Su padre era Roberto Matta y su padrino, Marcel Duchamp. Gordon Matta-Clark, el primogénito del pintor surrealista chileno, creció entre Nueva York y París, rodeado de artistas. Así, era natural que también buscara los caminos del arte. Pero no siguió la ruta de su progenitor, quien los abandonó a él y a su hermano gemelo Batán antes de nacer. Gordon buscó escaparse de la influencia de Matta, con quien mantuvo una relación distante y problemática, y armó su propia trayectoria como un demoledor.
Nacido en 1943, el hijo mayor de Matta y Anne Clark estudió arquitectura como su padre, pero no ejerció. En lugar de levantar edificios, los destruía: desde 1970, se dedicó a intervenir casas y construcciones abandonadas, haciendo cortes, agujeros y desmontando paredes. La Anarquitectura, como llamó a este nuevo lenguaje , lo liberó de la sombra de su padre y lo convirtió en uno de los artistas relevantes de la segunda mitad del siglo XX.
"Si bien a mucha gente le pudo parecer destructivo, el trabajo de Gordon era en realidad una construcción intelectual", dice Malitte Pope, la cuarta esposa del pintor chileno sobre el artista neoyorquino que falleció en 1978, en el libro Gordon Matta-Clark: la experiencia se convierte en objeto. Publicado por los chilenos Matías Cardone, Pedro Donoso y José Manuel Délano, el libro ofrece una aproximación a la vida y obra de Matta-Clark a través de personas que lo conocieron. El volumen incluye entrevistas a Jane Crawford, viuda de Matta-Clark; Malitte Pope, madre de Ratmuncho y Federica, y quien vivió también con los gemelos.
Gordon y Batán nacieron el mismo día, con 30 minutos de diferencia. Vivían con Anne Clark en Nueva York, pero pasaban largos períodos en París con Malitte y sus medio hermanos. La relación de Matta con los gemelos siempre fue difícil. El artista nunca tenía tiempo para ellos, y esa ausencia afectó profundamente a Gordon. "Matta era extremadamente desagradable con sus hijos", cuenta Malitte Pope. "Muchas veces me dijo que tenía el complejo de Layo, ya sabes, el padre de Edipo, y pienso que tenía una especie de profunda sensación de amenaza por parte de los hombres jóvenes".
Gordon y Batán tenían una relación fuerte y estrecha entre ellos. Batán sufría de alucinaciones producto de una esquizofrenia y Gordon se sintió, de cierta manera, su protector. Era su gemelo: su otra mitad, diferente, pero muy conectada. "Gordon era alegre, siempre desenvuelto, un gran organizador. Era la persona que decía a dónde ir en el verano, cómo sacar los billetes del tren, etc. Batán estaba en las nubes", cuenta Pope en la entrevista recogida en el libro.
Crecieron rodeados de surrealistas, dadaístas y artistas del expresionismo abstracto. Gordon regresó a Nueva York y estudió arquitectura en la Universidad de Cornell; sin embargo, prontamente se desilusionó de la disciplina: "Encontraba completamente angustioso el tipo de relaciones que los arquitectos debían tener con sus clientes. Eso era algo que no le gustaba", dice la ex esposa de Matta.
Comenzó entonces con sus intervenciones, o cuttings, en casas y edificios abandonados de barrios marginales de Nueva York. A veces hacía agujeros desde adentro hacia afuera de las estructuras. Otras veces, partía casas por la mitad.
Para entonces, a inicios de los 70, Gordon y Jane Crawford se conocen. Ella trabajaba para una galería de Nueva York y le propuso abrir un agujero en el sótano, cavar un túnel hasta la construcción vecina y abrirse paso a través del lobby del Banco de Manhattan. "Eso no funcionó. Pero Gordon y yo sí", recuerda Crawford, entre risas. Fue el comienzo de un romance que duró tres años y que derivó en matrimonio.
