Pese a que Franco Simone no pisa la Quinta Vergara hace doce años, el cantante italiano sigue con cierta atención los detalles de cada versión del evento. Así, por ejemplo, el miércoles pasado vio a Vicentico versionar su canción Paisaje, como también la presentación de Pedro Aznar. Y ayer, muy temprano, se despertó con decenas de mensajes de felicitaciones tras el triunfo de su ahijado artístico, Michele Cortese, en la competencia internacional del certamen.

"Tenía confianza, pero más que por la canción, por la capacidad de escuchar que tiene ese público, que es monstruo porque es monstruosamente atento", dice desde Italia el legendario baladista, que la noche del jueves sumó una nueva Gaviota de Plata a su estantería, esta vez como autor de Per fortuna, canción con tintes de ópera rock que desde un comienzo se llevó las mejores notas del jurado.

Con una emoción que no esconde al teléfono, el romántico de 65 años que dio sus primeros pasos en el Festival de San Remo, explica que lo de la noche del jueves tiene un sabor especial para él: "Para mí este premio es el más importante, porque yo siempre compuse pero nunca sentí que fuera muy bueno. Por eso, y como además era tímido, empecé a cantar canciones de otros".

Con todo, la imagen de Cortese alzando los dos galardones de Viña -a Mejor canción y Mejor intérprete- va más allá del azar, y marca la culminación de un intenso trabajo entre ambos artistas, que comenzó hace varios meses. Uno que nace de la profunda conexión que Simone siente con el cantante pelilargo de 29 años, para quien compuso especialmente el tema ganador que anoche volvió a sonar en la Quinta.

"Le recalqué desde un comienzo que él tiene la misma edad que yo cuando fui a Viña por primera vez, en 1979. Además, yo fui jurado de Viña y sé que el público de allá es sensible y atento", indica Simone, que en su lista de consejos para su ahijado profesional incluyó también datos prácticos.

"Hasta hace unos meses Michele no sabía nada de castellano. El sabía del Festival de Viña por mi historia allí, pero le expliqué que la mejor forma de llegar era estudiando su lengua, como una forma de respeto, porque no basta sólo con el talento", cuenta.

Hoy, Cortese y su numerosa comitiva -que llegó al país con pendones y un prolijo plan de promoción del artista- emprenden el viaje de regreso a Italia, donde Simone lo espera para el estreno de su más reciente proyecto: Stabat Mater, una ópera de rock sinfónico en latín, compuesta por el baladista y protagonizada por el joven cantante.

De igual forma, la dupla pretende seguir profundizando este nuevo lazo con los chilenos, con un disco con versiones en español que llegará al continente. "Esta es la emoción más grande de mi vida artística, pero más allá del triunfo espero poder empezar una relación con el pueblo chileno, ser parte de una cultura nueva", dice Cortese.