"¡¿Qué hiciste?, ¿Qué hiciste?!", gritaba la subcomisario de la PDI Romina Barros a un adulto de contextura media, calvo, que con una mochila en la espalda y tras arrojar al suelo un bulto negro, se alejaba rápidamente desde una sucursal del Banco BCI ubicada en Avenida Macul 2906. Eran las 22.15 horas del miércoles 30 de noviembre de 2011 y segundos antes, una fuerte explosión se había producido en el ingreso del banco, la que además de generar daños en el local, sacudió el vehículo en que tres detectives realizaban un patrullaje por el sector.
Ante las preguntas de los policías, el hombre guardó silencio. La bomba artesanal, compuesta de pólvora negra, TNT y un doble sistema de activación, había estallado muy cerca de él y su ropa olía a pólvora. En la vereda estaban un par de guantes y un polerón de los cuales se acababa de desprender.
Al controlar su identidad, la PDI dio con un sociólogo de 38 años que trabajaba en talleres financiados por el Ministerio del Interior para prevenir el consumo de drogas en colegios de la comuna de Lo Espejo. No tenía prontuario ni visitaba casas ocupa. Su nombre, Hans Felipe Niemeyer Salinas (38, casado, un hijo), era desconocido en los archivos policiales y judiciales que -hasta la fecha- reunía a los sospechosos por la instalación de las 148 bombas que han estallado desde el 2006 y que, en su gran mayoría, apuntan a anarquistas y ex subversivos.
Además, su perfil no encajaba con el de los dos únicos instaladores de artefactos explosivos conocidos hasta ahora: Mauricio Morales (fallecido en 2009 al explotarle una bomba en su espalda) y Luciano Pitronello (quien resultó seriamente quemado y mutilado el 2011). Los dos eran conocidos anarquistas del mundo de las casas ocupa de la capital, veinteañeros y sin una actividad estable. Por eso, Niemeyer de inmediato desconcertó a fiscales y policías, abriendo una nueva arista en la investigación por los ataques explosivos.
Durante toda la noche, la policía buscó pruebas en su contra. De madrugada registró la casa de su madre y la de sus suegros, sin encontrar evidencias. Luego, revisó su oficina en calle Puerto Príncipe en la población José María Caro de Lo Espejo. Allí se incautó el computador que usaba en el programa Senda Previene, pero los archivos no alcanzaron a ser revisados antes de la formalización realizada la tarde del 1 de diciembre.
En la audiencia se le imputó por colocación de bomba terrorista, luego de que -tras los análisis preliminares del Gope- la mochila, la ropa, sus manos y brazos presentaran rastros de pólvora negra, TNT y Tetryl. Quedó detenido en la Cárcel de Alta Seguridad (CAS).
Semanas más tarde, las pericias policiales en su equipo dieron con 33 documentos que hoy son parte relevante de la acusación en su contra, presentada el 17 de agosto por el fiscal regional sur, Raúl Guzmán.
En su computador había panfletos anarquistas, manuales para elaborar bombas y clasificar explosivos, instructivos para enfrentamientos con la policía, un mapa de Santiago, donde se indican los puntos donde han ocurrido bombazos y fotografías de dos de estos sitios, además de diversas publicaciones como una selección de escritos de Alfredo María Bonnano (anarquista italiano detenido por incitar a la subversión), o revistas de colectivos chilenos autoeditados.
El fiscal pidió siete años de prisión por Ley Antiterrorista por el bombazo en Macul, más 12 años por la supuesta responsabilidad de Niemeyer en la fabricación de tres bombas más en: calle Camino Las Flores (2010), Memorial de Jaime Guzmán y Automotora One (2011).
El juicio oral debiera desarrollarse a finales de octubre, constituyéndose en el próximo capítulo de la batalla legal por los 148 bombazos registrados desde el año 2006. La antesala de esta causa son las fallidas acusaciones terroristas a los detenidos por asociación ilícita el 2010 y a Luciano Pitronello, cuyos recursos de nulidad están pendientes.
Hans Niemeyer es el mayor de dos hermanos del matrimonio entre el geólogo del mismo nombre y la química Patricia Salinas. Nació en junio de 1973 en Recoleta y su padre, quien desde la nulidad del matrimonio en 1984 vive en Antofagasta, asegura que la infancia de su hijo fue "sin mayores sobresaltos". Su abuelo fue un destacado arqueólogo que llegó a ser director del Museo Nacional de Historia Natural entre 1982 y 1990, y fue el fundador de la Sociedad Chilena de Arqueología.
Egresó en 1991 del colegio jesuita San Ignacio de Alonso Ovalle, donde fue conocido por sus conflictos con el catolicismo. En el anuario de su generación se le recuerda por haberse visto "obligado a desquitarse con las fuerzas de Orden y pasar las penas en los suburbios de Estación Central, manifestando su odio a los esnob de izquierda por ser 'cuicos', hippies y miembros de una sociedad burguesa en general".
"Era una época de gran efervescencia política, pero nunca le interesó algún partido ni hablamos de anarquismo. Escuchábamos a Illapu y a Los Jaivas, éramos opositores a Pinochet y siempre íbamos a las marchas por el No", recuerda un ex compañero. También agrega que siempre pedía que le dijera "Felipe" y no "Hans" como su padre y abuelo.
