Señor director:

Ha surgido la idea de extender nuestro período presidencial a seis años. No está en discusión que la combinación de gobiernos cortos y la imposibilidad de una reelección inmediata no sea adecuada. Esto, atendiendo a la imposibilidad de establecer políticas públicas de largo aliento y mandatos responsables que puedan ser juzgados por la ciudadanía al fin del período, de cara a la posibilidad de una reelección inmediata.

Sin embargo, la solución de extender el mandato a seis años no parece la mejor. En el contexto de un hiperpresidencialismo, conjugar un amplio catálogo de facultades y ámbitos de acción de nuestro jefe de Estado con un mandato fijo de seis años sólo enaltecerá la figura del presidente. Distinta es la alternativa de mantener el período presidencial de cuatro años, pero permitir una única reelección inmediata, a la usanza norteamericana, sin perjuicio de otras reformas que atenúen este modelo hiperpresidencial. Esto fomentaría gobiernos responsables y una perspectiva política de largo plazo.

De más está decir que el presidente que impulse esta reforma no debería someterse a la norma; de lo contrario seremos espectadores de una tendencia ya observada en Latinoamérica de presidentes que modifican las reglas del juego con el único fin de eternizarse en el ejercicio del poder.

Jorge Ramírez

Investigador Programa Sociedad y Política LyD