Por esa época, Gordon no hablaba con su padre: Matta había dejado a Malitte y sus hijos por su quinta esposa, Germana Ferrari, y él no se lo perdonaba. Pero aún así Gordon quiso viajar a Chile para conocer el proyecto de la UP al que adhería Matta y rastrear las raíces de su familia. Cuando llegó, Matta ya se había ido; pero fue invitado por el director del Museo de Bellas Artes, Nemesio Antúnez, para hacer una intervención en el edificio: el artista perforó el techo y con espejos llevó luz natural a los baños subterráneos.
La incomprensión de Matta hacia el trabajo de Gordon se hizo evidente en 1975, cuando el artista neoyorquino fue invitado a la Bienal de París. En un edificio abandonado cercano al Centro Pompidou, Matta-Clark abrió agujeros gigantes que conectan con el exterior. Conical Intersect se llamó la acción. Matta parece indiferente a ella y decide contactarlo con un arquitecto para que le dé trabajo.
Una tumba para Batán
En 1976, Batán viaja a Nueva York desde París y se aloja en el departamento de su hermano. El menor de los gemelos atraviesa uno de sus períodos de mayor crisis. Un día, Gordon sale a comprar y deja a Batán solo; al regresar se encuentra con el cuerpo sin vida de su hermano: se había lanzado seis pisos abajo.
La muerte de Batán golpeó hondo a Gordon. "Una vez me dijo algo muy emotivo, años más tarde de la muerte de Batán (…) sabes, Malitte, nunca me di cuenta que de todas nuestras vidas Batán fue el que tuvo que tratar con las cosas más difíciles. Tuvo que lidiar con el miedo, la angustia y el nerviosismo; yo nunca he tenido que lidiar con eso, eso es un enorme privilegio y ahora, de repente, empiezo a darme cuenta lo que realmente es una vida".
Malitte Pope relata un incidente que reflejaba la relación tormentosa con su padre. "Recuerdo que Gordon estaba construyendo una tumba para Batán en la galería de Yvon Lambert (en París). Hizo un agujero de un metro cuadrado y estaba cavando hacia abajo, abajo, abajo, y bajó a la bodega y hacia abajo a través de otra bodega, y estaba cavando, cavando, cavando y yo iba a la galería todas las noches en mi camino a casa después del trabajo (…). Estaba viendo este trabajo en progreso, cuando una noche sentí una presencia allí y miré hacia arriba y estaba Matta del otro lado del agujero; lo miré y se veía una especie de vergüenza en su rostro, luego se inclinó y escupió en el agujero. Gordon fue muy rápido y recogió la saliva en un cubo; pero siempre he encontrado esto como una cosa increíble de hacer, simplemente increíble".
Tiempo y espacio
Artista inclasificable, Gordon Matta-Clark se veía como un anarquista, o un "anarquitecto". Motosierra en mano, cortaba formas geométricas en las paredes, techos y pisos. Observaba con admiración las capas que aparecían a la luz, como si se tratara de arqueología contemporánea. Las filmaba, tomaba fotos y hacía dibujos.
"No creo que haya tomado estas ideas de su padre", dice Malitte Pope. "Creo que muchas personas en el último siglo, de las cuales la más brillante fue Einstein, trabajaban en la correlación entre tiempo y espacio y de cómo estaban relacionados. (…) Y por supuesto el trabajo de Gordon, que para mucha gente podría haber parecido al principio como algo destructivo, era básicamente una construcción. Era una construcción intelectual, una exploración del espacio".
"Esas arquitecturas tenían un sentido y Gordon era muy cuidadoso en calcular cómo cortarlas de la manera más económica y más chocante para revelar la diferencia entre su visión poética sobre el tiempo y la actividad, y cómo las cosas eran en un principio", agrega la ex esposa de Roberto Matta.
Dos años después de la muerte de Batán, Gordon Matta-Clark muere de un cáncer al páncreas en Nueva York. Tenía 35 años.