LAS ABUELITAS preguntaban por el apellido. Las mamás, qué profesión tiene. Las amigas, qué hace. En cualquiera de sus formas, se espera que la respuesta apunte en una sola dirección: que el pretendiente en cuestión sea un buen partido. En buen chileno, que tenga un trabajo prometedor o, por lo menos, estable (o un buen "puesto" o "cargo", para seguir con las abuelitas). Pero aunque históricamente ha sido un requisito, hoy la mentalidad de la mujer que toma la decisión es otra: no tienen problemas de mantener una relación con un hombre que no tenga ese cargo deslumbrante. Es más, se atreven con un cesante y muchas están, incluso, dispuestas a mantener económicamente a su pareja. Así lo reveló un estudio realizado por el Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (Cesop) de la Universidad Central.

Y hay cifras que lo sustentan: luego de preguntar a 300 mujeres chilenas de entre 18 y 65 años, el 65% coincidió en que no tendría problemas en tener una relación de pareja con un hombre cesante. Francisca (29), por ejemplo, conoció a Gonzalo (31) cuando él llevaba tres meses sin trabajo. No le importó. Ella, económicamente estable, hoy lleva cinco meses saliendo con él y su situación laboral no es tema. ¿Quién paga la cuenta? A medias. El tiene ahorros, pero, para no atentar contra su ego masculino, ella evita los lugares caros. María Gla dys Olivo, directora de la Escuela de Trabajo Social a cargo del estudio, explica que, aunque las mujeres ya no dependen económicamente de los hombres, mantienen una tendencia sobreprotectora con sus parejas, que se hace más latente, por ejemplo, cuando el hombre está cesante o cuando él gana menos que ella. Así lo demuestran las cifras de la encuesta: el 52% de las mujeres aseguró que estaría dispuesta a mantener económicamente a su pareja.

Marcela Riquelme (34) hizo exactamente eso durante cinco meses, cuando su marido perdió el trabajo: mantenerlo. Pero no solo se hizo cargo de las cuentas, sino también de su estado anímico. En un principio él no tomó mal su despido porque aprovechó de cuidar a su hija recién nacida, pero pasó un mes y ya se sentía un inútil. Marcela cuenta que la carga social era demasiado fuerte. Incluso, en su propia casa su mamá se lo refregó en la cara cuando la invitó a tomar once: "Cuando se levantó de la mesa, me agradeció notoriamente a mí por la once", cuenta. Y eso bastó para que el ánimo de su marido se fuera al piso. Mala señal, porque para Marcela era importante mantener a su marido sin desanimarse y sin que sintiera que ella tenía el control por llevar la plata a la casa.

La realidad en países anglosajones muestra que la mujer chilena es bastante más comprensiva con los hombres cesantes. Por ejemplo, para un hombre estadounidense que está cesante, buscar empleo es tan difícil como conseguir pareja. Una encuesta del sitio de citas It's just lunch así lo demuestra: 75% de las mujeres no estaría con un hombre cesante… y ni siquiera tendría una cita con uno. La encuesta, realizada a 925 mujeres, mostró que apenas el 4% aceptaría salir con un desempleado.

Es que en Chile las mujeres han asumido tradicionalmente un rol matriarcal que aún se mantiene. Luis Gajardo, director de la Escuela de Sociología de la U. Central, explica que las mujeres cumplen una tarea protectora, haciéndose cargo de decisiones importantes, de los niños y muchas veces de sus maridos. Los hombres, por su parte, cumplen un liderazgo más instrumental, mientras que las mujeres uno más afectivo y conciliador. Esto explicaría que, en situación de cesantía, estén dispuestas a aceptarlos.

Como dice la frase cliché, nada es para siempre: tampoco una pareja cesante. De hecho, casi el 50% de las chilenas declaró que aceptaría a su marido cesante, pero con la condición de que esté un máximo de seis meses sin trabajo. Josefa Rivera (39) no llegó a ese margen de tiempo, pero cuando su marido quedó cesante tenía claro que si la situación se alargaba, comenzarían las peleas. "Estuvo cesante dos meses y, por suerte, no hubo mayores problemas en ese tiempo porque él nunca se quedó de brazos cruzados. Diría que fue incómodo, pero si pasaba más tiempo no habría sido tan comprensiva", recuerda.

En todo caso, no todas ponen un tiempo límite. El 37% reconoció que sería capaz de sostener a su marido hasta que encuentre trabajo sin importar cuánto tiempo pase. Pamela Gutiérrez (45) lo hizo. Estuvo un año con su marido en la casa. En ese tiempo, él se encargó de todas las cosas domésticas, lo que les permitió renunciar a la nana y ahorrar ese dinero para todos los gastos. Su marido solo realizaba trabajos esporádicos, que les daban un mínimo de ingresos. Y aunque no era lo ideal, prefirieron ser pacientes y esperar un buen trabajo. Cuando eso pasó, los papeles en la casa volvieron a su margen tradicional. Pamela podría ser una excepción a la regla si tomamos en cuenta que en la encuesta, el 55% declaró que el factor económico es muy importante o fundamental en una relación de pareja. Y enfrentada a una idea romántica, solo el 7% afirmó que lo único que importa es el amor.

Tomando en cuenta ambos puntos, ¿cuál sería el ideal romántico de hoy? Compartir los proyectos, dice el sicólogo de la Clínica Santa María, Raúl Carvajal. Hoy día las parejas se mantienen unidas porque comparten la solvencia de ambos para mantener un proyecto juntos: la idea de pareja es un compañero que esté a la par. Ahora nadie está dispuesto a llevar el peso completo. Hoy día ya no es relevante quién gane más o si se gane el mismo sueldo: hoy día en las parejas está el deseo de igualar las cosas. Sin embargo, el rol del hombre "aprovechador" ha sido aceptado históricamente y algo de eso queda. Las mujeres tienen una visión maternal que las predispone al perdón y a victimizar a sus parejas. Carvajal cuenta que a su consulta llegan muchas mujeres preocupadas de cómo se las va a arreglar su ex cuando están recién separados. En Chile, la figura de la mujer matriarcal sigue siendo muy potente.