El nombre con que la llamó su compositor dice bastante: cantata escénica. Es decir, además de música hay un despliegue visual, una ayuda a los sentidos, un impacto extramusical. La historia, sin embargo, afirma otra cosa. Dice que durante 75 años, Carmina burana ha sido conocida fundamentalmente a través de conciertos, comerciales y, por supuesto, bandas sonoras de muchas, muchas películas. Por esta razón, la cantata escénica que el alemán Carl Orff compuso en 1938 tiene en la versión de la Fura del Baus una interpretación que por lo menos en su intención de escenificar todo es fiel al original. Es, en cualquier caso, una versión en el particular estilo del grupo catalán, mezclando disparatados recursos visuales y números que exigen acrobacia en los solistas. En definitiva, con sentido del espectáculo.

La Fura dels Baus se presentará el sábado 23 de noviembre en una función gratuita a las 21 horas en el Parque Araucano, y luego repetirá en un show pagado el Teatro Municipal el martes 26. La última vez que el conjunto con sede en Barcelona estuvo en el país fue en enero de 2009 con Orbis vitae, una pieza audiovisual en tres partes donde destacaba un "hombre pájaro" y una muñeca de cobre de siete metros de altura. En aquella oportunidad fue el número de cierre del Festival Santiago a Mil, frente a La Moneda.

"La verdad es que después de estar más de una hora en el escenario, a veces colgando de los pies o sumergido hasta el cuello en una piscina, uno termina cansadísimo. Es como correr un maratón", cuenta al teléfono desde Madrid el barítono español José Manuel Díaz. El es el principal cantante en esta obra donde intervienen cerca de 150 intérpretes, contando músicos, miembros del coro, dos pianistas, una soprano y un contratenor.

"Carmina Burana es una obra dura para los cantantes, sobre todo para la soprano y el barítono, que es el que tiene los pasajes más largos. Hay que llegar a grandes agudos y también bajos. Y en esta versión, está la grúa: uno se la pasa arriba de ella por un buen período de tiempo", explica Díaz, que ha hecho la pieza de Orff en concierto en varias oportunidades.

Del vino al sexo

Compuesta por el músico bávaro Carl Orff entre 1935 y 1936, Carmina Burana usa como textos obras de poetas y goliardos (monjes vagabundos y muchas veces renegados) de los siglos XI y XII. Fueron hallados en un monasterio benedictino de Baviera a principios del siglo XIX y Orff decidió musicalizarlos para celebrar sus temas: la primavera, el juego, la lujuria, la abundancia del vino y el amor carnal.

La pieza fue escenificada en su primera presentación de 1937 en Frankfurt, pero luego se abandonó aquella práctica. "En cierto sentido, en el estilo de la Fura claro, esta versión es como volver a los orígenes de lo que quería Orff. Se venera ese lado salvaje del ser humano y en ese sentido hay que agradecer la visión del director Carlus Padrissa", dice Díaz.

En la producción destaca una pantalla circular y translúcida de 10 metros de largo que proyecta constantes imágenes alusivas al juego, el amor y la primavera, junto con tres grúas. Algunos de los intérpretes deben cantar siempre desde la altura de una de ellas, como es el caso del contratenor, que aparece con aspecto de pollo frito.

"Ese es el humor de la Fura. Pero también hay mucho movimiento. Yo, por ejemplo, tengo un par de minutos desde que salgo de la probeta piscina, me saco una barba falsa, voy a buscar un abrigo y vuelvo a cantar de nuevo. En ese lapso interviene la soprano, que en muchos pasajes sólo aparece vestida con un corsé. Está en la grúa que se eleva 20 metros", detalla el barítono. La producción de la Fura ha recorrido varios escenarios europeos desde el año 2009 y su éxito sólo viene a confirmar que la música de Carmina burana es un hit instantáneo: "Es curioso. Debe ser la pieza clásica más famosa del siglo XX. Son 25 números y en muchos de ellos se repite la misma melodía. Creo que es un mantra que a la gente al final se le queda en la cabeza para siempre".