Burtis Dolan era un rico empresario de perfumes de Chicago. Sus negocios lo obligaron a viajar a Europa, periplo que prometió a su esposa hacer en barco. Les tenía terror a los vuelos, especialmente por la alta tasa de accidentes que había en esa época en este tipo de viajes. Pero no cumplió. Dolan quería regresar a casa para el Día de la Madre, lo que no lograría si tomaba el barco que tardaba más de cuatro días en cruzar el Atlántico. El Hindenburg, un dirigible de la Alemania nazi, le ofrecía hacerlo en tres días. La tentación fue más poderosa. "Sé que prometí no volar en este viaje", escribió desde el interior del zeppelin, "pero era una oportunidad que tenía que tomar". Fue una de las 35 personas que murieron en el accidente del 6 de mayo de 1937, en que el Hindenburg explotó a minutos de aterrizar, con 97 pasajeros a bordo. El hecho marcó el fin de su uso como medio de transporte desde 1900.

A 75 años del desastre, la misiva que escribió Dolan será una de las 160 cartas y documentos que sobrevivieron al fuego y que serán exhibidos -por primera vez- en el Museo Postal Nacional de EE.UU., en Washington. "Muchas de estas 160 cartas quemadas llegaron a sus destinatarios. En esta exposición, estamos mostrando varias piezas de correo que nunca han sido exhibidas antes, porque se encontraban en el archivo privado de la familia o en otro tipo de colecciones particulares", dice a La Tercera Cheryl R. Ganz, curadora de la muestra, abierta al público desde el pasado 22 de marzo y que lleva por título "Fuego y Hielo", pues también incluye una exhibición de artefactos y documentos recuperados del Titanic.

El único mapa

Uno de los documentos más relevantes que sobrevivieron a las llamas y que será exhibido por primera vez para esta muestra es un mapa en que se detalla la ruta del dirigible, documento que revela de manera fidedigna el itinerario exacto de su travesía.

El documento es obra del pasajero Peter Belin, quien actualizó en el mapa la travesía del Hindenburg, siguiendo la ruta publicada a diario por la tripulación del dirigible en el salón de la aeronave. El mapa sobrevivió a las llamas gracias a que Belin lo tenía cuidadosamente doblado en su valija. El no tuvo tanta fortuna.

Como el mapa, según Ganz, muchos de los documentos ayudarán a reescribir la historia sobre cómo se desarrollaban este tipo de viajes. "Creo que los desastres nos siguen fascinando por la cobertura de las noticias actuales, que nos permiten sentirnos como si fuéramos testigos de ellos a medida que ocurren. El accidente del Hindenburg fue capturado en una película y en fotografías, las que la gente pudo ver al día siguiente del desastre. Eso nos hace sentir la emoción y el miedo que sufrieron las víctimas", dice.

"Además -agrega Ganz-, todo el mundo ha experimentado desastres o conoce a alguien que ha sufrido alguno y eso nos hace preguntarnos cómo reaccionaríamos ante uno. Nosotros probablemente nunca lo sabremos".

Dolan, el empresario de perfumes, también reaccionó inesperadamente. Según reveló su nieta, Mary Alice Nadie, en una nota de hace algunos años en el USA Today. "El había hecho amistad con una niña de 14 años, que viajaba con su familia, Irene Doehner. Cuando sucedió la tragedia, él estaba a punto de saltar de la nave por una ventana, pero se dio vuelta y vio a la niña, que no se atrevía a saltar. Se quedó animándola a hacerlo, cuando parte del dirigible cayó sobre él, aplastándolo. Al menos nos hizo sentir que murió como un héroe".