"¡Hágale un mohicano!", se escuchó fuerte ayer dentro de la emblemática Peluquería Francesa del barrio Yungay, cuando Manuel Cerda, uno de los estilistas, se aprestaba a cortarle el cabello al ministro de Minería, Hernán de Solminihac. Entre risas, el jefe de la cartera se prestó para probar la invención de un emprendedor chileno en las manos de uno de los peluqueros de la antigua barbería. Se trata de peinetas bañadas en cobre, que serían beneficiosas para la salud capilar. "Me decían también que ayudan a evitar las canas, lamentablemente ya es muy tarde para eso", bromeó el ministro.

Víctor Escudero, gestor del producto, estuvo ocho años haciendo investigaciones para después poder postular a una patente. "Estuve tres años en el trámite de la patente. Se hace una búsqueda mundial, donde se revisa que no haya traído la idea de ninguna parte. Una vez que se pasa por la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (Ompi) y se demuestra que es algo inédito, te ponen a un perito para que compruebe que los beneficios son reales". De ahí en adelante, se le encargó a un experto la tarea de certificar con estudios los beneficios. "Felizmente, Codelco tenía estos estudios de organismos reconocidos que certificaban todo"; Escudero contó que la empresa le facilitó los informes, con lo que logró ahorrarse varios millones de pesos.

El ministro celebró el emprendimiento de Víctor. "Los grandes inventos son los que solucionan los problemas de la manera más sencilla. Y si es con cobre, cuyas propiedades bactericidas son reconocidas mundialmente, estamos ante otro producto innovador que abre las puertas de un nuevo mercado para los usos del metal rojo", señaló De Solminihac.

En cuanto a los beneficios, explicó que "el pelo es una trampa de bacterias, hongos y gérmenes de toda índole. La peineta de cobre al ir desgastando su superficie oxidada va dejando sales que generan un ambiente nocivo para estos microorganismos". Su uso ayudaría a combatir la caída del cabello, grasitud, caspa, liendres e incluso, puntas partidas.

El uso del cobre en materia terapéutica empezó hace 15 años, cuando un científico méxicano lo aplicó a las telas de la ropa de su hijo que padecía de asma, con el cobre no aparecieron ácaros y la calidad de vida del niño mejoró. De ahí en más, se ha utilizado en la industria del salmón y para sanitizar lugares públicos y hospitales.