El 23 de octubre de 1984, hace exactamente 25 años, el fotógrafo y camarógrafo keniano Mohamed Salim, de la cadena británica BBC, divulgó al mundo las primeras imágenes de la severa hambruna que golpeaba a Etiopía. Esas fotos y las cientos de instantáneas que fueron publicadas después gatillaron que se levantaran campañas por todo el mundo con tal de reunir fondos para los más necesitados del Cuerno de Africa. Las imágenes de Salim, de personas reducidas a esqueletos, niños de meses con los ojos hundidos y menores tambaleándose y demasiado débiles para quitarse las moscas sobre sus rostros, golpearon al mundo occidental. Así, por ejemplo, apareció la canción We Are the World cantada por los mayores íconos de la época como Michael Jackson, Lionel Richie, Steve Perry y Bruce Springsteen.
Sin embargo, todo eso no impidió que en esos meses finales de 1984 y los primeros de 1985 muriera cerca de un millón de personas, según algunos cálculos. Más los 200.000 que murieron en los 70 en el mismo país como consecuencia del hambre.
Un cuarto de siglo más tarde, el gobierno de Etiopía aseguró que necesita ayuda alimentaria de emergencia para 6,2 millones de personas, a consecuencia de una sequía prolongada que afecta también a Kenia y Somalia. Así, el ministro etíope de Agricultura, Mitiku Kassa, pidió a los países donantes que envíen al menos US$ 121 millones. Sólo en enero pasado, Addis Abeba había dicho que más de 4,9 millones, de los 85 millones de habitantes del país, necesitaban ayuda de emergencia.
En la hambruna de hace 25 años se conjugaron una serie de factores. En primer lugar, el ciclo de sequías y las malas cosechas. Además, el entonces gobierno socialista de Mengistu Haile se enfrentaba en la región de la sierra de Tigray, especialmente afectada, a un grupo rebelde.
También influyó que en esa zona se llevaba a cabo una política de expropiación de tierras y reubicaciones forzosas que iba en desmedro de una agricultura estable. Y, como si fuese poco, el gobierno etíope bloqueaba el suministro de alimentos en las zonas rebeldes.
Una de las consecuencias de la gran hambruna en Etiopía fueron los esfuerzos por lograr un sistema mejorado de alerta temprana. Pero esto sirve de poco si el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas y las organizaciones de cooperación no cuentan con los recursos para operar.
Ya a comienzos de 2008, agencias de la ONU en Nairobi advirtieron que unas 10 millones de personas en el Cuerno de Africa estarían bajo riesgo de hambruna. A principios de 2009 la cifra había subido a 17 millones de personas.