La escritora y periodista Elena Poniatowska (París, 1932) recibió el miércoles, en la Universidad de Alcalá de Henares, el Premio Cervantes de Literatura, el más prestigioso en habla hispana. Hija de un príncipe polaco, Poniatowska es más mexicana 'que el mole', según sus palabras. Y es la primera autora mexicana en obtenerlo: el quinto galardón para México y la cuarta mujer en sus 38 años de historia. Esta entrevista se hizo días antes de su premiación.
Ha llovido en Ciudad de México. Cae la noche. Ella es menuda, pequeña y rubia. Güerita, en mexicano. Detrás de su mirada curiosa se esconde una de las mejores entrevistadoras de México y una resuelta cronista, que ha dibujado la biografía de mujeres notables (Tina Modotti, Angelina Beloff, Leonora Carrington, y así hasta completar una larga lista) y ha relatado uno de los acontecimientos más duros en la historia del país: la matanza de decenas de estudiantes a manos del gobierno priista el 2 de octubre de 1968 en la plaza de Tlatelolco.
No para de hacer preguntas, de interesarse por todo. Es escritora, es periodista y es curiosa. Y de ahí su trayectoria, su obra y su premio.
Diego Rivera la llamó 'polaquita preguntona', ¿se sigue considerando así?
Pues sí. Seguiré siéndolo, siempre fui una preguntona y seguiré siéndolo hasta que me muera
No le gusta que le digan Elenita.
Así es. Todo el mundo... Bueno, no todo el mundo, pero muchas personas me llaman así. Y suena bastante infantil.
México es el país del ahorita, que utiliza muchos eufemismos en su día a día. ¿Cree que los mexicanos temen a las palabras?
Sí. Siempre terminamos nuestras frases con un '¿no?', '¿verdad?'... Estamos buscando la aquiescencia, la aceptación del otro. 'La casa está bonita, ¿no?'. 'Llovió muy fuerte hoy, ¿verdad?'. Siempre el otro nos tiene que apoyar.
Y hablando de palabras, ¿diría que el PRI, que gobernó durante 70 años México ininterrumpidamente, era una dictadura?
El PRI ha sido un poder prepotente y que ha actuado como un dictador, siendo un partido. Se ha impuesto y amedrenta. El PAN y el PRD no han inventado una nueva forma de hacer política, ni han actuado en forma muy distinta al PRI. No han aportado nada cuando han subido al poder. No hay aquí alguien que podamos señalar, un diputado o una senadora, que yo quiera oír o que quiera seguir, no existe. En México no hay una forma alternativa de hacer política más que la del PRI.
Usted fue una de las figuras del mundo cultural mexicano que apoyaron de manera más abierta al polémico y dos veces candidato opositor Andrés Manuel López Obrador.
Andrés sabe de historia. Lee. Ahora, eso no quiere decir que tienes que estar de acuerdo con él en todo, eh. Y que no pienses que no tiene defectos. Obviamente, los tiene. Es terco.
Su apoyo a López Obrador le ganó muchas críticas.
Ay, sí. Me hicieron pinole [harina de maíz tostado en México]. Mucho rechazo, displicencia. No sabe la cantidad de llamadas por teléfono con mentadas de madre. Un día sí me hicieron llorar y yo no soy nada llorona. Llamaron como a las dos de la mañana. Una voz de hombre, cordial, me dijo: 'Elenita, hay un hombre en su jardín'. Yo me puse la bata y bajé, salí a la calle, vi que no había un alma y que estaba en penumbras. Y entonces regresé a la cama y ahí sí, me eché a llorar. Me sentí muy agredida.
Cuando usted publicó La noche de Tlatelolco, un referente sobre lo ocurrido el 2 de octubre de 1968, el momento más duro de la represión del régimen, ¿se sintió amenazada?
Sí. Amenazaron a Tomás Espresate Pons (catalán exiliado en México tras la Guerra Civil, librero y editor), que era el que estaba imprimiendo el libro. Le dijeron que iban a quemar su negocio. El respondió: 'Mire, yo estuve en la Guerra Civil de España. Yo sé lo que es la guerra y este libro se publica'. Luego esparcieron el rumor de que el Ejército lo iba a incautar, pero eso fue la mejor propaganda. Todo el mundo salió corriendo a comprarlo. Se hicieron cuatro ediciones en un mes. La locura.
¿Se considera una feminista?
¡Claro!
¿Y qué es una feminista?
Es una mujer que pone ante todo el respeto a sí misma. En este país, 400 mujeres han sido asesinadas con total impunidad en Ciudad Juárez. Es aterrador. Y lo de las mujeres en general en México es aterrador.
¿Las mujeres inteligentes dan miedo?
No, no creo que todavía sea así. Al contrario, pienso que hoy las mujeres inteligentes son muy buscadas. Esa cosa de las revistas de moda de que a la que es sabia o a la que estudia o a la que se basta a sí misma o a la que se mantiene nadie se le va a acercar ha pasado a mejor vida. A los hombres actuales les interesa la competencia. ¿Usted siente que en el periodismo la tratan mal por eso?
En mi época, cada vez que había un buen reportaje, era para un hombre, nunca para una mujer. Nadie quería invertir en la carrera de una periodista, porque se iba a casar, iba a tener hijitos, guardaría su título en un baúl y no había por qué invertir en ella. Lo que sí todavía se dice es que cualquier logro de una mujer ha sido porque se ha acostado con el jefe o porque son guapas. Hay quien cree que todos los méritos de una mujer tienen que ver siempre con su cuerpo.
Y también con su condición de mujer...
Una vez escuché un comentario que me pareció muy denigrante. Yo era muy, muy joven, y se me grabó. Una mujer muy guapa me dijo: 'Yo, cuando una puerta se me cierra, la empujo con las nalgas'. Qué feo, ¿no? Muchas tristemente todavía así lo creen, pero a lo mejor cada vez son menos. Incluso, ya las indígenas, las que están con el subcomandante Marcos, las mujeres más fregadas del país, exclamaron que querían tener los hijos que podían y deseaban tener y que querían elegir al hombre con el que se unirían, mirarlo a los ojos para que no las cambien por un garrafón de alcohol. Es una victoria.