En un recorrido por zonas afectadas por el terremoto y tsunami de 2011, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, visitó el domingo 12 de mayo una base aérea en la prefectura de Miyagi. Sonriente, el jefe de gobierno posó para los fotógrafos a bordo de un avión Kawasaki T-4, un aparato utilizado para el entrenamiento de los pilotos de las fuerzas de autodefensa y el equipo de acrobacia Blue Impulse. La imagen no habría tenido nada de particular de no haber sido por el número del jet de combate: el 731. Tres cifras tristemente célebres en aquella parte de Asia, ya que recuerdan a una unidad secreta nipona que efectuó letales experimentos químicos y biológicos con chinos, coreanos y soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial.

La Unidad 731, una rama del Ejército Imperial Japonés, estaba ubicada en Harbin, en la provincia de Manchuria (actual China). Allí operaba un vasto programa de investigación biológica y química, donde científicos japoneses llevaron a cabo espeluznantes experimentos con prisioneros, muchos de ellos civiles, a quienes les inyectaron productos químicos, los mutilaron, les removieron órganos o les practicaron otras pruebas que costaron la vida a 3.000 personas y que dejaron a más de 300.000 enfermas. "El número de la unidad, 731, se ha convertido en sinónimo de algunos de los más crueles abusos de guerra cometidos por Japón en Asia", resumió The Washington Post.

Por ello, la condena a la fotografía del primer ministro japonés no tardó en llegar. "Abe resucita los horrores de la Unidad 731", tituló el diario surcoreano JoongAng Daily, que subraya que la foto ultraja a "chinos, rusos, coreanos y otras víctimas de la brutalidad japonesa antes y durante la Segunda Guerra Mundial". "Las eternas provocaciones de Abe", escribió por su parte, el Chosun Ilbo, el diario más importante de Corea del Sur, en su primera página.

En China la reacción fue similar. El portavoz de la Cancillería, Hong Lei, exhortó a Tokio a que no encubra la historia a fin de que mejore sus relaciones con los países que sufrieron la ocupación japonesa. En ese sentido, Hong dijo que China espera que "Japón enfrente y contemple su historia de agresión y amenaza correctamente".

Pero el Ministerio de Defensa japonés sugirió que el número en la aeronave fue simplemente una coincidencia. "No hubo ningún significado particular en el número del avión de entrenamiento en el que estaba el primer ministro", afirmó un portavoz.

Pero los expertos dudan de la explicación de Tokio. "Este episodio pone de manifiesto para los vecinos de Japón, y para el resto del mundo, que la gente y el gobierno de Japón no son conscientes de las terribles atrocidades que cometieron en contra de sus vecinos en el pasado", dijo a The Washington Post Jennifer Lind, experta sobre el Noreste de Asia del Dartmouth College. Para Philip Stephens, editor asociado del Financial Times, existe un aparente revisionismo por parte del gobierno de Abe sobre las ocupaciones en China y Corea durante la Segunda Guerra Mundial.