Dormir poco, engorda. Esa es una realidad probada por la ciencia en diversos estudios. ¿La razón? La falta de sueño altera los niveles de las hormonas encargadas de regular el apetito, por lo que quienes duermen poco, comen más e incrementan sus posibilidades de sufrir sobrepeso u obesidad. Ahora, un estudio realizado por investigadores de la U. de Chicago revela que descansar menos de las horas recomendadas -siete y media como mínimo- también arruina los resultados de quienes realizan una dieta, pues limita su posibilidad de perder grasa.

"No dormir lo suficiente, un comportamiento común en la sociedad moderna, pone en peligro los esfuerzos para perder grasa a través de una dieta. En nuestro estudio ello redujo la pérdida de grasa en un 55 por ciento", explica a La Tercera Plamen Penev, investigador de la Universidad de Chicago y líder del estudio.

Según el experto, la responsable de tal efecto es la grelina, una hormona que aumenta el apetito, reduce la quema de calorías y cambia la proporción de los "combustibles" que el cuerpo quema en una dieta. En el caso de los que duermen poco, pierden más carbohidratos y menos grasa.

Un tema no menor, según explica Penev, ya que el fin último de hacer una dieta no es perder peso, sino el exceso de grasa que es lo que aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes, la presión arterial y las cardiovasculares, entre otras. "Perder poca grasa corporal es un efecto secundario no deseado de todas las dietas para bajar de peso y en este estudio mostramos que la reducción del sueño incide en ello", dice.

Efecto no deseado

En el estudio, publicado en Annals of Internal Medicine, los científicos reclutaron a 10 voluntarios, todos con sobrepeso y obesidad, los que fueron sometidos a una dieta de restricción calórica de 1.450 calorías y vigilados en condiciones de laboratorio durante 28 días. Durante las dos primeras semanas durmieron, en promedio, siete horas y 25 minutos cada noche. Las otras dos semanas, sólo cinco horas y 15 minutos. Los resultados fueron reveladores: aunque en ambos casos perdieron tres kilos de peso, cuando durmieron menos, sólo un cuarto del peso que bajaron era grasa, mientras que en condiciones normales de sueño, más de la mitad de los kilos que perdieron fueron de grasa. En concreto, el primer grupo bajó 590 gramos, mientras que el segundo, un kilo y medio de grasa.

No es todo: dormir bien ayudó a controlar el hambre, gracias a que el nivel de grelina no experimentó cambios en los individuos. Al contrario, quienes durmieron 5,5 horas al día sufrieron un incremento en los niveles de esta hormona de 75 ng/l a 84 ng/l., lo que según los investigadores aumenta las posibilidades de abandonar la dieta, algo que no ocurrió en este caso sólo porque los voluntarios estaban controlados en laboratorio. "Se ha demostrado que los niveles más altos de grelina reducen el gasto de energía, estimulan la ingesta de alimentos y el hambre, promueven la retención de grasa y aumentan la producción hepática de glucosa", dicen los autores del estudio.

Mónica Manrique, nutrióloga del Centro de Tratamiento de Obesidad de la UC, dice que una de las recomendaciones básicas para personas que están en tratamiento para bajar de peso es que deben completar un ciclo de sueño de al menos ocho horas diarias, ya que se sabe que es importante en el éxito del tratamiento. Aunque las causas no son del todo claras, la experta chilena afirma que una de las razones que se barajan es que durante el ciclo de sueño y vigilia hay una serie de péptidos que ayudan a que los procesos metabólicos del cuerpo funcionen adecuadamente. "Cuando estos ciclos se alteran el cuerpo metaboliza menos grasa", dice.

De hecho, otro estudio realizado por la U. de Chicago, en 2004, demostró que dormir pocas horas reduce un 18% la leptina, hormona vinculada a la saciedad y aumenta en un 28% la grelina, lo que genera un círculo vicioso que perjudica la pérdida de peso.