N RUMOR. Hay que echar a correr un rumor entre los vecinos: "Dicen que el doctor Dapertutto abrirá su primera consulta en Santiago, molesto por la colusión farmacéutica y los disparatados precios de los remedios", dice Mauricio Celedón (1957), director de la compañía franco-chilena Teatro del Silencio. Luego, una pausa. Ríe. "El teatro parte cuando ventilas un rumor. Si no se corre la voz, la gente no vendrá", dice mientras capea el calor bajo un árbol en plena Avenida Macul.
Hacía casi cuatro años que no ponía un pie en Chile. La última vez lo hizo con Emma Darwin, en 2012, el espectáculo que recreaba el viaje del padre de evolucionismo a bordo del Beagle, a través de los ojos de su mujer. Celedón, enfundado de negro, fuma un cigarrillo que parece eterno. Detrás suyo, varios técnicos miden el ancho y largo de la calle, uno de los 10 puntos de la Región Metropolitana por donde cruzará su último montaje, Doctor Dapertutto, estrenado en mayo de 2014 en Francia y gran parte de Europa, incluido Rusia.
Si antes fueron Rimbaud y Darwin, ahora sus ojos están puestos sobre el ruso Vsevolod Meyerhold, "uno de los grandes directores teatrales que quiso sobreponerse al naturalismo y patentar un método curioso", dice Celedón. Nacido en 1874 en Penza, Meyerhold inició su carrera como actor junto a Konstantín Stanislavski, uno de los teóricos y directores teatrales más influyentes, pero a su aprendiz lo movía el descontento: cuando cumplió 21 años, cambió su verdadero nombre -Karl Theodor Kasimir- por el de Vsevolod, en homenaje a Vsevolod Garsin, un joven escritor que se había suicidado a los 33 años.
Poco le importaría rebatir las ideas de su mentor, aun cuando arriesgara el pellejo. Tras cuatro años montando obras de Chéjov en el Teatro de Arte de Moscú, fundado por Stanislavski, dejó la compañía y se centró en el desarrollo de su teoría interpretativa, conocida luego como Biomecánica. Meyerhold se oponía al naturalismo de Stanislavski: no creía en la cuarta pared, dejaba encendidas las luces de la sala durante las funciones y suprimía el telón para que los espectadores viesen los ladrillos al fondo del teatro. Intentó que nunca olvidaran que estaban asistiendo a una representación teatral, a lo que llamó "convención consciente". El teatro, para él, no era real sino un espectáculo.
"Cuando Stalin llega al poder, sufrió una persecución feroz por sus ideas revolucionarias en contra del formalismo. Cierran su teatro y la prensa y las autoridades lo amedrantan. Y cuando su carrera se viene abajo, Stanislavski lo llamó como director de ensayos en el teatro de ópera que él dirigía", cuenta Celedón. Tras la muerte del último, en 1938, Meyerhold quedó solo. El 15 de julio de 1939, su mujer, la actriz Zinaida Rajch, apareció degollada en su domicilio. Meyerhold envía una carta al fiscal de la URSS a fines de ese mismo año, denunciando las presiones en su contra. El 1 de febrero de 1940, preso y torturado, un tribunal militar lo condenó a la pena capital, y al día siguiente fue fusilado en Moscú.
Su nombre estuvo prohibido en publicaciones rusas hasta 1955. Recién en 1968, sus obras y reflexiones aparecieron publicadas en Rusia bajo el seudónimo de Doctor Dapertutto, "la chapa con que se infiltraba entre distintas comunidades para enseñar teatro donde no había teatro", dice Celedón. El destino de su montaje, ganador del Premio al Mejor Espectáculo en el Festival de Teatro y Artes de la Calle de Valladolid en 2014 y que debuta el miércoles en Isla de Maipo, correrá una suerte similar, según su director: "Queríamos que Doctor Dapertutto recorriera comunas donde la gente no tiene acceso al teatro", agrega. El itinerario incluirá Conchalí, Quilicura, Lampa, Til Til, San Bernardo, Macul, Pudahuel y Maipú.
En todas ellas, Celedón y su compañía impartirán talleres en el marco del programa Santiago es Mío, a 50 vecinos aficionados que participarán del montaje. Todo parte con tres golpes de teatro y termina con tres disparos. "Es un recorrido por el universo, obra y vida de Meyerhold, ambientado en la Rusia estalinista", dice Celedón. Veinte actores levantan una gran muralla teatral por las calles, combinando actuación, circo y mimodrama, y recreando hechos históricos como el asesinato de Trotski en México, el de la familia imperial y la muerte de Lenin a la subida de Stalin, además de los campos de concentración y su propaganda política.