La cueva de Yok Balum, en Belice, se encuentra a menos de cinco kilómetros de la antigua ciudad de Uxbenká, una agitada urbe maya que en su esplendor llegó a albergar a 10.000 personas, convirtiéndose en una de las primeras metrópolis de esta civilización alrededor del año 500.

Hoy, estas remotas cuevas podrían tener la explicación de la misteriosa desaparición de los mayas, una cultura de impresionantes avances que, sin embargo, entre el año 800 y el 1000 repentinamente desapareció del mapa precolombino, un enigma que por décadas ha intrigado a los arqueólogos.

Según un estudio que analizó las estalagmitas de más de 2.000 años que hay en las cuevas -las que crecen conforme el nivel de precipitaciones de un lugar-, concluyó que una prolongada sequía entre los años 1020 y 1100 asoló el lugar, provocando la debacle de esta civilización.

Si bien la teoría de una crisis climática ha cobrado fuerza desde hace un tiempo entre los investigadores para probar la desaparición maya, esta es la primera vez que existe un registro tan exacto del período en que se produjo esta sequía.

Para su investigación, los expertos de la U. Estatal de Pensilvania (EE.UU.), que realizaron el estudio, midieron la presencia de oxígeno en estas estalagmitas.

El oxígeno posee una mezcla de isótopos (átomos de un mismo elemento). El más pesado de estos átomos, el oxígeno-18, viaja en las aguas lluvias y se deposita en las estalagmitas, incidiendo en su crecimiento. Por el contrario, el oxígeno-16 se evapora con facilidad con el calor, también dejando su huella en la estalagmita.

Con estos dos parámetros, los investigadores pudieron determinar las épocas de más lluvias y las de menos, descubriendo una gran sequía entre los años 1020 y 1100.

El fenómeno desencadenó un declive en la productividad agrícola y contribuyó a una fragmentación social y un posterior colapso político de los mayas.

Douglas Kennett, autor principal del estudio, publicado ayer por la revista Science, aclara a La Tercera que estas sequías de largo plazo son un fenómeno regular en la zona. "Los ciclos de sequía son parte del sistema natural del clima en la región. Identificamos varias sequías que van de los 10 años y a veces hasta 100 años", como la que finalmente hizo colapsar a los mayas.

Sin embargo, las estalagmitas también midieron períodos de elevadas precipitaciones, las que desencadenaron una expansión poblacional entre los años 440 y 660.

Según el antropólogo ambiental, ahora existe un registro climático que es directamente comparable a los registros históricos de los sitios mayas.

Colapso climático

El estudio es coincidente con otro similar, dirigido por Martín Medina Elizalde, del Centro para la Investigación Científica de Yucatán (México) y Eelco Rohling, de la U. de Southampton (Reino Unido), y también publicado en la revista Science (en febrero pasado), que concluyó, también midiendo el crecimiento de las estalagmitas, aunque en otra zona de la península de Yucatán,

que las precipitaciones en la zona experimentaron una reducción de entre 20% y 40%, debido a la disminución en las tormentas de verano, aunque cifraron esta disminución entre los años 800 y 950.

Los mayas no son la única civilización que desapareció asolada por fenómenos climáticos extremos.

Según Kennett, hay otros ejemplos, como las ciudades acadias en Mesopotamia " y hay alguna evidencia reciente de que el clima seco contribuyó a la decadencia de la civilización Harrappan en la India".