Es uno de los depredadores tope de la cadena alimentaria submarina, llegando a pesar 700 kg y a nadar a una velocidad de hasta 80 km/h. Por eso se le conoce como el "tigre de los mares". Excelente nadador capaz de recorrer distancias de hasta 50 kilómetros en un solo día, ya en la época de la antigua Grecia el mismísimo Aristóteles se ocupó de describir sus migraciones. Pero desafortunadamente para el atún, hoy su carne es altamente apetecida por los chefs que preparan sushi en los restaurantes más exclusivos de Japón y las principales capitales del mundo, lo que ha llevado a una drástica disminución de sus poblaciones en la zona del Océano Pacífico.

Un reciente informe del Comité Científico para el Atún, organismo internacional que vela por el resguardo de esta especie, advierte que desde 1952 a la fecha, año en que se empezaron a llevar registros exhaustivos, la sobrepesca ha logrado que las poblaciones del atún de aleta azul decrezcan en 96,4%.

Se trata de una amenaza que afecta en diverso grado a las otras especies de esta familia que habitan en el Pacífico y que incluye también al atún de aleta amarilla, que se encuentra en el área de Isla de Pascua, y al atún ojo grande. Según datos de Pew Enviromental Group, 65% de toda la captura de esta especie proviene de la pesca industrial que se desarrolla en el Océano Pacífico.

La pesca industrial

La especie no sólo tiene un gran valor comercial, sino que además es fundamental para mantener la salud de los ecosistemas, dado que se trata de uno de los depredadores tope de los mares, junto a los tiburones, también amenazados. Según el informe que alerta su drástica disminución, la biomasa de esta especie está en sus niveles históricos más bajos y no tiene posibilidad de recuperarse si se mantienen los actuales niveles de explotación. Los países que encabezan esta industria son Japón, México, Estados Unidos, las naciones de la Unión Europea, Taiwán y China. Cada año en el mundo se consume un millón de toneladas métricas de este producto, una cantidad muy superior a su ritmo de recuperación.

La situación del atún ha empeorado en la última década, advierten los científicos, debido al creciente interés global por el sushi, lo que ha intensificado su pesca en comparación con lo que ocurría décadas atrás, cuando sus poblaciones todavía se consideraban estables. Una escasez que ya se está sintiendo en los mercados de Tokio, donde según señala un artículo publicado por The New York Times, el dueño de una importante cadena dedicada a este plato llegó a pagar en una subasta US$ 1,8 millones por un atún de aleta azul cuyo peso llegaba a los 220 kilos. Cada año en ese país, se realiza un exclusivo remate donde los comerciantes que participan en este mercado compiten por ser los que obtienen el primer ejemplar de la temporada.

Es el precio más alto pagado jamás por un ejemplar de atún, lo que en opinión de los conservacionistas demuestra que la escasez ya comienza a sentirse en las principales cadenas dedicadas a este apetecido plato en el Oriente. Una de las principales preocupaciones de los científicos es que la mayoría de los ejemplares que se capturan no superan el año de edad, vale decir, antes de que alcancen a llegar a la madurez sexual y a reproducirse. Si bien en Chile el sushi es asociado al salmón, en otras latitudes el atún causa furor en la comida japonesa, tanto para la preparación de rolls como de filetes de pescado crudo conocidos como sashimi.

Atún en Chile

Amanda Nickson, directora del Programa de Conservación del Atún en Pew Enviromental Group, explica que "lo responsable sería detener la pesca de la especie hasta que se puedan generar medidas de manejo efectivas que permitan contrarrestar el acelerado declive que experimenta el atún", asegura la especialista. Pero además del impacto ecológico en los océanos, la sobrepesca está afectando a poblaciones que tradicionalmente han dependido del recurso, como ocurre en la zona de Isla de Pascua y la Polinesia.

En Chile, la pesca de atún se realiza a nivel artesanal y corresponde a las especies de atún de aleta amarilla, atún de ojo grande y atún de aleta larga. Sin embargo, la pesca ilegal también es una amenaza y organizaciones ambientalistas como Oceana han denunciado desde hace años que barcos pesqueros de la Unión Europea, japoneses y españoles ingresan a aguas nacionales, en las cercanías de la Isla de Pascua y del archipiélago Salas y Gómez, con ese fin. En Isla de Pascua aseguran que habitualmente se divisan barcos pesqueros y que incluso las boyas de sus redes de pesca llegan a las playas de la isla.

Aunque actualmente no existen cifras sobre el descenso de poblaciones en la zona, la sobreexplotación ha sido advertida ya por los científicos y afecta a los habitantes de la isla que no cuentan con embarcaciones como para realizar la pesca a los niveles de los grandes barcos pesqueros.