En el mundo de los negocios, los cambios en la propiedad de empresas son hechos frecuentes que generan mucha adrenalina en los agentes a cargo de la operación y entre compradores y vendedores. Pero también hay otros actores que si bien participan en la transacción de manera pasiva, son igualmente afectados por esos procesos: los trabajadores de distinto rango y perfil.
El cambio de dueño trae consigo una serie de transformaciones para la compañía y, por ende, para sus ejecutivos y empleados, quienes ven afectada la dinámica diaria a la cual están acostumbrados. En primera instancia, existe un ambiente de ansiedad respecto de si variarán o no las reglas del juego, lo que realza la importancia de competencias como adaptabilidad, resistencia, flexibilidad y disciplina organizacional. Pero también aumenta la inquietud ante la interrogante de si se generarán o no despidos por la duplicación de cargos o porque la persona no calza dentro de la nueva estrategia de la empresa.
Los expertos explican que si el proceso lleva a la implementación de una nueva estrategia de negocios, esto puede traducirse en el traspaso de ciertos ejecutivos a departamentos o áreas claves que necesitan ser reforzadas. Así, las responsabilidades y los perfiles de cargo también pueden ser sujeto de modificaciones que terminan dejando heridos en el camino.
Jerko Juretic, profesor de Estrategia del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, explica que cuando una compañía es adquirida, habitualmente el nuevo equipo gerencial se embarca en algún plan de reestructuración que deriva en una reducción de personal o en el cierre de ciertas unidades operativas.
"Otro caso es que la compradora se desprenda de algunos negocios y se concentre en aquello que considera más central para su estrategia. En ambas situaciones, la recomendación es que los empleados y ejecutivos indaguen los motivos estratégicos que persigue la fusión o adquisición, conversen con sus superiores, se informen por la prensa del contexto de la industria y puedan evaluar internamente si su actual condición laboral está en línea con este cambio", afirma.
En caso contrario, recomienda, puede ser una buena opción buscar la forma de adaptarse al nuevo contexto o derechamente iniciar otros rumbos laborales.
Pensando en que las fusiones y adquisiciones están a la orden del día, las personas pueden ser igualmente proactivas y tener una estrategia preparada para enfrentar estas instancias, añaden los expertos.
Lucas Canevaro, managing director de DNA Human Capital, aconseja que si compran la empresa, "una buena medida es pedir una reunión con el nuevo superior para aclarar dudas y conocer las nuevas condiciones, porque de esta forma se alinean expectativas entre ambas partes. De todas formas, nunca está de más evaluar el mercado, y si la persona cree que será despedida, debe comenzar a activar sus redes de contactos".
Saber adaptarse
La llegada de nuevas jefaturas implica, a su vez, la instauración de nuevos liderazgos, lo que seguramente redundará en el mediano a largo plazo en un cambio de la cultura de la compañía. Es más, el día a día de las empresas demuestra que el mayor porcentaje de salida de profesionales de una organización no ocurre por sus habilidades técnicas o falta de conocimientos, sino que por no encajar con la cultura de la compañía. Consecuentemente, si ésta cambia de manos, el factor adaptación se hace más crítico. De ahí que Canevaro sostenga que "es esencial que los profesionales sean, ante todo, receptivos a potenciales nuevos jefes, nuevas metas, estrategias y cultura, entre otros temas".
Entender (preguntando) de una forma proactiva implica estar enterados desde un comienzo acerca de cuáles serán las competencias y la performance que las jefaturas entrantes esperan de cada uno. "Lo ideal es intentar comprender si esta operación generará algún ahorro de costos a través de una reducción de personal y, de ser así, cuáles serán los criterios que se aplicarán", señala Pedro Lacerda, gerente general de Hays Chile.
Afirma que muchas veces las fusiones o adquisiciones significan oportunidades de crecimiento para la empresa y el desarrollo profesional de los colaboradores, pero también que el desempeño laboral, la actitud frente a los cambios y los rendimientos individuales son las mejores certificaciones del aporte de cada uno a la empresa.
"Con estos antecedentes, los nuevos controladores deciden y evalúan a sus equipos y se apoyan en la continuidad del negocio. Es decir, quién hace bien su trabajo sólo puede esperar oportunidades y crecimiento", agrega Lacerda.
Esfuerzo de integración
Las últimas investigaciones han demostrado que pocas fusiones o adquisiciones logran finalmente agregar el valor previsto.
Los estudios sitúan la tasa de fracaso de ese tipo de operaciones en algún punto, por entre un 70% y 90%. Una razón importante de aquello es la dificultad de integración entre los equipos de trabajo de las compañías que unen fuerzas, debido a culturas organizacionales muy arraigadas o a procesos de negocios demasiado rígidos, lo que dificulta lograr las sinergias esperadas en el tiempo previsto.
"Frente a esta situación, lo mejor es que los empleados mantengan una actitud flexible, adaptable y de aceptación al cambio organizacional que están experimentando, pues una integración más rápida y efectiva facilita la posibilidad de lograr sinergias y, por ende, una buena evaluación de los equipos de trabajo que son parte de ella", comenta Juretic.
De este modo, los ejecutivos logran su validación como parte de la nueva organización y, como resultado de aquello, la anhelada estabilidad laboral en un contexto que se encuentra en plena evolución.