Tito Mundt tituló así su crónica: "Un Evangelio con dinamita". En 1969 el avezado periodista reporteaba el conflictivo debut de la nueva obra del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile, El Evangelio según San Jaime, del dramaturgo Jaime Silva. Una versión campesina de la historia de Cristo, que generó enorme expectación y polémica. "El día oficial del estreno estallaron bombas lacrimógenas y gritos. Un espectador indignado saltó al escenario y pretendió golpear a uno de los actores". Tuvo que intervenir Carabineros. En el escenario estaban Bélgica Castro, María Cánepa, Sergio Aguirre, Mario Lorca, José Pineda y Alejandro Sieveking. "Fue un escándalo grande", recuerda este último. "Los católicos ofendidos trataban de pegarnos. Los alumnos de teatro iban a defendernos. Pero fue un tremendo éxito".

Compañero de generación de Sieveking, Jaime Silva murió el domingo, en su casa de Las Cruces. Sus funerales se realizaron ayer en Cartagena.

Dramaturgo y director nacido en 1934, estudió en el colegio Saint George, donde integró la academia literaria El Joven Laurel, dirigida por el poeta Roque Esteban Scarpa. Era alumno de teatro en la Universidad de Chile cuando estrenó La princesa Panchita (1958), con música de Luis Advis. "Fue un éxito y una novedad. No se conocían textos con esa extraña combinación de folclor y magia", cuenta Sieveking. Ese fue tal vez su mayor aporte: el rescate del folclor desde una perspectiva novedosa y juguetona. "Muchas de las cosas de La Negra Ester estaban anunciadas en El Evangelio...", agrega Sieveking, quien escribió un texto sobre la obra para la antología Un siglo de dramaturgia chilena (2010).