"De repente vi un destello y en una fracción de segundos el vidrio del piloto estalló. El olor a pólvora dentro de la camioneta fue impresionante", recordó ayer el fiscal del Ministerio Público Mario Elgueta, al testificar ante un tribunal sobre el ataque que él y un grupo de policías sufrieron el 16 de octubre de 2008.

El fiscal describió a los magistrados de Cañete, VIII Región, la emboscada que enfrentó junto a su comitiva -de 14 vehículos-, en el sector de Puerto Choque.

Elgueta, quien en la época del ataque investigaba con dedicación exclusiva ataques en la zona mapuche y que hoy se desempeña en Talcahuano, narró paso a paso lo que ocurrió cuando se desplazaba en el marco de la investigación por una agresión al lugareño José Santos, asaltado y amenazado por un grupo de encapuchados ese mismo día.

Según Elgueta, tras dejar la casa de Santos, enfilaron por un angosto camino hacia Cañete, hasta llegar a un punto en que la ruta estaba bloqueada por troncos caídos. Allí ocurrió el ataque.

El fiscal relató que tras los primeros disparos, "me cubro y siento el calor de un impacto en la muñeca, además de otro en la cabeza, pero no sé si fue vidrio (...) después, cuando me revisaron, tenía el surco del perdigón". En el hospital de Cañete, donde llegó media hora después junto a los cuatro oficiales de la PDI que iban en su camioneta, les diagnosticaron lesiones leves.

El funcionario aseguró que la parte más intensa del ataque duró cerca de dos minutos y que luego "siguieron disparos intermitentes".

"Si yo no me agacho, me vuelan la cabeza", aseguró el fiscal, quien subrayó que los atacantes utilizaban escopetas. "Los disparos se estaban produciendo a no más de 6 a 7 metros de distancia, en un ángulo de 45 grados hacia arriba, por un cerrito que hay a un costado y que es un verdadero anfiteatro. Nosotros quedamos abajo".

Pese a la oscuridad, Elgueta dijo haber visto cómo tres personas se desplazaban y escondían detrás de los troncos.

Mientras el fiscal hablaba, algunos de los 17 comuneros acusados por el ataque y otros delitos reían. Héctor Llaitul, sindicado como líder de la desarticulada Coordinadora Arauco Malleco, miraba al fiscal fijamente y luego tomaba apuntes en un cuaderno.

El fiscal aseguró que en una ocasión, en 2007, su esposa fue seguida "por dos personas de la etnia mapuche" y que tras una advertencia policial, decidió cambiarse de Cañete a Coronel.