Dos de los gendarmes que estaban de turno cuando se desató el incendio en la cárcel de San Miguel, habían salido a beber alcohol a un local cerca de la medianoche. Poco antes de iniciarse el siniestro, otro funcionario, que también estaba de turno, fue sorprendido tratando de ingresar dos botellas de ron al penal. El incidente quedó registrado en el libro de novedades de la guardia interna del recinto carcelario.

Además, uno de los gendarmes investigados por las negligencias para enfrentar el incendio que dejó a 81 reos muertos, había sido controlado por Carabineros. En julio del año pasado fue sorprendido con hálito alcohólico a las 5.45 de la madrugada en un automóvil, mientras debía estar de guardia. Su acompañante era otro centinela de la unidad que entraba a trabajar a las 8.00 horas. Ambos habían ido a una discoteca.

Estos son algunos de los antecedentes que ha recopilado el fiscal Alejandro Peña, a cargo de investigar las circunstancias en que murieron los reos y las negligencias que cometieron los funcionarios y sus mandos.

En esa dirección, ayer se efectuó la reconstitución de escena de la peor tragedia carcelaria de la historia policial chilena.

La inédita diligencia comenzó a las 4.40 horas. Un equipo de siete fiscales y 90 bomberos, policías y gendarmes, se ubicaron en el perímetro de la cárcel -vigilada por centinelas y cámaras de seguridad- y los cuatro pisos de la Torre 5.

El objetivo: determinar la hora en la que los gendarmes escucharon los gritos de auxilio que provenían del ala sur de la Torre 5 y determinar por qué los presos no pudieron ser salvados.

A las 5.00, el fiscal Peña dio la orden para que un grupo de presos recreara los llamados de auxilio de los reos, quienes golpearon objetos de metal contra los barrotes de las celdas y asomaron ropa en llamas por las ventanas para pedir ayuda.

Tras 20 minutos, voluntarios de Bomberos iniciaron un fuego controlado dentro de la llamada "casa chica", una celda ocupada por presos de mayor jerarquía, donde se inició el fuego. Este espacio había sido acondicionado para dejarlo lo más parecido posible a como estaba en el momento en el que sus 11 ocupantes fueron atacados.

A las 5.32, sólo 12 minutos después de iniciado el fuego, el humo asomaba por las 11 ventanas de la pieza y ya era perceptible desde el exterior del recinto.

A juicio del abogado Carlos Quezada, quien representa a familias de las víctimas, la diligencia dejó en claro "que los 81 muertos son responsabilidad de quienes estaban en el penal y de quienes lo dirigen, porque el incendio era fácilmente perceptible".

Las contradicciones

Para el equipo de fiscales que investiga las responsabilidades de los gendarmes durante la tragedia, dos fueron las principales conclusiones obtenidas de la reconstitución de escena: desde los primeros minutos, los gritos de auxilio fueron perceptibles en el exterior, al igual que el humo y las llamas que, incluso, se veían a varias cuadras.

Esta situación se contrapone con los testimonios que entregaron los 15 gendarmes interrogados por la Policía de Investigaciones y la Fiscalía Sur, y quienes aseguraron no haberse percatado de inmediato del inicio de las llamas. El día del incendio, la cámara de seguridad número seis captó el humo saliendo de la cruceta sur, a las 5.45. Pese a ello, la única comunicación radial de Gendarmería registrada ese día, a las 5.40, sólo dio cuenta de una "riña" en el sector y no de un siniestro.

A esto se suma un informe de la PDI, que concluye que las primeras muertes de reos ocurrieron antes de las 5 de la madrugada. Con los antecedentes obtenidos en la recreación, el fiscal ya estaría en condiciones de formalizar a un grupo de gendarmes que aparecen directamente involucrados.