocina actúa como un espejo donde los rituales, hábitos y patrones de comportamiento pueden ser observados y reflejados tal como son. Los personajes corren por todos lados, neuróticos y obsesivos, solitarios y perdidos, incapaces de encontrar una salida. Prisioneros de sus propias estructuras sociales", ha dicho la coreógrafa alemana sobre este trabajo.
Refrigerador, teléfono, silla. Objetos reales ocupan el espacio y se relacionan con los bailarines en una coreografía que tiene la pretensión confesa de ser un "rítmico retrato de nuestro tiempo". Donde la vida diaria es mostrada con humor y ternura, como los movimientos torpes que encantan en el cine mudo, referente e inspiración de esta obra. Y hay dos cintas que son particularmente mencionadas por Waltz, aunque sólo una de ellas es muda: Un perro andaluz (1929), de Luis Buñuel, y Sin aliento (1960), de Jean-Luc Godard.
Este es el primer gran estreno de Santiago a Mil y las expectativas son altas, tanto por la reputación de Waltz, a la que el diario inglés The Guardian culpa de "orquestar algunos de los espectáculos más extraordinarios en la escena de la danza moderna", como por lo bien criticada que fue en su anterior visita a Chile. Por ejemplo, Claudia Ramírez, crítica de danza de este diario, escribió tras el debut en Santiago: "De Sasha Waltz se esperaba mucho. Que se pusiera sobre el tapete ese trabajo acucioso, multidisciplinario, profundo e intenso. Que las reflexiones, las emociones e investigaciones tuvieran un asidero estético y artístico digno de aplaudir. En definitiva, que cumpliera con llevar el apellido de hito de la danza alemana. Y la verdad es que no desilusionó en nada. Por fin anoche, los adjetivos tomaron sentido al materializarse a través de Körper".