Producto de la falta de una tenencia responsable, hoy los perros que vemos en las calles ya no son lo que eran. De pesar entre 7 a 9 kilos, hoy se pueden apreciar ejemplares de hasta 25 kilos, con 10 centímetros más de alzada, mayor musculatura y fuerza en las mandíbulas.
Este cambio tiene su origen en el mestizaje de los tradicionales quiltros con razas como Pitbull y Rottweiler, cuyos dueños los sueltan o simplemente se deshacen de ellos cuando se transforman en una "molestia".
Para Carlos Barrera, director de los Centros de Atención Veterinaria de la Universidad Iberoamericana, "este mestizaje nació como una moda. Hace 15 años estuvo de moda introducir perros como los Siberianos y empezaron a tirarlos para la calle, también los Akita, los Chow Chow, Rottweiler, y así empezaron a mezclarse sin control".
El experto agrega que estos mestizos diseminan más bacterias y, si se sienten amenazados, atacarán como cualquier perro, pero con mayor fuerza ya que aunque no son más agresivos genéticamente, su mordida puede causar más daño.
Para evitar un ataque, lo básico es alejarse de ellos, ya que sienten la calle como su territorio. Además, es imposible percibir su estado anímico, si está adolorido, nervioso o hambriento, por lo tanto, su reacción no es previsible, y puede ser violenta.
El especialista tampoco recomienda tratar de desarmar las "levas", ya que los perros en celo muestran sus niveles más alto de testosterona, por lo tanto, mayor agresividad al tratar de ganarse a la hembra.
Sin embargo, un paso previo en materia de prevención es evitar más perros vagando por las calles. Carlos Sánchez, del Centro de Estudios del Medio Ambiente y Defensa de los Animales, plantea que urge cambiar la forma en que la sociedad se relaciona con los animales. "Cuido a un Rottweiler en mi cuadra, pero ¿por qué es peligroso?, ¿porque es un Rottweiler o porque está en la calle? El peligro existe porque está en la calle: hambriento, mojado y violentado porque le pegan, le tiran agua, lo expulsan, por eso reacciona", puntualiza.
El problema de salud pública derivado de los perros vagabundos, que suman 80 mil (del millón 300 perros que existen en Santiago) no radica en su potencial violento, sino en el mal manejo de sus dueños originales.
Para el médico veterinario Jorge Álvarez, es necesario ser más responsables. "En general, los perros que la gente bota no fueron socializados de cachorros, por lo tanto, enfrentan solos la calle y perciben el entorno, personas y otros animales como una amenaza para su nuevo territorio".