Se dice que no hubo santiaguino que no perdiera un familiar en la tragedia. El 8 de diciembre de 1863, un incendio destruyó la iglesia de la Compañía de Jesús y mató a más de 1.800 personas durante la misa que daba término al Mes de María. El fuego de una lámpara de parafina se unió a las llamas de las velas y los que no murieron abrasados, fueron aplastados por los que intentaban huir. La catástrofe cambió el panorama de la ciudad.
Tres días después del incendio, un aviso en el diario convocaba a formar la primera compañía de bomberos, que se instaló atrás del actual edificio de Correos, con una torre diseñada por el arquitecto Fermín Vivaceta, desde la que se visionaba todo el centro. Mientras, los terrenos de la iglesia se cedieron al edificio del Congreso Nacional.
Historias como éstas rescata la exposición Tesoros del Bicentenario, que reúne fotografías sobre la evolución arquitectónica de 20 edificios del casco histórico de la capital. El antes y el después de construcciones como la Catedral, La Moneda, el Mercado Central y la Biblioteca Nacional, entre otros. La muestra consta de grandes paneles, emplazados en el Parque Forestal, que incluyen fotos de fachada e interiores de los edificios, mapa de ubicación y reseña histórica. "Tenemos poco patrimonio arquitectónico, debido a los terremotos, incendios e inundaciones. Es importante valorar lo que tenemos, que es fruto del esfuerzo de muchas personas. Cada edificio fue una lucha por conseguir financiamiento y sobrevivir a las adversidades de la naturaleza", cuenta Soledad Rodríguez-Cano, historiadora a cargo de la muestra.
Tropiezos y cambios
Cuatro veces se sentó en el Congreso el director de la Biblioteca Nacional, Carlos Silva, intentando conseguir financiamiento para la construcción del edificio. Desde 1813, la institución peregrinó por Santiago: estuvo en lo que actualmente es el Teatro Municipal, en el edificio de la Aduana y en el ex Congreso Nacional. Hasta que en 1913 se consiguieron los terrenos del antiguo convento de las monjas Claras, en la Alameda, donde finalmente se construyó.
La historia del actual edificio de Correos también fue movida. Primero fue la residencia de Pedro de Valdivia, quien a poco andar decidió construir ahí un palacio para recibir a los gobernadores de España y Perú. Tras la Independencia, el edificio se convirtió en la Casa de Gobierno, pero debido a su mal estado, Manuel Bulnes la trasladó, en 1846, al Palacio de La Moneda. "El cambio rompió la tradición de que la institucionalidad funcionara en la Plaza de Armas", dice Rodríguez-Cano. Diseñado por Joaquín Toesca, el edificio de Correos mutó tres veces su fachada, hasta dar con el estilo afrancesado que luce hoy.