El rey Salmán Bin Abdelaziz de Arabia Saudita despejó ayer el camino para que lo suceda su hijo favorito, Mohamed Bin Salmán. En una inesperada remodelación ministerial, apenas tres meses después de acceder al trono, el monarca sustituyó al príncipe heredero, reemplazando a su hermano Muqrin por su sobrino Mohamed Bin Nayef, y ha nombrado como reemplazo de éste a su propio hijo. La decisión marca el paso del poder de los hijos a los nietos del fundador del reino, Abdulaziz Ibn Saud.

Los cambios, incluidos en varios decretos reales confirman la emergencia de una nueva generación en un país caracterizado por la senectud de sus gobernantes, pero donde el 60% de la población tiene menos de 30 años. El propio Salmán, que en enero relevó al fallecido Abdalá, tiene 79 años y aunque los medios oficiales destacan su agilidad mental, ya ha sufrido algunos achaques.

Ahora, su hijo Mohamed (MBS, como se le conoce entre los diplomáticos), que aún no ha cumplido los 30 años, ya acumula los cargos de ministro de Defensa, jefe de la Corte del Rey y presidente de una macrocomisión encargada del desarrollo económico. El otro hombre fuerte del país, su primo Mohamed Bin Nayef (MBN) suma a sus 55 años los cargos de ministro del Interior y presidente de una macrocomisión responsable de la seguridad y la política exterior. Además, se da la circunstancia de que no tiene hijos, lo que elimina un posible obstáculo para MBS.

La concentración de poder en estos dos hombres que ya han dado muestras de favorecer una política regional más activa tiene especial relevancia en un momento en el que Medio Oriente atraviesa un periodo muy tumultuoso.