Señor director:
El senador Hernán Larraín afirma que la intervención militar del 11 de septiembre de 1973 fue un “golpe de Estado”, y que el régimen político que gobernó Chile desde esa fecha, y hasta marzo de 1990, fue una “dictadura”. Algunas precisiones.
Un golpe de Estado es la toma del gobierno de modo repentino y violento por parte de un grupo de poder, vulnerando la legitimidad institucional establecida en un estado de derecho. La intervención militar en Chile no fue repentina (todos hablábamos de tal eventualidad desde hacía mucho tiempo). La violencia empleada fue la respuesta a quienes la promovieron desde tribunas políticas, sindicales y académicas, y la ejercieron sistemáticamente. Tampoco se vulneró la legitimidad institucional, porque las Fuerzas Armadas actuaron, precisamente, por mandato de la Constitución y a requerimiento expreso de los poderes Legislativo y Judicial, gremios, sociedad civil y de la inmensa mayoría ciudadana, para restablecer la institucionalidad quebrantada por el gobierno de la Unidad Popular.
En cuanto al remoquete “dictadura”, y siguiendo al tratadista español Manuel García-Pelayo, el régimen que gobernó Chile entre 1973 y 1990 fue un estado de excepción temporal que actuó como poder político, restaurando las condiciones de hecho y de derecho que permitieran la vuelta del país a la normalidad, supuesto de toda normatividad.
Ciertamente, el gobierno militar chileno fue autoritario, y aunque flexibilizó el principio de separa-ción de poderes, no lo de-rogó completamente, como hacen las dictaduras. Si el período de 16 años y medio pudo ser más corto es algo subjetivo, pero las verdaderas dictaduras no se autoimponen plazos perentorios para dar término a su mandato mediante elecciones libres y democráticas, como ocurrió en Chile.
Alfonso Ríos Larraín