Gonzalo García Balmaceda llegó a CMPC el 1 de abril de 1990. Cuatro meses antes, cuando aún era subsecretario del Interior del régimen militar, recibió el llamado de Eliodoro Matte invitándolo a asumir la secretaría general de la Papelera. Vein- tiséis años después, este jueves 30 de junio, García dejó la empresa, tras cumplir el límite de edad de 65 años autoimpuesto por la firma para sus ejecutivos. Durante todos esos años fue la cara visible de la empresa y, por eso, no esconde su orgullo al abordar la transformación que vivió la compañía en este período, y tampoco esconde su dolor al referirse a la colusión en la que estuvo involucrada la división tissue de CMPC y que se prolongó por 10 años. Sobre esto último, defiende la decisión de la empresa de autodelatarse e incluso entiende la indignación que el caso ha provocado en la población, sin embargo, no duda que la compañía será capaz de retomar su buena imagen.
El año 1990, CMPC vendía US$ 500 millones, sólo tenía presencia en Chile y producía 350 mil toneladas de celulosa al año. Hoy, vende US$ 6 mil millones, opera en ocho países y produce las mismas 350 mil toneladas de celulosa, pero al mes.
"Cuando llegué a la compañía el presidente era Ernesto Ayala. Gran líder, bellísima persona, aprendí mucho de él. Eliodoro era el vicepresidente ejecutivo, y ellos tenían una relación muy buena. Pero el gran líder de los últimos 25 años fue Eliodoro, con su coraje, inteligencia y visión", dice García sentado en el living de su casa, en su primer día fuera de la empresa.
Abogado de la Universidad Católica, su currículum es amplio e intenso. Incluye un largo paso como ejecutivo de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) e incursiones políticas, como cuando ocupó la secretaría general de Renovación Nacional, en los convulsionados años 87 y 88, cuando Sergio Onofre Jarpa era presidente de esa tienda política.
Hoy mira hacia adelante. "No es un paso fácil", reconoce. Por ahora, volvió a la universidad: está cursando el PADE, en la Escuela de Negocios de la Universidad de los Andes, y está observando el futuro para definir sus próximos pasos. Una cosa está clara, seguirá ligado al Grupo Matte.
¿Cómo fue su último día y qué piensa hacer en el futuro?
En mi último día tuve un almuerzo muy emotivo, donde estaban Eliodoro, Patricia Matte y su marido, Jorge Gabriel Larraín; Luis Felipe Gazitúa, Hernán Rodríguez y los principales gerentes de la compañía. Fueron muy cariñosos en sus expresiones, nos reímos un buen rato, hicimos buenos recuerdos. Sobre el futuro, no había querido tomar decisiones antes de salir de la Papelera, quería mirar el mundo con otra perspectiva y en eso estoy. Voy a pensar bien cada paso que dé. Quiero estar más con mi familia, mis amigos. Voy a seguir ligado al Grupo Matte, no a la Papelera directamente, sino que arriba, en la empresa matriz de los controladores. Voy a tener una oficina ahí y voy a asesorarlos en algunas materias.
¿Cuáles son los hitos de sus 26 años en la Papelera?
Los hitos de esta compañía son: primero, la internacionalización del negocio del tissue, que parte en los años 90. Segundo, la incorporación, con pantalones largos, en el negocio de las cartulinas, con una fábrica que se hizo en la zona de Maule. Tercero, la construcción de dos fábricas de celulosa en Chile, después de Laja. Y el cuarto hito, diría yo, fue la adquisición de una planta y bosques, más la construcción de un proyecto de US$ 2.500 millones en Brasil.
¿Y cómo imagina la Papelera en 26 años más?
Lo que debiera ocurrir hacia adelante es ser una empresa mucho más internacional. Yo la veo como una empresa chilena, no me la imagino de capitales extranjeros. Y en concreto, a corto plazo, veo una Papelera muy grande en Brasil.
Dentro de su trayectoria, el caso colusión es un hito importante, ¿cómo se vivió por dentro?
Dramáticamente, porque una empresa como esta, que siempre tuvo como objetivo tener estándares superiores y trabajaba para eso, tuvo una tremenda desgracia, y yo, sinceramente, siento que la ha enfrentado con realismo, humildad y coraje. Lo más fuerte ha sido enfrentar a una opinión pública muy dura.
¿Cree que ha sido injusto?
No, no quiero calificar de injusto. Es lo que la gente sintió y eso es una realidad. La gente estuvo muy enojada con nosotros, pero creo que el tiempo va a demostrar que la Papelera y su presidente, Eliodoro Matte, actuaron no sólo muy bien y dentro de los principios y valores que siempre ha tenido esta compañía, sino, además, con un tremendo coraje y costo personal.
