Lunes, 8 am. Para desayunar hay un café y dos tostadas con mantequilla. Mientras mastica, abre Facebook y alguno de sus contactos compartió un video en el que alguien enseña, en menos de un minuto, a preparar hot cakes de forma rápida y sencilla, con ingredientes disponibles en cualquier casa. Volver a las tostadas con mantequilla no es forma de empezar una semana.
Ese video, probablemente, sea de Tasty, un proyecto de los mismos responsables de Buzzfeed, la exitosa plataforma digital que funciona como medio de comunicación y entretención (www.buzzfeed.com/tasty). El planteamiento de Tasty, creado el año pasado, es tan simple que no podía fallar: apuntar a un mercado que venía en alza y entregar un producto pequeño y simple que dejara a todos contentos. El mercado en este caso era el de los foodies o aficionados a la gastronomía; el producto, tutoriales de cocina mínimos. El resultado se puede ver en lo viral que se ha vuelto el proyecto. Con 40 videos en YouTube y más de 60 en su fanpage de Facebook (www.facebook.com/buzzfeedtasty), cada uno de los cuales tiene en promedio unos 100.000 “me gusta”, Tasty ha instaurado una nueva forma de ver los tutoriales de cocina.
“Cualquiera puede cocinar”, le decía el espíritu del chef Gusteau a Remy, la rata protagonista de Ratatouille (2007). La película de Pixar leyó bien los tiempos: existe un boom de la cocina, una apertura a nuevos ingredientes y sabores extranjeros y, por sobre todo, un gusto por gastar en comida. La revista especializada en gastronomía Bon Appétit, en su número de julio de 2015 retrataba el fenómeno: los millennials gastan en comida, pero no lo ven como un “malgastar dinero”, sino como una inversión en sabores. Los millennials son todos los nacidos entre 1980 y 2000, siendo ellos -al menos en Estados Unidos- un cuarto de la población y, por lo demás, los que más se preocupan de lo gastronómico.
Este tema hay que atribuírselo a varios factores: globalización, programas de cocina, chefs superestrellas e internet. En este último es donde más hay para hablar. La idea de que cualquiera puede cocinar, potenciado por programas masivos como MasterChef, es una forma de interpretar la manera en la que estamos cocinando lo que comemos: a la gente le gusta mostrar que cocina, que lo hace de manera decente/bien y que puede dedicarse a eso, al menos en su mente.
Por otra parte, YouTube se ha transformado en un océano de tutoriales de cocina donde navegan transatlánticos como el canal de Jamie Oliver hasta modestas embarcaciones como el canal WeberCooks, donde un hombre carente de toda pasión cocina todo en microondas con su ingrediente secreto: decepción. Ese tipo de tutoriales muestran la realidad detrás de platos más grandes y complejos, con recetas más rígidas y precisas -como la pasta, por ejemplo- y que han sido pasadas de generación en generación, mientras que las de Tasty son más contemporáneas, con una propuesta diferente. Se trata de hacer lo mismo que todos, pero en un minuto, donde el protagonista es la comida y no el chef, y de forma divertida.
UN ÉXITO CRECIENTE
Carlos Reyes, del blog Unocome.cl, señala que este tipo de recetas se enfoca al público que tiene pasión por la comida pero poco tiempo, es decir, los millennials: "Apuntan a la gente que no ve más de un minuto de video. Ahí encajan los sub 30 y los aburridos de oficina que sacan la vuelta y les gusta comer. O al menos tentarse. Me gustan porque atraen a la vista y están bien hechos, aunque no sé si sean tan efectivos como para seguir sus recetas al pie de la letra. Inspiran al amante del pornfood".
El pornfood es un juego de palabras entre pornografía (porn) y comida (food), que es parte de lo que busca lograr Tasty, volver adictos a quienes lo ven. Sofía Heiremans, de elservirsen.com, piensa lo mismo: “Puedo ver 30 al hilo antes de dormirme, son muy adictivos y maravillosos. Confieso que nunca he tratado de hacer una receta tal cual. Creo que estos videos te dan más ideas que recetas cerradas, por ejemplo, poner cosas adentro de un molde de cupcakes o hacer torta de pizza. Además muestran la cocina como algo fácil y para cualquiera”.
La simpleza de las recetas busca que cualquiera sea capaz de hacerla, por lo mismo, todos los platos que aparecen y son preparados tienen un alto valor estético, independiente de su sencillez. “Siempre me dan ganas de comer lo que sea que estén mostrando, porque en general son preparaciones calóricas, con tocino o queso. O sea, ricas. Hay una receta muy fácil que hizo una amiga, que se veía maravillosa: un pan de campo relleno con queso, ajo y cebollín”, cuenta Consuelo Goeppinger, del blog Vivirparacomer.cl. Para ella, el éxito de estas recetas pasa tanto por lo estético como por la simpleza: “Me encantan, porque demuestran que es posible cocinar algo muy rico y fácil en poco tiempo. Lo mejor es que generalmente son tres o cuatro ingredientes, la mayoría fáciles de encontrar en el supermercado o incluso en tu propia casa”.
Hay otra pregunta en el aire. ¿Cuán sano es preparar estas recetas? Porque basta ver unos cuantos videos para entender que los protagonistas están lejos de ser los más saludables: tocino, mantequilla, chocolate, y masas. Para dar un ejemplo: uno de los videos muestra cómo hacer, en no más de 10 pasos, unas generosas albóndigas rellenas con huevo y totalmente envueltas en tocino. “Esos videos responden a la cultura que los produce y es la estadounidense donde la grasa crunchie, el azúcar, la crema, los quesos, los jarabes de maíz y las harinas son la base del, podría decirse, ‘food show business’, comida espectáculo. A ellos les funciona y como estamos profundamente influenciados por la cultura gringa, tienen aficionados por estos lados. Eso sí, ellos no están atentos al resto del mundo como nosotros a ellos. He visto versiones veganas que buscan imitar la lógica de la contundencia, pero que son más livianas”, cuenta Carlos.
Para Consuelo Goeppinger, la idea de que existan este tipo de recetas, pero con un giro saludable, es igual de atractiva: “Lo más importante es que, pese a que no tenga tocino ni queso, se vea rico, casi pornográfico. Un video de un ratatouille, por ejemplo, que es una preparación francesa en base a verduras como tomate, zapallo italiano y berenjenas, bien preparado puede hacer salivar hasta al carnívoro más acérrimo. Todo entra por la vista”.