A mediados de los 40, robándole tiempo a sus actividades como senador, Pablo Neruda sacaba el escritorio al patio, lo instalaba bajo un avellano y se ponía a escribir. De ahí saldrían algunos poemas de Canto general y Odas elementales. Eran los años más felices de su matrimonio con la pintora Delia del Carril, La Hormiguita, cuando vivían en la enorme casa Michoacán, a la entrada de La Reina, en Lynch 164. Pero el tiempo pasó: Neruda se fue con Matilde Urrutia, se olvidó de la casa y La Hormiguita murió en silencio en 1989. Hoy, el avellano es un largo tronco hueco que está a punto de caer a piso: el terremoto del 27 de febrero sacudió sus raíces. Y, lo que es peor, puso en riesgo la casa.

Adquirida en 1941 por Neruda y La Hormiguita, dos años después el poeta construyó una mansarda, agregó muros, arcos de piedra, un altillo y dos chimeneas. Al fondo del patio, que ocupa casi media hectárea, levantó un pequeño anfiteatro. Oficialmente viviría ahí hasta mediados del 50, cuando tras volver del exilio se mudaría a La Chascona con Matilde. Actualmente, no tiene ninguna relación con la Fundación Neruda y tras el terremoto de febrero quedaron comprometidos dos muros estructurales y el techo.

Cedida por La Hormiguita al Partido Comunista, en los 90 la casa fue la sede de la Fundación Delia del Carril. Poco gestionada como centro cultural, la casa es administrada ahora por la Fundación Manos Abiertas para el Desarrollo. Su directora, Ana María Olivares, cuenta que reparar los daños cuesta alrededor de 60 millones de pesos. Dinero que no tienen y hasta ahora no han podido conseguir. "Las dos chimeneas se quebraron en la base. Hay que botarlas y volverlas a reconstruir con los mismos materiales, porque esta es una casa patrimonial. Ahora la casa se llueve por completo; por eso sacamos todo lo que había adentro: los muebles, los libros, la ropa de La Hormiguita y todos sus cuadros y grabados", explica.

Las chimeneas están ubicadas en lugares estratégicos: en el salón principal, donde se conserva un mariposario de Neruda, y en el escritorio del poeta. Además, el terremoto causó daños en paredes de la pieza de La Hormiguita, las que ya habían sido afectadas por las termitas. Uno de los muros comprometidos tiene como mural una fotografía de Antonio Quintana, instalado por el mismo fotógrafo. También debe ser intervenido el anfiteatro del patio: las columnas principales son dos troncos que fueron removidos de su centro por el temblor.

Olivares cuenta que postularon a un Fondart para conseguir fondos para la refacción. "Hemos tocado puertas en todas partes -dice. La Unesco nos dijo que no. Tampoco nos han ayudado los países que estuvieron vinculados con Neruda en los años de esta casa: España y México".

El 8 de julio, Jorge Coulón dio un concierto íntimo en el refaccionado bar de Michoacán. En las próximas semanas se contemplan las presentaciones de Manuel García, Luis Le-bert y Patricio Manns. Ayer, Olivares esperaba que los plásticos que le entregó la Municipalidad de La Reina sirvieran para aminorar el efecto de las lluvias anunciadas.