¿DE verdad creía que era el único al que se le había ocurrido eso de mirar el celular cuando en plena calle o centro comercial se encuentra con alguien a quien le da lata o no quiere saludar? Mishhh, un poco ingenuo usted, ¿ah? Cándido lo suyo. Porque la estrategia del "estoy en algo importante y no me estoy dando cuenta de que estás pasando por mi lado" la practica el 81% de los encuestados por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (Ceoc) de la Universidad de Talca. Es decir, es un clásico... Esa y la de mirar de frente con cara de concentración o para el lado con cara de interés en la ropa de guagua (de la guagua que usted todavía no tiene, claro).

El tema acá es que cuando usted no quiere saludar, no quiere hablar, no quiere toparse con quien simplemente no quiere toparse, recurre a excusas que aunque le parezcan muy originales, son muy comunes. Así lo refleja la encuesta de la U. de Talca, que analizó las pequeñas excusas u omisiones que realizamos en la vida diaria.

¿Y la del "perdona, no vi tu llamado" o "raro, porque no tengo ninguna llamada perdida" o "es que se me quedó el teléfono en la casa"? Seguramente ya ni se acuerda cuántas veces usó estas frases, pero sepa que tampoco son de su exclusividad: el 79% de los consultados por el estudio dijo utilizarla en más de una oportunidad.

La mejor excusa

Ahora, el tema es que como esas frases son de uso tan extendido, siempre despiertan suspicacias: ¿De verdad no me habrá visto o se hacía el loco mirando los correos? u ¿Otra vez se le quedó el teléfono en la casa? Pfffff". Por eso, parta dosificándolas. Es decir, intercálelas con otra mucho más eficiente, aunque cuestionable: use a sus hijos. Por ejemplo: cuando la o lo llama por tercera vez una pareja amiga que los invita a comer y a usted le da una de esas latas insuperables, recurra al "Pucha, me encantaría, pero justo, justo ese día, nos organizamos para ir con los niños a pasear. Y ya se lo hemos prometido tantas veces...". Listo. Santo remedio, como diría cualquier señora sobre los 70. Se acaba el problema. Además, está a la vista que usted es un padre ejemplar: es capaz de postergarse en bien de la familia. Aunque esta táctica, que es usada por el 61%, tiene un lado más bien criticable.

Según Raúl Carvajal, sicólogo de la Clínica Santa María, es tan relevante la importancia que se le da a la paternidad en estos tiempos, que es una excusa perfecta porque no habrá duda ni reclamos. Aunque "la gente que ahora tiene hijos y usa esta excusa es la misma que cuando eran jóvenes enfermaban al tío o mataban al abuelito", dice. De hecho, el 65% de quienes tienen entre 36 a 50 años utiliza esta excusa.

Y no importa si son hombres o mujeres; todas estas "mentiras blancas" las usamos de forma similar, sin distinción de sexo, aunque hay algunas estrategias que usan más unos que otros. Por ejemplo, las mujeres (51%), más que los hombres (47%), se van sin dejar sus datos cuando le dan un topón al auto de atrás. Total, el golpe no fue para tanto.

Los hombres, en cambio, omiten en otras circunstancias. Cuando en la casa a alguien le da por tratar de pillar a quien se comió el último pedazo de torta que estaba en el refrigerador, ellos en 66% se hacen los locos, ellas en 42%. Y en materia laboral, cuando el jefe llega a las 19 horas con cara de estresado preguntando quién puede echarle una mano con el informe que es para primera hora del día siguiente, los hombres suelen irse en muchas más oportunidades que las mujeres (62% versus 51%), sin que se les escuche lo del "yo puedo". Es como que no hubieran escuchado porque "justo" tuvieron que hacer algo urgente o "justo" estaban con los audífonos puestos.

Una mentirita piadosa

Así las cosas, si aparece muy seguido un impulso irrefrenable de usar estas excusas, trate de moderarlas. Porque el exceso es malo, pero recurrir a ellas de vez en cuando, no es algo tan negativo. Incluso pueden ser hasta necesarias. Según Raúl Carvajal, el humano tiene mecanismos de omisión propios de su naturaleza. No podemos captar toda la información... "Necesitamos eludir algo que consideramos irrelevante en la vida, es parte de un proceso adaptativo porque no nos podemos hacer cargo de todo. El problema es cuando se torna un mecanismo constante", dice.

De hecho, el 31% dice que usa estas omisiones para evitar hacer algo que le da lata. Sin embargo, un mayor porcentaje dice que la principal razón es para evitar una pelea o discutir con otra persona (44%). Según Carvajal, esto se da porque los chilenos evitamos siempre el conflicto; nos incomoda ser directos. "Por eso usamos la típica frase: no puedo, en vez de no quiero", dice.

Claro, pensamos que la verdad es complicada. Según un estudio realizado por GiroPaís-Subjetiva, el 54% de los adultos entre 35 y 54 años piensa que las personas que dicen la verdad son conflictivas. Y para no caer en esa categoría, entonces es que consideramos mejor la mentira piadosa. Al final de cuentas -pensamos para nosotros mismos-, así nadie se enoja, todos quedan contentos y se evita la pelea.