El "PSU" se suponía que debía cursar el primer año de Ingeniería Civil en la Universidad de Chile durante 2014. El puntaje nacional que obtuvo en la prueba de matemática el año pasado -sumado a sus buenos resultados en Historia (822), Lenguaje (807) y Ciencia (768)-, avalaban esa posibilidad con creces.

Pero él, sorprendiendo a sus padres y amigos, optó por un escenario totalmente distinto, algo inédito para un estudiante con sus credenciales académicas: realizar el servicio militar durante un año. Y, además, hacerlo lejos, en el Regimiento Reforzado 14 Aysén, en Coyhaique.

Fue en ese lugar donde Tomás Arce (19), ex alumno del colegio The Grange School, quien terminó su enseñanza media con un 6,8 de promedio, fue bautizado por el resto de los conscriptos como el "PSU". "Ese fue mi apodo, aunque a veces también me decían 'nacional', pero al final todos me llamaban Arce, no más", cuenta el joven a días de terminar su instrucción y regresar a Santiago junto a sus padres y hermanos. "Creo que fue un decisión acertada. No me arrepiento en absoluto. La experiencia que conseguí no la hubiera obtenido en otro lugar. Creo que le agrega un valor agregado a mi formación", describe.

Ese "valor agregado" incluyó, además de la instrucción militar, disciplina, primeros auxilios, sobrevivencia. Campañas en medio del invierno de la Patagonia nacional, con temperaturas bajo cero. "Me han hecho perder el miedo al frío aquí (...) aunque este año no nevó tanto", dice.

En esos campamentos, les tocaba hacer guardias en las noches: dos horas de turno, donde los ánimos no eran los mejores. "Es complejo lo de la guardia, cuando es invierno, a la mitad de la noche. La actitud no es la misma y cuando vas a despertar al que sigue, no siempre responde de buena manera. Pero es algo normal y después se arregla todo", relata.

A pesar de eso, lo más destacable para Arce fue justamente compartir con gente distinta, con motivaciones diferentes, aprender de otros. "Uno convive todo el tiempo con personas diferentes. Y al final, ese contacto, más valórico que teórico, es lo importante: trabajar a la par o bajo el cargo de algunas personas. O también sobre otras", relata. "En la universidad se amplía el mundo, sin duda, pero en el servicio militar uno ve gente de todos lados y donde aparece lo mejor de cada uno", estima.

En una primera instancia sus padres no comprendieron su determinación. "Tenían un poco de recelo, pero luego lo entendieron", dice. Recalca, eso sí, que ahora lo encontrarán cambiado. "Fui a Santiago después del 18 de septiembre y creo que me ven distinto: con más orden, tranquilidad y aplomo".

Tomas Arce, que creció en la comuna de La Reina, tiene una vinculación especial con la Región de Aysén, ya que parte de su familia materna vive en Villa Mañihuales, a 55 kilómetros de Coyhaique. Por ello, pudo inscribir su domicilio en la zona y hacer el servicio ahí.

Su estadía en la región, que comenzó en febrero, terminará el 31 de diciembre cuando deja el regimiento y viaje a Santiago con un nuevo objetivo: "descongelar" su situación académica. "Tengo que hacer un papeleo, algo menor. Yo me matriculé en la Universidad de Chile, pero congelé dos semestres para poder hacer el servicio y luego continuar mis estudios. Ahora los voy a retomar", cuenta.

Gracias al Decreto Ley 2.306 sobre Reclutamiento y Movilización de las Fuerzas Armadas, Arce pudo reservar su cupo. Por lo mismo, incentiva a otros a explorar esta posibilidad. "Pueden no pasarlo muy bien en un momento, pero se van con una sensación positiva (...). A la gente que está en una condición similar a la mía, los llamaría a investigar sobre el tema".