Fue el pasado 20 de enero que el Movimiento de Izquierda Revolucionaria anotó un hito en sus 50 años de historia: presentar ante el Servel las más de 100 firmas para iniciar el proceso de constitución en partido político. Toda una hazaña y a la vez una rareza para un colectivo que defendió su accionar fuera de la institucionalidad durante buena parte de su historia.

La decisión fue tomada hace dos años en un congreso de la agrupación. El objetivo final es convertirse en partido político y presentar candidatos en las próximas elecciones municipales y parlamentarias. Para ello, además, han sostenido conversaciones con otras agrupaciones de la izquierda extraparlamentaria, especialmente con el Partido Humanista y el Partido Progresista, a fin de configurar un pacto electoral. Este horizonte el MIR lo cataloga como "la tercera fuerza".

Esto, pues el juicio de los miristas hacia la centroizquierda agrupada en la Nueva Mayoría es lapidario. En palabras de su secretario general, Demetrio Hernández, "la Nueva Mayoría ha ayudado a consolidar el modelo neoliberal, está demasiado comprometida con los poderes fácticos que dominan la economía. Los partidos dentro de eso, como el PC, que se suponía iban a jugar un rol para presionar por la democratización del país, pasaron a ser bastante insuficientes", sostiene.

El MIR fue fundado el 15 de agosto de 1965 en el llamado "Congreso de Unidad Revolucionaria", por un grupo de dirigentes fuera de los tradicionales PS-PC. Con los años, van adquiriendo protagonismo un puñado de jóvenes de la ciudad de Concepción: los hermanos Miguel, Edgardo y Marco Antonio Enríquez, Bautista van Shouwen y Luciano Cruz. Serían ellos los que conducirían al movimiento en los febriles años de la Unidad Popular, el período de mayor proyección del colectivo.

Apoyaron el gobierno de Salvador Allende desde fuera de la coalición de partidos. Lo hicieron de forma crítica: desde su inicio el MIR sostuvo la tesis del "avanzar sin transar" lo que, en la práctica, se traducía en la construcción del socialismo por la vía armada, a diferencia de la estrategia de la UP, a la que calificaban de "reformista" al optar por el camino electoral.

Pese a ello, en el MIR señalan que han renovado sus estrategias. Sobre la opción por "los fierros", Hernández es enfático: "Ya no es tema para nosotros. Seguimos aspirando a que Chile sea un país socialista, pero las formas de lucha se discuten en los momentos políticos adecuados. Hoy día, la lucha social y política es lo central. Por eso estamos haciendo la legalización del partido. No podemos tener un discurso sesentero en las actuales circunstancias", agrega.

En este sentido, en el MIR descartan con fuerza que el movimiento tenga alguna vinculación con Andrés Pascal Allende, uno de sus líderes históricos. Sin mencionar los costos humanos que tuvieron estrategias como "el MIR no se asila" posterior al Golpe de Estado de 1973 o la "Operación Retorno" adoptada a fines de los 70 para derrocar por las armas al régimen de Augusto Pinochet, Hernández sentencia: "Esos dirigentes deberían asumir los errores cometidos en la lucha contra la dictadura. Ellos fueron cobardes y no lo hicieron, no asumieron la responsabilidad histórica. Quedaron familias quebradas sin una explicación de lo sucedido", dice y remata: "No les tenemos ningún respeto".

Al ser hijo de Miguel Enríquez -asesinado por la DINA en 1974-, el líder del PRO, Marco Enríquez-Ominami, suele ser asociado al MIR. Desde la agrupación reconocen un sostenido diálogo con el ex abanderado presidencial, conversaciones que se arrastran desde junio del año pasado. "Tenemos respeto por Marco. Las conversaciones van bien encaminadas para apoyar una posible candidatura presidencial", dice Hernández.

Con todo, el MIR no tiene un juicio político respecto al presunto financiamiento electoral irregular del ex diputado con dineros de Soquimich, según investigación del Ministerio Público. "Es que ese es un tema que no está resuelto, sólo esperamos que a Marco le vaya bien y solucione ese problema", finaliza.