El 24 de julio de 1995, Isabel Valdés Vial recibió en su casa al notario Andrés Rubio y le informó cuál era su voluntad cuando muriera. Tenía 80 años y había resuelto a quién heredar su patrimonio, que tras su fallecimiento incluía más de $ 1.000 millones en acciones en Copec; $ 800 millones de acciones en la papelera CMPC y otras más en Endesa, entre otras inversiones.

Al momento de realizar su testamento, Isabel Valdés estaba casada con el ingeniero Fernando González Cerveró, con quien había contraído matrimonio tras enviudar del arquitecto Guillermo García-Huidobro Jaraquemada. En ninguno de esos matrimonios tuvo hijos.

En el documento, la mujer especifica que dejará parte de su herencia a cinco sobrinos. También detalla que el 25% de sus bienes en Chile, conocido como cuarto de libre disposición, deberá ser entregado a 15 personas.

De éstas, 12 tenían apellido Valdés. El beneficiario número 15, dice el texto, será el "reverendo padre Fernando Karadima", hoy de 81 años.

Entonces, el clérigo era párroco de la iglesia El Bosque de Providencia y faltaba más de una década para que estallara el caso que terminó con una condena del Vaticano en su contra. Esta condena de la Santa Sede consistió en un retiro a una vida de oración y penitencia, por los delitos de abusos sexuales a menores y adultos, además de abuso de poder.

Penalmente, el clérigo no fue condenado. La ministra en visita Jéssica González sobreseyó la causa tras afirmar en su resolución que Karadima cometió abusos, pero que estaban prescritos.

Cercanos al sacerdote afirman que Isabel Valdés no era una feligresa frecuente de El Bosque, pero que sí asistía a los retiros espirituales que el clérigo ofrecía para festividades como Semana Santa y Navidad, los cuales alcanzaron gran popularidad en las décadas de 1980 y 1990.

La tramitación

El 25 de enero de 2011, la mujer murió, a los 96 años. Su albacea, José Manuel Balmaceda, comenzó a tramitar la posesión efectiva de la herencia, en el 24° Juzgado Civil de la capital.

Al fallecer, la mujer ya había enviudado por segunda vez y dos de los herederos del 25% de sus posesiones también habían muerto. El tribunal resolvió, por tanto, dividir estos montos entre los 13 vivos.

En la causa Rol V 55 de 2011 se incluye el documento "liquidación impuesto herencia", del Servicio de Impuestos Internos (SII). Allí figura el nombre de Fernando Karadima como signatario "A6". Luego se precisa en el documento que a éste signatario corresponde el monto de $ 72.271.413, a los que deben descontarse impuestos.

Fuentes ligadas al caso explican que, en definitiva, Karadima recibió unos $ 60 millones. Cercanos al clérigo sostuvieron que el monto final fue menor a esa cifra y que ésta ya fue cobrada.

La defensa del abogado no se refirió a la resolución.

En el Dicom de Fernando Karadima figura una parcela que el sacerdote posee en Requínoa, como único bien. No hay mención a ninguna herencia.

Fuentes eclesiásticas precisan que Karadima puede disponer de patrimonio, puesto que se trata de un sacerdote diocesano. Recalcan que son los clérigos pertenecientes a órdenes religiosas quienes no cuentan con bienes propios, ya que éstos deben ser entregados a las congregaciones, según los estatutos de éstas.

Durante la tramitación penal de la causa, una de las aristas que indagó la PDI es si en el entorno de Karadima se pagó a testigos del caso con fondos parroquiales. Esta arista se cerró sin encontrar delitos.

Paralelamente, la Iglesia ordenó indagar el manejo de los dineros en la parroquia, de manera de diferenciar el uso de los dineros donados específicamente a Karadima, de los que eran dejados al templo por los fieles.

La vida en el convento

El domicilio fijado por el clérigo en el documento del Servicio de Impuestos Internos es General Bustamante 586, Providencia. Este corresponde al convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, donde Karadima fue trasladado tras ser condenado eclesiásticamente.

Cercanos al caso explican que las visitas que Fernando Karadima ha recibido allí son de algunos de sus hermanos y de sacerdotes. Entre ellos está el vicario de la zona cordillera, Fernando Vives. A este clérigo le encomendaron acompañarlo en enero de este año, cuando Karadima estuvo internado en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, debido a un shock glicémico.

Otros clérigos que lo han visitado son de corrientes opuestas a las de Karadima, ligado en sus años de auge a las tendencias más conservadoras en el catolicismo.

Uno de sus visitantes fue el cura obrero Mariano Puga, quien en marzo de 2011 llegó hasta el convento y compartió unos minutos con él. Ambos se conocieron como estudiantes de Teología, en su período de seminaristas.

Puga sostuvo, tras la cita, que lamentaba que Karadima no reconociera las faltas cometidas.

Otro de los sacerdotes que lo visitaron en ese período fue el ex candidato presidencial de las elecciones de 1993 Eugenio Pizarro. El clérigo, que ese año fuera la carta del Movimiento Allendista, solicitó autorización al arzobispo Ricardo Ezzati para reunirse con Karadima, a quien también conoció en sus años de formación.

Karadima también ha recibido, al menos, un llamado telefónico de uno de los miembros de la desaparecida Unión Sacerdotal. El arzobispo Ezzati se enteró de esta situación y reprendió a los clérigos del grupo, puesto que la sentencia del Vaticano prohíbe la "frecuentación con sus ex parroquianos o miembros de la Unión Sacerdotal".

Ezzati también se ha reunido con el clérigo en el convento de calle Bustamante. Fuentes cercanas al caso afirman que ha intentado convencerlo, sin éxito, de que pida perdón.