En 1992 ingresó a estudiar pedagogía en Castellano a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (ex Pedagógico), carrera donde sólo duró un semestre. Al año siguiente ingresó a Historia y Geografía en la misma universidad, pero en 1994 fue eliminado por mal rendimiento, según informaron en la Dirección de Registro Curricular.
Según fuentes de inteligencia que han investigado al imputado tras su detención, fue en el ex Pedagógico donde Niemeyer habría tenido su primer contacto con colectivos ligados a ex subversivos y habría participado en los enfrentamientos de encapuchados con la policía. Las mismas fuentes lo ligan al grupo denominado "Motor Rebelde", entre cuyos fundadores había ex integrantes del movimiento Lautaro, y lo mencionan como cercano a Claudia López, la joven anarquista que murió baleada el 11 de septiembre de 1998 en la población La Pincoya.
Posteriormente, en el año 2000, Niemeyer inició estudios de Sociología en la Universidad Arcis, pero nunca se tituló. Allí conoció a buena parte de quienes hasta hoy forman su núcleo más cercano, con quienes ha trabajado en proyectos de prevención de drogas del Ministerio del Interior desde 2007, primero en La Florida y luego en Lo Espejo.
En septiembre de 2010 se casó con Daniela Rodríguez, con quien tiene un hijo de dos años y es una de las pocas personas que lo visita en la cárcel.
En los antecedentes que hoy maneja la inteligencia civil -no así la fiscalía- el imputado es ubicado como parte de los líderes que dirigen a algunos de los grupos anarquistas que han reivindicado bombazos, correspondientes a mayores de 35 años y con una postura antisistema similar a la de los ex Lautaro Rodolfo Retamales y Patricio Morales, ambos acusados y absueltos en el caso bombas.
Según la fiscalía, en la casa de Carla Verdugo, pareja del ex Lautaro, Juan Aliste Vega, acusado de asesinar al cabo Luis Moyano, se encontró una supuesta carta de Aliste, donde envía saludos a Retamales y Niemeyer, entre otros. Verdugo se encuentra detenida desde el 16 de abril pasado, cuando fue descubierta con un extintor con pólvora en su mochila.
Después de casi ocho meses de investigación, la Fiscalía Sur recibió el informe de Carabineros que señaló que el sistema de activación y temporizadores de la bomba de Macul es idéntico al utilizado en el artefacto que estalló en Camino Las Flores el 16 de septiembre de 2010. También estableció que el tipo de pólvora usado en el ataque al BCI es similar al que se utilizó en el Memorial de Jaime Guzmán (13 de agosto de 2011) y en la Automototra One (16 de agosto de 2011).
Con estos antecedentes, en julio el fiscal Guzmán decidió acumular estos tres atentados y reformalizar a Niemeyer -quien se ha negado a declarar en la causa- por la fabricación de esas bombas, no así por su instalación, lo que permanecen sin resolver.
La audiencia de reformalización se fijó para la mañana del 7 de agosto, un día clave para las investigaciones por los 148 bombazos. Para esa tarde estaba programada la lectura de la sentencia del caso Pitronello.
Durante el procedimiento, la defensa de Niemeyer se negó al plazo de 30 días de investigación que pidió la fiscalía para realizar pericias e interrogatorios en relación a los bombazos acumulados. "Es una falta de seriedad" que se pidan diligencias por un caso ocurrido hace un año, señaló su defensor, Rodrigo Román, en la audiencia.
La jueza de garantía acogió el reclamo y manifestó su sorpresa de que los interrogatorios a testigos no se hubiesen realizado en su momento, responsabilizando al Ministerio Público. Acto seguido denegó la ampliación de plazo, por lo cual la fiscalía debió cerrar la investigación sólo minutos después de haberla abierto.
Horas más tarde, Guzmán recibió otra mala noticia: el 13 Juzgado Oral de Santiago dejó libre a Luciano Pitronello del delito de atentado terrorista y sólo lo condenó por porte de explosivos, uso de patente falsa y daños. Ese era el segundo intento de la fiscalía por obtener una condena por delito terrorista.
Diez días después, Guzmán presentó la acusación en contra de Niemeyer apostando a demostrar el delito terrorista en base a la gran cantidad de documentación incautada en su computador y en el temor que habría generado su acción entre los vecinos de la sucursal de Macul. Por los otros tres bombazos (Memorial, Automotora y Camino Las Flores) sólo fue acusado por porte de explosivos.
Sobre los posibles vínculos de Niemeyer con grupos anarquistas o casas ocupa, desde la fiscalía señalan que ese aspecto no será mencionado en el juicio oral, pues no hay pruebas que lo vinculen.
La defensa del imputado asegura que es inocente y que el hallazgo de restos de explosivos en su ropa no prueba su participación en el hecho. Según esta versión, Niemeyer podría haber ido pasando por fuera del lugar y haber recibido estas sustancias por la onda expansiva.
"Durante algunos años mi hijo trabajó como freelance, pero después encontró estabilidad en los proyectos que iban ganando en los municipios. Tenía una vida normal, dedicado a su familia, hacía trekking", señala Hans Niemeyer Rubilar. "Lo visité cuatro meses antes de su detención y hablaba con mucho orgullo de su trabajo. El es inocente, nunca ha sido anarquista, todo es un montaje", agrega.
Si la fiscalía no consigue la condena por delito terrorista contra Niemeyer ni logra anular las sentencias que perdió en el caso bombas y Pitronello, sólo le quedará la causa contra Carla Verdugo. Esa es su última carta.