¿No se arrepienten de haber tomado el camino de la delación compensada?
No sé si alguien se arrepiente. Voy a hablar por mí: no me arrepiento. Creo que CMPC optó por el camino correcto, por el camino que le corresponde a una empresa de una categoría superior, cualesquiera sean las consecuencias. Lo que ocurre es que el camino pedregoso será largo, pero estoy absolutamente convencido, que pronto encontraremos el camino pavimentado. Y acuérdese de mí: el caso del tissue y el manejo que ha hecho el directorio de CMPC, dentro de la compañía y dentro de la administración del Estado, va a ser un modelo a seguir.
Usted acompañó a Eliodoro Matte en este proceso, ¿cómo lo vivió él?
Eliodoro es un cumplidor del deber, un hombre de principios, de valores y él lideró el camino que se siguió. Cualquiera fuera el costo personal, cualquiera fueran las penas, porque se pasan penas en estas cosas, pero nunca tuvo dudas de cómo él lideraba su equipo en el camino que se adoptó.
¿Pero cómo fue para él vivir esta situación?
Déjeme decir que dura. Dura y triste.
¿No hubo cómo darse cuenta en 10 años de la colusión que estaba ocurriendo en la empresa?
No hubo cómo darse cuenta. Nosotros hemos dicho absolutamente toda la verdad.
¿Cómo pudo pasar?
Nadie se dio cuenta. No me quiero meter en un tema que está en manos de los abogados, sólo decir que hemos dicho la verdad y nada más que la verdad.
¿Cree que la Papelera recuperará la imagen que tuvo?
Absolutamente.
¿Cómo?
Los caminos que se han tomado, las medidas adoptadas, la decisión de compensar, de sentarse con la autoridad, la decisión de asumir las responsabilidades, creo que ayudarán a superar muy pronto este accidente. Entre paréntesis: en el mundo lo han tenido muchas empresas. Los temas hay que superarlos y la Papelera lo va a superar.
¿Cuáles son sus sentimientos hacia los ejecutivos que dejaron la empresa a raíz del caso colusión?
Los conozco hace muchos años y por eso prefiero guardarme esa respuesta en el ámbito personal.
Hace un tiempo, Gabriel Ruiz-Tagle dijo que en su casa, en el año 97, fue amenazado para seguir órdenes de CMPC. ¿Eso es así?
El hecho de que él estuvo aquí es real. Fue una reunión en otra época, que nada tiene que ver con el caso. Pero voy a llegar hasta ahí, porque no voy a entrar en una discusión ni con él ni con la estrategia que ha seguido esa compañía, de decir que CMPC la coaccionó. Es un tema que va a resolver el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y ahí podremos explayarnos más en algunas cosas que se han dicho para sustentar esa tesis.
Pero Ruiz-Tagle habló de amenazas.
Yo nunca en mi vida he amenazado a alguna persona. No es mi estilo.
El miércoles pasado usted volvió a la Sofofa, ¿se reconciliaron?
La paz llega siempre. Hernán Rodríguez y yo dejamos de asistir a los consejos, pero no dejamos de ser consejeros. Con Hermann von Mühlenbrock tuvimos un encuentro, que lo organizó Fernán Gazmuri, donde tuvimos oportunidad de conversar. Dado que el Comité de Ética de la Sofofa levantó los cargos contra CMPC, con Hernán decidimos ir al consejo.
¿Cuáles han sido los grandes cambios de las empresas en los últimos 26 años?
Eliodoro tuvo una gran visión al designarme en un cargo, que en esa época no existía en ninguna empresa, donde debía ocuparme de todos los aspectos externos de la compañía, no comerciales. Hoy, todos hablan de las comunidades. Nosotros lo conversamos el año 1990. Tuvimos un rol muy activo en lo que es la responsabilidad social, en incorporar en las empresas una mirada de que no sólo había que tener relaciones fluidas con las comunidades donde uno participa, sino que también hay que hacerse cargo de los impactos. Este concepto es lo que más ha cambiado en las compañías. El cómo se hacen las cosas. Esa mirada es la que me tocó desarrollar en la Papelera.
¿Ve a las comunidades más exigentes?
La gente lo que quiere es 'ir en la pará'. Es decir, si van a instalar algo en mi comunidad y que me va a impactar, quiero saber en qué me favorece. Y ahí hay un tema delicado, de estructura país, vinculado a los tributos. Porque los tributos no están enfocados al lugar dónde se produce, sino que se recauda centralizadamente. Y está bien, pero hay algo que hacer para corregir ese tema.