La noche de mayor teleaudiencia en la historia de los Premios Oscar fue la del 23 de marzo de 1998, cuando el éxito arrasador de Titanic se vio validado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Diecisiete años más tarde, quizá faltó ese ambiente de autobombo industrial (con la excepción de Francotirador, no hubo taquillazos entre las nominadas principales) y acaso los televidentes fueron menos. Pero la incertidumbre estaba instalada.

Analistas y apostadores venían dicendo hacía semanas que ésta era la competencia más reñida en una década. Y el suspenso no es un factor que desprecien los 3.300 asistentes al Dolby Theatre de Hollywood, ni los millones de telespectadores en más de 100 países. En un año particularmente indie, se planteó una carrera estrecha en que los votantes debieron optar por ceder al último canto de sirenas entre los críticos (Birdman, de Alejandro González Iñárritu) o por rendirse ante una sensible cinta familiar rodada a lo largo de 12 años (Boyhood, de Richard Linklater). Al final, no fue muy estrecho.

Lo esperable y lo demás

Entre las pruebas de fuego que prometía la noche estaba la del actor y cantante Neil Patrick Harris, quien irrumpió pasadas las 22.30, hora chilena, en el Dolby Theatre de Los Angeles. Número puesto en los premios Tony, no bien saludó... se puso a cantar. Echando broma tras broma, rindió tributo al Hollywood icónico de distintas épocas. Asistido por Anna Kendrick y en contrapunto con Jack Black, dio así el arranque, que fue seguidos por bromas a la recaudación de Francotirador, a la cuenta bancaria de Oprah Winfrey y a su propia participación en Los Pitufos 2.

La jornada siguió su curso con la entrega de uno de los premios más cantados de la temporada: JK Simmons como mejor secundario por su rol en Whiplash. Al agradecer, el calvo actor homenajeó latamente a su esposa y conminó a todo el mundo a hablar con sus padres. No sería el único reconocimiento al filme de Damien Chazelle.

En la misma cuerda se dio el reconocimiento a las actrices de reparto. Patricia Arquette confirmó su favoritismo y, en medio de una ovación, subió a leer un agradecimiento que se convirtió en el primer momento "político" de la noche, que llevó a Meryl Streep a destar su entusiasmo. Incluso la norma se mantenía, vanzada ya la jornada, en ítemes como Cortometraje Animado, favorable a Feast, de Disney, estudio que luego se vio favorecido en los largos de "monitos" con Grandes héroes.

Acaso la primera instancia de incertidumbre internacionalmente compartida fue la del premio a Mejor Película en Lengua Extranjera. La estatuilla recayó en la polaca Ida, que desbancó a la rusa Leviathan, ganadora del Globo de Oro, y mató las esperanzas argentinas de Relatos salvajes.

Y aunque se trataba de categorías "técnicas", el primer competidor en golpear la mesa fue el que más nominaciones tenía junto con Birdman: Mejor Maquillaje, Diseño de Vestuario y Dirección de Arte quedaron en manos de El Gran Hotel Budapest, que con eso ya quedaba suficientemente arropada. Tras el Oscar a Mejor Música Original, el filme de Wes Anderson se instalaba como el más premiado.

Conforme avanzaba la noche, se fueron desplegando los distintos ítemes que dan a esta ceremonia todo lo que tiene de esperable y recurrente. Los números musicales, por de pronto, con todo lo que tienen de balsámico, y el momento de recordar a los que partieron de este mundo, de Rod Taylor y Virna Lisi a Alain Resnais y Mike Nichols. Pero faltaba bastante aún por recorrer.

Para que no se dijera que se fue con las manos vacías, Francotirador se impuso en Mejor Montaje Sonoro, al tiempo que la gente de Insterestelar, una de las grandes derrotadas a la hora de las nominaciones, pudo irse a casa con una estatuilla por sus efectos visuales. Lo mismo puede decirse de Selma, reconocida por su canción Glory, cuya interpretación casi echó abajo el Dolby Theatre.

Pero faltaba la pelea principal, que empezó a resolverse cuando Birdman fue ungido por su guión original, (entre los guiones adaptados, el triunfo se lo anotó El código Enigma). Y si bien se esperaba una votación "salomónica" que salvara la honra de Boyhood a través de su realizador, el premio a Mejor Director fue a manos de Iñárritu, así como el de Mejor Película, mientras mejores intérpretes resultaron Eddie Redmayne (La Teoría del todo) y Julianne Moore (Siempre Alice).

Birdman, sobre un actor en busca de redención, se probó irresistible para una academia que la sumará a una larga lista de títulos que brillaron un rato y cayeron luego en el olvido. Boyhood, que no esperaba hace un año estar en estas lides, se quedó sin nada. Se dirá que no era una película para estas lides. Y probablemente sea cierto.