Las molestias constantes de los amigos fueron el detonante. Felipe (19) comenzó a cambiar su actitud. Las poleras anchas y una faja ocultaban bastante bien el exceso de tejido mamario. Y el aumento de la agresividad y las peleas hacían el resto: así nadie podía dudar de su hombría. Su problema, en términos médicos, se llama ginecomastia; la solución, en términos prácticos, es entrar a pabellón.

Y lo hizo. En junio del año pasado se operó en la Clínica Las Condes, uno de los centros asistenciales que ha visto subir, en los últimos años, las consultas por este problema. De hecho, de acuerdo a los registros que lleva el cirujano de mamas Fernando Gómez, de la Clínica Santa María, las operaciones de ginecomastia se han triplicado durante los últimos cinco años.

La cifra, dicen los especialistas, es significativa: no porque haya un aumento de este tipo de problema, sino porque da cuenta de que los hombres, sobre todo los adolescentes, están asumiendo una condición que hasta hace poco tiempo tendía a permanecer inalterable. La vergüenza y reticencia a la consulta mantenía a cerca de 30% de los hombres lejos de la solución.

Y no intervenir el exceso de tejido mamario no genera implicancias negativas con respecto a la salud. Sí, sicológicas.

La ginecomastia es una condición benigna en los hombres que ocurre cuando el botón mamario se desarrolla y junto al tejido adiposo (grasa) les da una apariencia femenina a las mamas. Esto se produce por un desequilibrio en los niveles de andrógenos y estrógenos. Los andrógenos son hormonas que crean características masculinas, como el crecimiento del pelo, el tamaño de los músculos y la voz gruesa. Mientras que los estrógenos son hormonas que crean las características femeninas. Todos los hombres tienen andrógenos y estrógenos, pero los cambios en los niveles de estas hormonas o en la forma como el cuerpo las usa o responde a ellas, pueden causar agrandamiento de las mamas.

De hecho, un poco más de la mitad de los hombres presentan un botón mamario en su adolescencia debido a la variación hormonal que viven en esta etapa, pero a la gran mayoría se le desaparece con el tiempo. Sin embargo, 30% queda con esta anomalía en su cuerpo, generándoles un aumento del tejido mamario de manera persistente. Y pese a que no es una enfermedad, cuando es muy evidente, las consecuencias en el estilo de vida pueden ser devastadoras.

Más vale tarde

Manuel se vino a enterar recién a los 54 años de que podía solucionar un exceso de mamas, luego de haber arrastrado su incomodidad gran parte de su vida. "Endereza la espalda", le decían sus padres sin saber que escondía una ginecomastia. Comenzó con esto en la adolescencia y cerca de los 30 se atrevió y consultó a un endocrinólogo, que le dijo que lo que tenía era normal, pero él no se sentía así. "Eliminé de mi vida las idas a la piscina, al gimnasio y cualquier cosa que hubiera podido exponer mi problema", cuenta. Hasta que se enteró por un programa de televisión de que lo que padecía era operable. Como Felipe, también entró a pabellón.

Este verano participó, después de muchos años, de actividades que no necesitaran polera. "No fue tan tarde", dice.

Uno de los motivos del desconocimiento, según los expertos, es que hasta hace poco la información sobre la ginecomastia era escasa y quienes tenían el problema trataban de esconderlo, evitando cualquier exposición, incluso a sus familiares.

Una situación compleja , sobre todo si se tiene en cuenta que quienes más la padecen son los adolescentes. De acuerdo al cirujano de la Clínica Santa María, "la ginecomastia fisiológica les afecta principalmente a ellos debido a un desequilibrio hormonal en esta etapa y que produce un aumento del tejido mamario y adiposo".

Claro que cuando es sólo un aumento de grasa, es una seudoginecomastia, que muchas veces se puede trabajar bajando de peso. En esos términos, los expertos comentan que hay muchos pacientes que llegan sólo con exceso de grasa. Por eso, sólo se considera una operación si el paciente es mayor y no ha podido reducir su volumen.

Otro factor a considerar es que no es sólo estética: la presencia de una glándula mamaria puede generar la posibilidad (uno en mil) de sufrir cáncer mamario en los hombres, otro tema que ha estado en boga.

Cambio de actitud

Los casos como Manuel han ido quedando atrás. Según Gómez, a pesar de que muchas veces no se atreven a pedir una hora para evaluación médica, porque no quieren exponer su problema, el anonimato que les ha dado internet les ha facilitado mucho más el proceso. De hecho, muchos pacientes llegan porque se lo recomendaron en un foro. El especialista creó hace unos años una página dedicada a este tema donde las citas y consultas se pueden hacer por internet (www.ginecomastia.cl); esto le ha permitido acercar a muchos más pacientes. Y en su caso, los que predominan son hombres de alrededor de 30 años.

En los pacientes más jóvenes, en cambio, la actitud es mucho más liberada. Si antes soportaban las burlas y buscaban tácticas de simulación, hoy aparecen más tempranamente por las consultas médicas, para poner fin a la molestia.

La cirujana de la Clínica Las Lilas, Teresa Chomalí, quien también ha notado un aumento de las consultas de este tipo, asegura que los hombres hoy día no están dispuestos a perder momentos importantes con sus hijos, ni renunciar a sacarse la polera en la playa, ni menos aislarse.

Marta Inostroza, jefa del departamento de cirugía plástica de la Clínica Las Condes, menciona que a su consulta, cada vez más, se acercan personas más jóvenes para solucionar este problema. No sólo los hombres se han sacado el prejuicio por las cirugías plásticas, sino que también la preocupación de los padres ha cambiado: hoy día los jóvenes que se retraen por esta condición están siendo detectados por sus propios padres, que los llevan a las consultas.

Además, el lado bueno de esto es que según Gerardo Schwember, cirujano plástico de Clínica Alemana -quien comenta que es notorio el aumento de los pacientes masculinos-, el hombre que se somete a esta operación en general obtiene resultados exitosos, y no resulta con cicatrices ni estigmas.