Se conocieron en la presentación de un libro en Nueva York. Luego, se fueron a un bar, se emborracharon y terminaron entre besos. No se verían hasta varios meses después en otro bar, ahora en Ciudad de México, cuando ella lo reconoció. Esta vez no se separaron. Era el año 2002. Aura Estrada tenía 25 años y Francisco Goldman, 47. "Había una brecha entre sus dientes frontales y su voz era ronca y encantadora", escribiría él años después sobre ella, en una novela que titularía Say her name (2011).

Aura, bautizada como la novela homónima de Carlos Fuentes, nació en Guanajuato en 1977. Había estudiado literatura inglesa y publicado ensayos literarios en revistas como Letras Libres y The Boston Review.

En tanto, Francisco Goldman, de madre guatemalteca y padre estadounidense, ya era un reconocido escritor y periodista, corresponsal en Centroamérica para The New Yorker y Esquire. A fines de 2002, luego de su reencuentro en México, se fueron a vivir a Brooklyn. Aura logró una beca Fulbright, comenzaba a escribir una novela en inglés y gestionaba una investigación para ser asistente de la Premio Nobel de Literatura Toni Morrison.

Aura le contó a Goldman que había sido una de las primeras en leer a Roberto Bolaño en México. El escritor recomendaría a la editorial New Directions los libros del autor chileno. Fue el inicio del boom de Bolaño en EE.UU. Aura se reiría de su edad y sólo le pediría un hijo antes que él muriera. Se casaron el 2005 en México y al matrimonio llegaron amigos de diferentes países.

La respuesta al duelo

En julio del 2007 la pareja llegaba a Mazunte, una playa en la costa del Pacífico de México. "Entonces la vi. La espuma la cubría como una manta. Estaba flotando, inmóvil, boca abajo", se lee en Say her name. Una ola le rompió la columna vertebral a Aura. "La palabra salió de sus labios como una burbuja de silencio: no me quiero morir", le dijo Aura a Francisco. Empapados aún por el agua salada, se subieron a una ambulancia con destino a Oaxaca. Al otro día, una avioneta los trasladó a Ciudad de México, donde ella moriría. Tenía 30 años.

¿Por qué escribir Say her name? Goldman cuenta a La Tercera: "Quería dejar algo bello, ojalá a nuestra manera, para Aura. El libro también es la respuesta al duelo por su pérdida y un diálogo para seguir con ella".

Después de la muerte de su esposa, Goldman dio un paseo por el infierno. Durante varios meses se emborrachó, "como tratando de convertir mi sangre al tequila", y entró en una intensa actividad sexual. "Tenía que luchar con la muerte enfrentando el cuerpo de otro", dice desde Dublín, donde acaba de presentar el libro. Antes lo hizo en Nueva York y Londres, y pronto saldrá en China. Pero no tiene fecha en español. "Lo haré en algún momento, pero aún no por razones muy personales", dice quien fue responsabilizado de la muerte de Aura por su madre.

¿Cuándo decide que Say her name será una novela y no una biografía sobre Aura?

Desde el principio. Simplemente, empecé a escribir con un sentido de compromiso con la libertad, y sumergido en esa enigmática búsqueda de una forma que es novela. Además, una búsqueda por verdades que no estaban simplemente atadas a hechos concretos, como en el periodismo. No sentí ninguna obligación de probar nada a nadie, sólo de contar esto como yo necesitaba hacerlo.

¿Qué libros lo acompañaron en su escritura?

Leí mucha poesía. De Shakespeare: Hamlet fue muy importante. No encontré ningún libro de prosa "moderna" que narrara una pérdida semejante o que ofreciera un "modelo". Ya cuando el libro estaba casi terminado, encontré un ejemplar de poesía con el que me sentí identificado, de Jacques Roubaud, traducido al inglés como Some thing black. Roubaud es un escritor francés del grupo Oulipo, quien tuvo una esposa que murió a los 31 años. Un libro devastador y brillante. Una novela que no tiene mucho que ver con la mía, pero que sí se quedó dentro de mí fue Tokio Blues, de Murakami.

¿Cómo fue escribir sobre algo tan personal?

Escribí desde lo que yo estaba viviendo y sintiendo, desde un estado muy intenso, francamente, de locura.

¿Quedan inéditos de Aura?

Aura murió muy jovencita, y aunque lo que dejó son escritos maravillosos, no dejó mucho. Casi todo está en el libro póstumo que publicamos en México, Mis días en Shanghai. Ahora estoy traduciendo algunos cuentos para que se publiquen en inglés. En Harper's, una de las revistas de mayor prestigio en EE.UU., ya publicaron uno y quieren más. Un editor me dijo que Aura tenía el tipo de talento joven que siempre buscaban.